«Nos da más seguridad defensiva, reciclándose un poquito porque hace tiempo que no está con sus compañeros», recuerda el preparador, que solo lo tuvo a su cargo una semana para entrenamientos. De Dios, que lo entrenó en juveniles, lo conoce mejor que nadie y destaca el salto que ha experimentado: «Está más maduro, más formado, estos meses en el primer equipo le han venido de maravilla para su formación y parece un jugador nuevo, más agresivo y más solidario».
Ahora tiene diez jornadas para para pasar página, ayudar al filial y recuperar el nivel que exhibió en los primeros partidos. Siempre y cuando Luis Enrique no decida incluirlo en el primer equipo. Aunque dentro del secretismo habitual del Celta nada ha trascendido, todo apunta a que seguirá a las órdenes del asturiano y que cada vez que no entre en la convocatoria pueda hacerlo con el filial.