Berizzo: Central con alma de entrenador

X. R. Castro / Lorena G. C. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Óscar Vázquez

En Vigo le encantaban los debates futbolísticos y ordenar dentro del campo

20 may 2014 . Actualizado a las 17:32 h.

Eduardo Berizzo Magnolo (Cruz Alta, Córdoba, Argentina, 13 de noviembre de 1969), ya tenía alma de entrenador cuando ejercía de central en el Celta. El Toto también destilaba personalidad y jerarquía a raudales, pero siempre con sentido de equipo.

A quienes le conocieron no les coge de sorpresa que se haya labrado un futuro como técnico. «Se le veía que le gustaba ordenar piezas en el terreno de juego y podemos decir que se veía que iba a terminar como entrenador», comenta Moncho Carnero, que ejercía entonces como segundo preparador en el club. El entonces ayudante de Lotina incluso cuenta una anécdota reveladora: «Estábamos en Praga, en competición europea, jugando un partido difícil y complicado. Echaron a Lotina y yo me quedé al mando del equipo, me puse en la banda a dar órdenes y de repente llegó él a hablar conmigo. Se le veía esa inquietud».

Yago Yao, el hoy central del Coruxo, competía con el por un puesto, y tampoco se extraña: «El Toto ya apuntaba maneras de entrenador cuando compartí vestuario con él. Le gustaba muchísimo hablar de fútbol, analizaba los partidos y le encantaban los debates futbolísticos». A Borja Oubiña lo cogió en su estreno como profesional: «La sensación era que iba a serlo. Yo estaba comenzando y la valoración que puedes hacer de las cosas es distinta a cuando tienes una edad más madura en tu carrera».

Berizzo ya era entonces un líder dentro del campo: «Como jugador era un hombre de mucha jerarquía, de mucho mando», comenta el hoy capitán del Celta. Un calificativo que utilizan los demás. «Le gustaba imponer orden desde atrás, mandar entre sus compañeros», apunta Carnero». Borja también pone énfasis en su capacidad de liderazgo desde la palabra: «Es uno de esos jugadores que son líderes naturales, no solo de hechos, sino de palabras. Una especie que cada vez abunda menos en el mundo del fútbol». «Era una persona locuaz y afable, de esas que hacían vestuario y generan muy buen ambiente», añade Yago. Además, era correcto y buen compañero.

Ninguno de los tres tiene referencia directa a cerca de su ideario balompédico, aunque consideran que estará marcado por su trayectoria al lado de Bielsa. «Estuvo con Marcelo y creo que es un libro abierto para poder aprender con él», comenta desde la distancia Moncho Carnero. A Yago tampoco tampoco se le escapa la figura del argentino que entrenó al Athletic: «Ha tenido la suerte de ser segundo de uno de los mejores técnicos del mundo, como es Bielsa». De su relación con el Loco habló en su última visita a Vigo: «Estuvo aquí hace unos años -recuerda Borja- y nos comentó que con Bielsa había aprendido mucho».

Por esta relación y por la filosofía de club se da por descontado que apostará por el juego combinativo, la posesión y el ataque. Siguiendo con el ADN de A Madroa: «El Celta tiene que fichar un entrenador de sus características. No tendría sentido que llegase un técnico opuesto a su perfil de jugadores». Yago tampoco pone en duda la apuesta: «Creo que hará un juego combinativo, alegre como el que hace el Celta. En Sudamérica le han ido muy bien las cosas y ojalá triunfe aquí».

El 4-3-3

Las referencias que llegan de la precordillera andina apuntan a un 4-3-3 como sistema de juego, con laterales de largo recorrido y posesión de balón. Pero también construcción del juego a partir de la fortaleza defensiva.

A favor de su desembarco en Vigo juega el conocimiento del escenario. «Es bueno que venga un exjugador, conoce el club por dentro y vivió el celtismo», apunta el central del Coruxo. Con respecto a aquellos días tiene que reciclar una página del manual celeste, la apuesta por la cantera, entonces casi inexistente. De hecho Oubiña era la excepción. «Se tiene que acostumbrar a trabajar con la cantera», apunta Moncho Carnero, que admite desconocer cómo es su trabajo y sus métodos en el día a día. En poco tiempo todos estarán empapados.