«Esta es la situación más dura de asumir que he tenido que vivir a lo largo de mi carrera y el que sientas el apoyo incondicional de todo el mundo hace que las ganas que tenga por recuperarme lo antes posible, y sobre todo bien, sea mucho mayor», comentó Bermejo acerca de su lesión, mientras reconocía el mal trago pasado después del partido con el Atlético -«en el primer momento me derrumbo en el vestuario, estoy muy mal»- pero desde el jueves ya ha cambiado su mentalidad. Solo piensa en retirarse de un campo por su pie: «Mi intención en todo momento es que si me tengo que retirar no quiero sea en una camilla sino jugando al fútbol y ese es mi objetivo, luego cuando vuelva veremos en qué condiciones, pero estoy convencido de que si no hay ninguna cosa anormal en la operación o la recuperación, volveré a ser el mismo que soy a día de hoy».
Mal apoyo y crujido
Mario rememoró también cómo se había producido la lesión: «Fue un centro de Roberto Lago. Noté que hice un mal apoyo, un crujido en la rodilla, pero cuando se me pasó el primer dolor podía correr bien, recto, pero notaba que al girar me molestaba. En principio mi idea fue quedarme en el campo, y si no hubiera cambios habría seguido, pero era absurdo perder a un jugador».
A sus 34 años y con tres lustros encima como futbolista profesional, Mario Bermejo nunca había tenido una lesión de semejante magnitud. «Nunca había tenido nada más allá. Lo más grave había sido la lesión de clavícula del año pasado [al inicio de temporada], pero en cuanto a tiempo no fue una lesión grave, en cinco semanas ya estaba recuperado».
El cántabro confía que el equipo no le eche de menos y está convencido de que estarán en la lucha hasta el final.