Lo mejor del Celta ante el Sporting, los tres puntos

Lorena García Calvo
LORENA GARCÍA CALVO VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

MIGUEL RIOPA

El Celta mostró dos caras diferenciadas, la buena cuando puso intensidad, la mala al confiarse

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos meses después, el Celta se reencontró con la victoria en Balaídos. La necesitaba para espantar los fantasmas de las últimas semanas y mantenerse en la zona de privilegio. Los tres puntos fueron una bendición, pero no ocultaron las dos caras que mostró el equipo. Una, con intensidad en la que los célticos recordaron al equipo de inicios de temporada, y otra, a merced del Sporting, en la que se juntaron todos los fantasmas de las últimas semanas. El equipo está atravesando un bajón, y sacar los partidos adelante cuesta sudor y lágrimas.

La intensidad lo es todo para el Celta. Por eso cuando los hombres de Eduardo Berizzo aprietan, son capaces de destrozar a cualquier equipo, pero cuando su presión languidece, es carne de cañón. Ayer, mientras los hombres del Toto asumieron el papel protagonista, se mantuvieron alerta, quisieron la pelota y fueron a por el rival, se encontraron cómodos y no pasaron apuros. En el momento en el que bajó revoluciones, el Sporting, que a falta de figuras tira de arrestos, le sacó los colores.

Cambios antes de la Copa

El partido de miércoles frente al Almería se preveía como el señalado para que Berizzo agitase el árbol. Sin embargo, el argentino decidió lavar la cara a su equipo ante el Sporting y entre previstos y inesperados, hasta cuatro caras nuevas aparecieron en el once. Cabral regresó de su sanción, Planas ocupó el puesto del sancionado Jonny y Guidetti y Bongonda fueron la gran novedad en el ataque. Por primera vez en lo que va de Liga, el tridente ofensivo por excelencia se deshizo, ocupando Guidetti el puesto de Aspas y ubicándose Orellana directamente como mediapunta.

Una zaga novedosa

Cabral, Sergi Gómez y los laterales Hugo Mallo y Planas, jugaron juntos por primera vez en la temporada. Sufrieron lo suyo con Halilovic, sobre todo el lateral catalán, pero vivieron con calma mientras la presión del equipo en conjunto mantenía a los sportinguistas lejos del área defendida por Sergio. En el momento en el que la relajación se apoderó del equipo, llegaron los apuros y el gol. Porque si algo caracterizó a los asturianos en la segunda mitad fue que pusieron mucha más vida que los del Toto, que cuando quisieron darse cuenta de que el rival mordería de principio a fin, era demasiado tarde. El Celta, sin ser protagonista, se convierte en gelatina y queda a expensas de una genialidad o un golpe de fortuna, como fue el caso de ayer.

La presión, a tiempo

Hablaba Augusto esta semana de la dependencia que tenía el Celta de la puntualidad a la hora de llegar a los balones. La presión por la que apuestan los célticos es su mejor defensa, puesto que les permite recuperar balones y cortocircuitar el fútbol del rival; cuando no funciona, el juego vigués se cae como un castillo de naipes. Ayer, en el arranque de las dos partes el Sporting regaló a los de Berizzo la misma medicina, y solo cuando los celestes encontraron el punto exacto de presión en el primer acto, comenzaron a robar balones e impulsar contragolpes. Tras el gol visitante, el Celta se desmadejó y tardó en reconstruirse.

Falta profundidad

Si algo tenía el Celta del inicio de Liga era el frenesí y la verticalidad de su juego, que permitía que su tridente ofensivo percutiese de manera constante en el área rival y generase peligro. Esa sensación ha desaparecido. Aunque la idea sigue siendo la misma, a los vigueses les cuesta más llegar con balones limpios a los últimos metros, y cuando lo hacen, sus delanteros no están igual de finos. Nolito ha bajado un punto su rendimiento, y se encuentra constantemente marcado por varios rivales, y eso minimiza su peligro y le desquicia. Orellana, aunque es el delantero más en forma del equipo, necesita con quién asociarse, y Guidetti, aunque pone trabajo, no es capaz de generar el peligro que Aspas genera con su movilidad.

Peligro a golpe de chilenos

Hernández, habituado a alternar su posición con Daniel Wass o arropar a Augusto en lo que denomina «un doble cinco», ayer formó pareja creativa con Orellana. Los internacionales por Chile se entendieron a la perfección, y esa fue una buena noticia para el Celta, más allá de los tres puntos. Hernández, por detrás del Poeta, le habilitó pases entre líneas que permitieron a los celestes penetrar en territorio sportinguista. Esta variante supone incrementar el repertorio de un Celta al que muchos rivales ya le tenían la medida tomada.