Eduardo Berizzo se convierte en el undécimo entrenador desde el año 2007, bajo el mando de Carlos Mouriño.
La lista fue encabezada por Fernando Vázquez, que ya estaba como entrenador cuando Mouriño accedió a la presidencia. El hoy preparador del Deportivo fue cesado en la primavera del año 2007 dando paso a una decena de cambios en el banquillo, casi todos ellos con despidos de por medio.
El curso 2008/09 fue el más convulso en la dirección técnica viguesa. Comenzó con Hristo Stoichkov, que había descendido al equipo a Segunda y que apenas aguantó un par de meses en la categoría de plata. Juan Ramón López Caro, con pasado en el Real Madrid, tampoco acabó la temporada y dejó su sitio a Antonio López, que ya estaba en su organigrama técnico y que dimitió hastiado de la situación. Alejandro Menéndez, entonces entrenador del Celta B en Segunda B, fue el último en recoger el testigo y certificar una permanencia en Segunda que incluso se puso cara.
No hubo renovación para el asturiano y la secretaría técnica, comandada entonces por Ramón Martínez, apostó por Pepe Murcia. Fue incapaz de meter al equipo una sola vez en la zona de ascenso y en el trecho final fue relevado por Eusebio Sacristán, que logró de un modo agónico y con dos goles de Iago Aspas al Alavés la salvación.
Los nuevos tiempos
Eusebio, exjugador del club, situación que concuerda ahora con Berizzo, se quedó en la temporada siguiente pero la falta de gol le lastró a la hora de poder luchar por el objetivo y no fue renovado. El pucelano fue la primera piedra del nuevo proyecto.
Los tres nombres restantes están todavía en la retina del celtismo. El de Paco Herrera, que llegó a Vigo en junio del 2010 para liderar dos años que terminaron en ascenso y que aguantó hasta la primavera del 2013 cuando los malos resultados dieron paso a Abel Resino. Tan efímero como efectivo por lograr una permanencia en Primera capital para el Celta.
La lista se cierra con Luis Enrique, desde ayer historia para el Celta y nuevo técnico del Barcelona. Su año en Vigo comenzó nublado y terminó radiante. El Toto tiene el reto de mejorarlo.