Funeral de Estado con acento español para despedir a la reina Fabiola de Bélgica

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Durante la ceremonia un coro de españoles afincados en Flandes cantó una «Salve rociera»

12 dic 2014 . Actualizado a las 20:56 h.

La semana de luto en Bélgica por la muerte de la reina Fabiola culminó este viernes con un funeral de Estado en el que las raíces españolas de la que fuera monarca consorte tuvieron un protagonismo especial. Y es que uno de los momentos más emotivos de la ceremonia, celebrada en la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, llegó con la «Salve rociera» cantada por un coro de españoles afincados en Flandes y ataviados con trajes de lunares. La marquesa Blanca de Ahumada, prima de Fabiola, participó tocando las castañuelas.

Nacida en Madrid en el seno de una familia de aristócratas, Fabiola fue reina consorte de los belgas entre 1960 y 1993 por su matrimonio con el rey Balduino. Murió el pasado día 5, a los 86 años, llevando aún el título de reina. A primera hora de la mañana, sus restos fueron trasladados, en un ataúd de madera de roble adornado con la bandera tricolor belga, a la catedral acompañados de la familia real belga y escoltados por 130 caballos.

«Su corazón latía al mismo ritmo que los nuestros», dijo el cardenal Godfried Danneels durante la ceremonia, en la que su féretro reposó en el suelo en signo de humildad, como ella misma había pedido. Fabiola logró unir a gente muy diferente. «Era sencilla y elegante al mismo tiempo».

La misma Fabiola había planeado una ceremonia marcada por la sencillez y la alegría, informó la agencia de noticias Belga. Conocida por su amor a la música, en su ceremonia sonaron piezas de Bach, Mozart y Schubert. «Nuestro pueblo se convirtió en el suyo», dijo Danneels, que destacó la fe católica de la reina, que «maduró como un ramo de uvas bajo el sol del otoño». «Siempre quería estar cerca de dios», añadió el cardenal, que dio que ahora Fabiola llegó a casa.

En el funeral estuvieron presentes los reyes Felipe y Matilde de Bélgica, a quienes se vio al borde las lágrimas. El rey padre Alberto acudió vestido de negro con un toque de blanco, los colores que también Fabiola vistió en el funeral de su marido. También acudieron Juan Carlos y Sofía de España, la reina Margarita de Dinamarca, los monarcas de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, Harand V de Noruega, la princesa Beatriz de Holanda y la emperatriz japonesa Michiko, así como la princesa de Tailandia Sirindhorn, entre otros.

Tampoco faltaron las autoridades belgas -el primer ministro Charles Michel y miembros del gobierno- ni el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. A unas 200 personas del público se les permitió entrar a la catedral. Sin embargo, ante la catedral sólo se congregaron algunos curiosos. Según la agencia de noticias Belga, turistas españoles se mostraron sorprendidos de que la participación fuera tan escasa.

Sus restos fueron sepultados junto a los de Balduino en el norte de la capital, junto al castillo real de Laeken, donde se celebró una pequeña ceremonia más íntima en la iglesia de Nuestra Señora de Laeken.

El público pudo despedirse de Fabiola - a quienes los belgas siempre se refirieron como su «reina de corazones», alabando sus logros sociales, su amor por Balduinio y su fervor religioso- en el palacio real de Bruselas, donde sus restos fueron expuestos los pasados miércoles y jueves.

Además, muchos simpatizan con ella tras una serie de embarazos malogrados que le impidieron tener descendencia. «Perdí cinco hijos, algo se aprende de esta experiencia», dijo Fabiola poco después de cumplir 80 años.

Sin embargo, su imagen se vio ensombrecida el año pasado por un escándalo con una fundación que había creado para distribuir sus riquezas entre sobrinos y sobrinas tras su muerte. Sus críticos consideraron que había intentado evadir impuestos. Fabiola negó los cargos, pero terminó desarticulando la fundación.