El día de su boda, Charlene Wittstock no fue una de esas novias radiantes. La que estaba a punto de convertirse en princesa de Mónaco apareció en el Salón del Trono del Palacio Grimaldi con un precioso vestido de Armani que no conseguía ocultar la tristeza de su cara. Durante toda la ceremonia religiosa, la princesa parecía compungida y en varios momentos incluso rompió a llorar. Y hay quienes apuntan a que los motivos de tal desconsuelo se debían al contrato prematrimonial que se vio obligada a firmar en los días previos a su matrimonio.
Ahora, el tiempo dirá si el matrimonio entre Alberto de Mónaco y Charlene continúa siendo un cuento de hadas o termina en pesadilla.