Villa Padierna, lujo y arte para alojar a Michelle Obama

M. P. R.

GENTE

La Voz visitó el «resort» que acoge a la familia del presidente de EE.UU.

07 ago 2010 . Actualizado a las 21:28 h.

Con una copa de champán en el fabuloso vestíbulo de estilo toscano: así recibe a sus clientes la dirección del resort Villa Padierna. No en vano está considerado uno de los hoteles más exclusivos del país. Y es que entre sus paredes se respira lujo al cuadrado, mimado y orquestado con un servicio inmejorable y amabilísimo. En el exterior, rodeado de tres campos de golf de 18 hoyos con vistas al Mediterráneo, un vasto jardín de estilo clasicista italiano, con cipreses, juegos de agua y una escenografía teatral con escalinatas y efectos de luz y sombra, da la bienvenida.

El complejo está situado entre las localidades de Benahavís y Estepona, y consta de dos edificios, el Padierna y el Linares, y once villas independientes en el centro del resort. El Padierna recuerda a un palacete toscano, en torno al cual se disponen las habitaciones. Entre las estatuas de corte clásico, los tapices y las antigüedades que decoran los pasillos y las diferentes estancias, sobresalen las piezas de la colección del propietario del complejo, Ricardo Arranz, que ha cedido la gestión a la cadena Ritz-Carlton.

Al aeropuerto en Rolls

No hace falta ser muy perspicaz para sospechar que la primera dama habrá elegido una de las villas para alojarse durante su estancia en España. Estas casitas, si se pueden llamar así, disponen de servicio de mayordomo las 24 horas del día y desplazamiento al aeropuerto en Rolls Royce, algo que Michelle Obama y su hija Sasha seguro que habrán rechazado, vista la comitiva de cochazos que las acompañan.

Los ocupantes de las villas también cuentan con entrada libre a los espectáculos que se montan en el anfiteatro romano. Porque sí, entre el edificio Linares, de corte español, y las villas, el complejo cuenta con una recreación de un anfiteatro de la antigua Roma para la celebración de espectáculos en las veladas veraniegas.

Las villas disponen de piscina privada, terrazas, salón con chimenea y una pequeña cocina, y los que se hospedan en ellas también tienen acceso libre al spa, inspirado en las termas romanas. Si Michelle Obama lo visita, podrá dejarse llevar por un circuito a través de ocho salas de vapor y aromas del mundo, someterse a tratamientos holísticos con piedras calientes o relajarse con masajes esenciales, duchas de aceite de naranja y limón y un sinfín de rituales purificadores y cuidados específicos de salud y belleza.

La huella de Berasategui

Entonces podrá dirigirse a alguno de los tres restaurantes. La Veranda, gobernada por el chef Víctor Taborda, discípulo de Martín Berasategui, mezcla la cocina tradicional vasca con los aromas del sur. La Loggia cuenta con el valor añadido de una magnífica terraza con vistas al campo de golf, en la que suele servirse una cena ligera a base de tapas, algunas muy elaboradas, mientras que La Pérgola, al borde de la piscina, es el más frecuentado a la hora del aperitivo.

Para hacerse una idea de lo que puede costar la estancia, bastan algunas tarifas. En temporada alta el precio diario oscila entre los 1.800 euros de una villa de una habitación y los 2.200-5.000 euros para las de más de dos dormitorios. En cuanto a las habitaciones del hotel y, teniendo en cuenta que la comitiva de Michelle Obama reservó 60 (la mitad de las 119 de las que dispone), las tarifas van desde los 259 euros hasta los 459. Datos más que suficientes para deducir que el gasto que genera la presencia de la primera dama en el resort puede ser desorbitado. Pero más allá de las ganancias, la dirección se muestra encantada con la visita de la esposa del presidente de Estados Unidos porque, sobre todo, supone un espaldarazo para uno de los alojamientos más lujosos y exclusivos de la Península.