El sentido elogio del doctor Cota a Sergio Álvarez

La Voz REDACCIÓN

GRADA DE RÍO

M. MORALEJO

El médico de la selección española dedica una emocionante carta al de Catoira

12 oct 2014 . Actualizado a las 22:06 h.

Sergio Álvarez no para de recibir elogios desde que se convirtiera en el héroe del derbi gallego. El último, del doctor Cota, médico de la selección española y jefe de los servicios médicos del Celta, que ha publicado a través del club una muy emotiva carta dedicada al portero de Catoira.

Éste es el texto íntegro del doctor Cota:

Sergio Álvarez. Mucho más que parar un penalti

«Yo jugaba de portero.

«Empiezo dando constancia de este mi antecedente deportivo para que el lector entienda mi querencia por todos aquellos que en cualquier categoría del futbol ocupan este puesto tan poco comprendido, cuya responsabilidad y atributos marcan personalidad y una idiosincrasia que en nada se parece a la que conlleva jugar en cualquier otra demarcación.

«Sirva el preámbulo como información y justificación del impulso que me lleva a plasmar en papel lo que cavila mi conciencia. No crean que estas líneas las voy a utilizar hoy como loa a los guardametas en general, ni divagar sobre su tan citada soledad, ni para defenderles de la incomprensión que en muchas ocasiones sufren. De todo ello me apetece opinar pero….quizá otro día. Hoy quiero hablar de uno de ellos en particular: Sergio Álvarez.

«La razón no es otra que cumplir con la necesidad que uno siente de hacerle justicia. Justicia de verdad y no solo valorarle por un partido o por un penalti parado de forma extraordinaria en el ultimo minuto, por muy importante que haya sido la intervención en el resultado final y más aun por el rival que estaba en frente. Tengo la seguridad que ese día, en ese minuto, en esa intervención… por la cabeza de Sergio se pasearon de la mano recuerdos… felices y amargos… abrazándose todos en el sueño cumplido que seguro tuvo alguna vez… o quizá muchas veces.

«Me alegra que mi amigo de Catoira y colega bajo palos este triunfando en cada partido y aun muchas paradas le quedan para hacernos disfrutar en celeste. Eso ocurre, y seguirá siendo así, en el campo. Pero hoy quiero dar a conocer algo más que solo sabemos los que convivimos en el vestuario… en el día a día…. Donde las lágrimas y las risas se quedan dentro de sus paredes…. Donde el balón no rueda pero los sentimientos sinceros aparecen y perduran… donde de verdad se conoce a cada uno… donde se inicia el sendero de las victorias y de las derrotas, ambos de dureza similar aunque con muy distinto destino, y a donde se vuelve tras recorrerlos.

«El futbol está lleno de intrahistorias…. Quizá cada jugador sea una en si mismo, pero sólo algunas merecen ser conocidas por ejemplares y aleccionadoras.

«Cuando llegué a este gran Club como Jefe de los Servicios Médicos, Sergio acababa de subir al primer equipo. No era difícil darse cuenta desde el principio de su voluntad y entrega. Él es de los que piensa, como yo, que eso no se gestiona. Se da en su máxima expresión por el bien propio y del equipo. Siempre le he visto llegar a su límite cada día en cualquier entrenamiento. Jamás una queja por la dureza de la sesión, por el estado del campo… Nunca encontró motivo.

«Durante estos años han pasado a su lado varios porteros, cada uno con sus características pero todos con algo en común: fueron titulares. Ello significaba que el puesto de Sergio era el banquillo… esa zona que cuando eres futbolista consideras la mas humillante, al que llegas desde el vestuario siempre con la cabeza baja, barruntando sobre la injusticia que ha cometido el entrenador, intentando esconder esa vergüenza velada que estar allí conlleva y donde jamás quieres permanecer. Y cuando un portero es suplente…..salvo excepciones… lo es durante mucho tiempo. Desgraciadamente para él, la norma se cumplió con Sergio y sus partidos jugados en esos años fueron escasos. Por las razones que sean, los entrenadores que nos dirigieron, decidieron que así fuera… y yo no estoy aquí para criticar eso ni mucho menos.

«Pero ahí radica lo verdaderamente admirable de mi amigo Sergio. Jamás bajó los brazos, y esa entrega y esfuerzo diarios no solo no menguaban por la suplencia si no que parecía le hacían cada vez mas fuerte. Siempre ha sido su forma de protesta. Trabajar más y mas duramente. Nunca le he visto quejarse al entrenar, nunca le he visto un mal gesto, nunca he leído o escuchado en los medios de comunicación esa frase que muchos futbolistas en su debilidad recitan 'no me siento valorado', nunca le he visto ir al despacho del entrenador de turno a pedir explicaciones…

«Quizá... mejor dicho, estoy seguro, que para sus entrañas alguna vez la sensación de injusticia o la rabia hacia de las suyas y mordían inmisericordes esa parte que todos tenemos en el alma (no todos por igual) y que se llama orgullo. Pero nunca la dejo salir hacia fuera, lo sufría él... No quiso que el entorno…nosotros... cargáramos con la pena de ver a un compañero abatido. Hay que ser muy especial para no doblegarse a la tentación de infundir lástima. Porque como dice la frase que recitamos siempre antes de cada partido y a la que ya le hemos dado rango cercano a la oración 'si uno sufre sufrimos todos, si uno triunfa triunfamos todos'.

«Recuerdo ahora especialmente un día que jugábamos en Balaídos un partido importante, ya finalizando la temporada, contra…. pensándolo bien da igual que partido fue…Pero en aquel encuentro se daban una serie de circunstancias por las que Sergio tenia muchas esperanzas de defender la portería desde el inicio. 'Por fin', me imagino que pensó, con la esperanza y la ilusión del que se acerca a la meta propuesta después de salvar las dificultades del camino... Pero no fue así y una vez más, entre los 11 elegidos no estaba su nombre.

«Aquella tarde por primera vez le vi sentado en su lugar del vestuario, con los codos apoyados en las rodillas y la cara cubierta con las manos. Como en casi toda situación, solo sabes lo que se siente en ese momento si lo has vivido aunque ignoras lo que hacer o decir para mitigar la pena. Me acerqué a él y le susurre al oído unas palabras de ánimo que yo sabia no serían bálsamo suficiente para aliviar lo que pasaba por su cabeza en ese instante... Demasiada ilusión una vez mas cohibida, demasiada esperanza otra vez derrotada. Me dio una palmada para traducir su agradecimiento y vi sus ojos humedecidos porque aquel día lo que mordía su orgullo lo hacia con tal saña que por fin había logrado salir.

«Quiero que sepan que incluso en ese partido, desde el banquillo como siempre hizo, no dejo de animar a sus compañeros, de defender de las única forma que las circunstancias le permitían la camiseta y el escudo que ya son parte de su vida. Aquel día como tantos otros dio una lección de esas que se deben contar en los equipos base donde se instruye a tocar el balón pero a veces se olvida educar en todo lo que conlleva ser de verdad futbolista y de verdad persona, como es Sergio.

«Y todo ese esfuerzo, toda esa entrega... durante años... ahora le esta otorgando algo por lo que ha luchado: cumplir algunos de sus sueños. Jugar en primera División, parar ese penalti en minuto postrero, ser alabado por sus intervenciones en estadios importantes... Sueños que otros han tenido... hemos tenido... sin poder hacerlos realidad.

«Pero también ahora sigue dando lecciones de voluntad y empeño en hacerlo mejor cada día…. para luchar por mantener lo conseguido, de humildad, siendo el primero en ayudar a Eduardo, nuestro Utillero, con el material y de lo buena gente que es..., que siempre ha sido... Eso tampoco se gestiona.

«Desconozco lo que ocurrirá en el futuro, si será siempre titular, si volverá algún día al banquillo, si seguirá decidiendo partidos a nuestro favor, seguro que cometerá algunos errores que podrán costar goles... en fin, situaciones que viven todos los que son y han sido grandes bajo los palos. Pero pase lo que pase de todo ello, las razones por las que de verdad hay que admirar a Sergio jamás cambiarán porque también estan fuera de las líneas del campo y cada día seguirá siendo ejemplo de voluntad, esfuerzo y humildad.

«Hace unos meses, en la inauguración de un campus en Pontevedra, el presentador del acto acercó a algunos de los niños presentes para hacerles unas preguntas. Mi hijo Juan de 10 años, que también juega de portero, estaba entre ellos y tras saber que ocupaba ese puesto la pregunta para él fue a que guardameta admiraba. Todo el mundo aguardaba que pronunciara el nombre de Casillas, Reina, Valdés, Yoel... como habían hecho otros antes, pero no fue así... su contestación fue... Sergio Álvarez. Resultaba extraño que un niño de esa edad eligiera al portero en aquel momento suplente del Celta de Vigo como admirado icono. Quizá el ejemplo de Sergio con el que siempre le alecciono tuvo mucho que ver.

«En aquel momento me sentí muy orgulloso de mi hijo por tener un ídolo que de verdad merece serlo. Lo es también para mi por muchas mas razones que parar un penalti en el ultimo minuto».