Lágrimas de orgullo en Old Trafford

Lorena García Calvo
lorena g. calvo MANCHESTER / ENVIADOS ESPECIALES

GRADA DE RÍO

Álex López-Benito

La afición despidió al equipo al grito de «¡campeones!», agradeciéndoles el esfuerzo con cariño

12 may 2017 . Actualizado a las 13:22 h.

Hubo lágrimas, tristeza, emoción a flor de piel y sobre todo orgullo. Mucho orgullo. El que la afición del Celta intentó trasladar a su equipo, a sus héroes, en una noche difícil de olvidar. «¡Orgullosos dos nosos xogadores!» y «Berizzo, quédate», repetían con insistencia los aficionados célticos intentando consolar al equipo en el Teatro de los Sueños media hora después de que acabase la contienda. Porque por mucho que la megafonía del estadio lo pidió, la parroquia celeste se negaba abandonar la grada hasta que diesen un último mensaje de apoyo a sus jugadores.

Tan claro tenía la afición que no se iría de Old Trafford hasta reencontrarse con el equipo, que la plantilla, que ya había trasladado su ovación a sus seguidores al final del partido, salió de nuevo -desconsolada- a encontrarse con su gente, que al grito de «campeones, campeones» dejaba bien claro que estaban orgullosos de ellos. Que su esfuerzo sí tenía la recompensa del corazón.

Atrás quedaba ya una jornada histórica que había comenzado bien pronto en la céntrica Exchage Square con cientos y cientos de aficionados tiñendo de celeste el centro de la ciudad, y que había tenido su colofón en Old Trafford, donde las gargantas celestes rugieron mucho más allá de los 96 minutos de partido.

Porque la afición del Celta se hizo oír desde antes del calentamiento y asombró al resto del estadio, que no tuvo más remedio que intentar responder al ímpetu mostrado por la hinchada visitante. Esos 2.500 eran ayer la voz del celtismo. Una voz ruidosa, animosa y con sorna. «¡Please, please, afouteza!» o «¡Manchester is blue!» fueron algunos de los gritos de guerra de una noche en la que la afición fue el duodécimo jugador. A voz en grito y dando palmas cerraron filas con los suyos en cada acción del partido, se indignaron con Mourinho, se ilusionaron con el gol de Roncaglia y empujaron con el cronómetro apurando. Dieron una lección de grandeza, nobleza y agradecimiento.

Cuando vieron a la plantilla destrozada, ellos tomaron la palabra con la voz y con las palmas. Corearon a Aspas, a Sergio, a Pione, a Guidetti.... Pidieron a Berizzo que no les abandone. Que siga liderando a un Celta que para ellos, pase lo que pase, siempre será campeón. Con la Rianxeira y el himno gallego en la garganta convirtieron Old Trafford en celeste.