La fe celeste mantiene vivo el sueño copero

m. v. f. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

ÓSCAR VÁZQUEZ / MIRIAM VÁZQUEZ

Un impresionante recibimiento fue el preludio a un partido lleno de sufrimiento que dejó paso a la euforia

26 ene 2017 . Actualizado a las 13:05 h.

«A ver si ganaran, aunque sea por la ilusión de toda esta gente», se le oía decir en la previa a una mujer aparentemente poco interesada en el duelo de ayer, pero rodeada por un número creciente de aficionados que se iban agolpando en la rotonda de Fragoso. En el ambiente para recibir al equipo se mezclaban los nervios y la euforia. Pero sobre todo de esa ilusión que se multiplicó tras el gol de Danilo que se festejó como de Guidetti, con su canción, a punto de llegar al descanso.

El partido fue una sucesión de emociones. De los aplausos a cada parada de un Sergio (Álvarez) a los pitidos a otro (Ramos) cada vez que tocaba balón, como a Cristiano. Apenas cabía un alfiler y los madridistas, que los había, no asomaron. La afición que había teñido el cielo vigués de rojo en la previa se desgañitó luego en sus asientos. Celebrando un gol, pero antes aclamando a Guidetti, a Aspas, vibrando con cada acción y creyendo siempre.

El primer gol del Madrid fue un mazazo. Pero momentáneo. Rugió Balaídos de nuevo porque la eliminatoria seguía en el bolsillo. «Así gana el Madrid», se pudo oír varias veces, pero cuando estaba a un gol de forzar la prórroga fueron los celestes los que de nuevo se ponían por delante. La igualdad prolongó el sufrimiento. Quedaban diez minutos para morir en la orilla o saborear la gloria de la manera en la que los vigueses están acostumbrados a hacerlo en las ocasiones en las que les toca, con suspense.

En los minutos finales surgían las dudas: «¿Pero si marcan pasan ellos?», preguntaba más de uno. La respuesta era que sí. Pero no ocurrió. Y sonó la Rianxeira en una nueva noche para la historia que, además, mantiene vivo el sueño copero.