Emre Mor: Calidad a raudales en un veinteañero menudo

l.g.c. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

RC CELTA

Su dinamismo, su capacidad de desborde y el ser impredecible son las armas que le permiten romper una y otra vez los esquemas de los rivales

30 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tenía 18 años y era un total desconocido para el gran público. Pero el fútbol es lo que tiene, de vez en cuando sorprende con soplos de aire fresco como el que Emre Mor insufló a la selección absoluta de Turquía en la Eurocopa del año pasado. El seleccionador otomano, Fatih Terim, ni había reparado en el joven danés de ascendencia turca que hacía virguerías con la camiseta del Nordsjælland, pero uno de sus colaboradores le pasó algunos vídeos del extremo y el técnico se tiró a la piscina y le citó para el torneo continental. 

Emre tenía poco que perder y mucho que ganar, así que se lió la manta a la cabeza y acabó convirtiéndose en la sensación del combinado turco a pesar de que incluso tenía dificultades idiomáticas para entenderse con unos compañeros que apenas le conocían. Pero daba igual, Emre entendía de fútbol, y de eso se trataba.

Mor, de padre turco y madre macedonia, vino al mundo en Dinamarca en junio del 1997. Se crió pegado a un balón probando en las categorías inferiores de varios equipos daneses y llegó a intentarlo en el Saint-Étienne francés, pero el menudo atacante de 1,68 metros no convenció a los galos y regresó a su país para recalar en el Nordsjælland, el club en el que ya dejó claro el potencial que tenía en los pies.

Fue en el conjunto danés, en el que también jugó Lobotka, donde Mor llamó la atención del Borussia Dortmund. Los alemanes detectaron el fútbol vertiginoso, impredecible, vertical y explosivo que el nuevo jugador céltico llevaba en la sangre y pusieron sobre la mesa más de 9 millones de euros para llevárselo. El problema fue que no consiguieron que Emre encajase en su proyecto.

El crecimiento que el club alemán esperaba ver no llegó a darse, ni a nivel de juego ni en madurez, y cerró su experiencia en la Bundesliga con 19 partidos y números e impresiones muy discretas que se alejaban del rendimiento que ofreció con la selección turca, por la que se decantó tras haber jugado con Dinamarca en las categorías inferiores.

Quizás el término que mejor define el fútbol de Mor es «sorprendente». Para lo bueno, pero también para lo menos bueno. Tiene velocidad, un regate espectacular y una capacidad innata para convertir en fácil lo imposible. Sin embargo, por momentos le faltan tablas para elegir las decisiones correctas y en el Dortmund era habitual verle tomar el camino más complejo hacia la portería rival. Detalles que pueden achacarse a la juventud de un zurdo veinteañero que está llamado a apoderarse de la banda derecha del Celta, y al que media Europa perseguía para fichar.

«Le conozco de la selección, le he visto dos veces allí. Tiene mucha calidad y velocidad. Se va a nuestro rival, pero es una transferencia muy buena para él», comentó el deportivista Emre Çolak, compañero de fatigas de Mor en el combinado turco.

El dinamismo de Mor, su capacidad de desborde y el ser impredecible son armas que le permiten romper una y otra vez los esquemas de los rivales. Regateador incansable, se prepara para crecer en el Celta y en la Liga, el escenario que ansiaba y en el que quiere triunfar.