La séptima plaza se sueña desde la pelota

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

El Celta presionó al Las Palmas al límite en su propio campo, y aunque la estadística lo niega, controló el balón

04 abr 2017 . Actualizado a las 17:19 h.

Esta vez ni el parón detuvo al Celta. Eduardo Berizzo quería que su equipo retomase el pulso a la Liga centrado únicamente en el Las Palmas, y la respuesta de los suyos llegó en forma de partido brillante que solo se ensombreció en el tramo final, cuando la pelota y la presión, grandes protagonistas, cambiaron de piernas. Porque ayer, más que nunca, la posesión fue la protagonista en un duelo de jugones del que Giuseppe Rossi salió como claro vencedor.

La sorpresa

Rossi, titular y goleador

 Berizzo se hartó de probar con Beauvue en vísperas de la visita de los canarios, pero a la hora de administrar los minutos, apostó por Rossi. Una sorpresa mayúscula, aunque entendible desde el discurso del entrenador, que ya había advertido que no quería cargar al antillano con las tres contiendas de la semana. Aunque inesperada, la entrada del italiano en el once fue más que satisfactoria. Marcó un triplete de goles que dieron el triunfo al Celta y que alimentan el sueño de la séptima plaza. Más previsible fue la presencia de Roncaglia en el lateral diestro y la de Jozabed en el enganche en un trivote en el que se ausentó Tucu Hernández. La política de rotaciones.

La salida

La presión allanó el camino

 El Celta salió a morder al Las Palmas y lo que se vio en la primera media hora de juego fue una batalla de intensidades de la que salió mejor parado el equipo de Balaídos. El Toto ordenó una presión extrema en campo contrario que chocó frontalmente con el planteamiento de Setién, y la diferencia estuvo en que los locales consiguieron sostenerla más minutos hasta hacerse paulatinamente con el control de la pelota y las segundas jugadas. El trabajo del centro del campo, con Radoja y Wass cortando y recuperando en un doble pivote más marcado, fue muy destacable. Lo mismo que las aportaciones de los atacantes, liderados por un Aspas que se hartó de correr metros para apoyar a sus compañeros. Pero semejante presión no fue gratuita y acabó generando un coste físico importante al que los célticos supieron sobrevivir.

El control

El balón es un tesoro.  La primera consecuencia de la intensidad céltica, o quizás el origen, estuvo en la posesión de la pelota. Mientras los del Toto la manejaron, tuvieron el partido donde quisieron, jugaron a placer y generaron peligro. En el momento en que permitieron que el Las Palmas dominase el balón, el encuentro se equilibró e incluso se le fue de las manos. Les sucedió durante un par de tramos cortos en el primer tiempo y en la recta final. Momentos que los de Setién aprovecharon para avistar la portería de Sergio porque ayer, más que nunca, era un duelo de jugones. Un mano a mano entre dos equipos que saben tratar el cuero y que ansiaban el control. Quizás lo más curioso es que estadísticamente, fueron los insulares los que asumieron el esférico el 60 % del partido.

El ataque

Aspas crea, Rossi marca.  En su mejor noche como celeste, Rossi se marchó a casa con el balón de su hat trick. Tuvo acierto y supo moverse por donde debía, pero sobre todo tuvo la colaboración de un Iago Aspas que generó dos de los goles del italiano. La clave celeste estuvo en la eficiencia, pero también en proponer un fútbol colectivo y de ataque que desarboló desde el arranque a todo un Las Palmas. La versatilidad de los hombres de ataque, la capacidad para leer el fútbol del centro del campo, con Jozabed marcando la pauta, y el gusto de los defensas por mostrarse ofensivamente han dado forma a un Celta que se rearma para la recta final de una campaña tan ilusionante como exigente. El equipo sigue soñando.