La falta de pegada chafa al mejor Celta

GRADA DE RÍO

Recital de juego y oportunidades de los vigueses ante un Atlético rácano al que salvó Oblak

22 oct 2017 . Actualizado a las 19:23 h.

El Celta firmó con toda probabilidad la mejor actuación de toda la temporada y, paradojas del fútbol, se quedó sin marcar por primera vez en todo el curso. Los 8.000 celestes que se perdieron el partido por el cierre de la grada de Río no pudieron vivir en directo el ejercicio de supervivencia de un Atlético de Madrid rácano en el sentido más superlativo. Simeone montó el autobús y como medida de gracia se encontró con un gol de Gameiro a saque de córner que le reporta un triunfo con valor pero sin lustre. Los únicos que pudieron contener a los célticos fue Oblak y un par de decisiones arbitrales que encendieron a un campo tan entregado como triste por el resultado y por los ausentes.

 

Porque en esta ocasión al Celta solo lo traicionó el marcador. A los célticos les faltó la pegada que le sobró en otras oportunidades para convertir su superioridad ante el Atlético de Madrid en goles. Los celestes pusieron el juego, monopolizaron el balón y acorralaron al aspirante a todo en su campo. El plan tenía tan buena pinta que incluso los vigueses remataban toda la estrategia ante el especialista rojiblanco.

Pero Oblak respondió al cabezazo de Sergi, el testarazo del Tucu se fue alto y los disparos de Iago Aspas, muy activo aunque volvió a la derecha, fueron interceptados por el meta del cuadro madrileño. El asedio no tuvo recompensa, pero uno de los dos disparos del Atlérico entre los tres palos sí. Al primero respondió Sergio Álvarez con una buena parada a remate de Griezmann, pero la jugada acabó en córner y ahí apareció el lado depredador de los de Simeone para que Gameiro, solo dentro del área pequeña, se aprovechase de un rebote y marcase.

Poco después se reclamó como penalti una caída de Iago Aspas, pero Munuera Montero nunca ha sido un amigo para el Celta. Wass con un tiro atrapado por portero esloveno, cerró el carrusel de oportunidades celestes del primer tiempo.

El único atisbo de valentía de los rojiblancos apareció en el arranque del segundo acto, cuando amagaron con irse arriba y tener el balón. El atrevimiento les duró un suspiro y ni inmutó a un Celta que mantuvo su hoja de ruta. Balón, ataque posicional y paciencia. El problema durante la fase inicial de la reanudación es que tanto dominio no se correspondía con ocasiones diáfanas de peligro. Un disparo de Iago Aspas, cada vez más al centro, a bote pronto y una falta directa tras una contra de Wass, fue todo el caudal.

A falta de 20 minutos Unzué sacó de su libreta una nueva apuesta táctica. Tan arriesgada como loable. Mientras Simeone coleccionaba defensas en cada cambio, ´rl optó por meter todo el ataque posible y terminó jugando con dos delanteros centros, un media punta y dos jugadores de banda (cinco hombres de ataque), dejando una defensa de tres unidades (dos de ellos laterales) y dos pivotes que lo barrían todo.

La apuesta funcionó en el campo pero no en el marcador. Emre Mor se convirtió en una pesadilla en el flanco izquierdo, Maxi conectó un remate, Guidetti golpeó al lateral de la red y Iago Aspas estuvo en contacto continuo con el balón. Pero de nuevo faltó puntería para superar a un Oblak que combinó su recital de la tarde con una pérdida deliberada de tiempo en cada acción. En medio del asedio el respetable, y los jugadores celestes, pidieron un penalti por manos, pero Munuera no quería líos.