El Celta más ofensivo se derrumba por la retaguardia

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

La zaga celeste hizo aguas y encajó su goleada más abultada

05 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El efecto Abel no es extensible a domicilio. Ayer el Celta sufrió una nueva derrota como visitante en un partido en el que el marcador se cebó con los celestes, que merecieron mucho más en ataque, pero a los que condenó la dejadez defensiva. Cuatro rechaces, cuatro goles, y primera goleada encajada.

El once

Bellvís y Orellana, antes que Lago y Krohn-Dehli. Una banda izquierda inédita fue la apuesta más llamativa de Abel Resino en Sevilla. En parte por necesidad, y en parte por rendimiento, el técnico toledano apostó por Bellvís para el lateral y el chileno Orellana como interior zurdo. Tras la entrada del defensor se escondía la baja de última hora de un Roberto Lago que, sorprendentemente, salió en la segunda parte cuando Bellvís acusó molestias. La ausencia de Krohn-Dehli, sin embargo, venía precedida de un bajón en el rendimiento del futbolista.

A por todas

Precauciones y ambición. Abel Resino quería en el Pizjuán un Celta ambicioso, pero no un incauto. Quizás por eso apostó por alinear dos líneas de cuatro que dejaba a Aspas y Bermejo como hombres de ataque. Como ya sucediera en Balaídos, la defensa avanzó metros, pero sin la osadía desplegada en casa frente al Granada.

La zaga

Hemorragia en el Pizjuán. El regreso de Javi Varas a Sevilla se convirtió en una pesadilla. El Celta no había encajado cuatro goles en todo lo que va de campeonato, pero ayer vio cómo cada fallo defensivo se convertía en un rechace que un Sevilla afinado en la pegada enviaba al fondo de la red. La retaguardia celeste fue un queso de gruyer, exceptuando el arranque de la segunda mitad, cuando parecía haber controlado los espacios. Dotar a la zaga de mayor consistencia, y con urgencia, es indispensable para conseguir la permanencia.

Ataque

Y llegaron las ocasiones. El Celta incrementó su media de ocasiones creadas, pero su flirteo con la portería de Beto no tuvo traducción en goles, unas veces por fortuna y otras veces por un fútbol casi rococó de los celestes. Solo Augusto encontró el camino. En la segunda mitad los vigueses tuvieron el empate en la mano, pero perdonaron. Y lo pagaron.

Sin opción

El Celta aprieta, el Sevilla mata. En un partido roto, con el Celta apretando, los goles de Medel y Negredo enterraron la resurrección viguesa.