Jaime Peñafiel: «He comido carne humana sin saberlo»

Tomás García Yebra

GENTE

El periodista, que recoge en un libro anécdotas de banquetes reales, asegura que los Reyes «no se ponen de acuerdo ni en sus inclinaciones gastronómicas».

14 abr 2010 . Actualizado a las 20:35 h.

¿Sabían ustedes que el servicio de camareros, en el palacio de Buckingham, está regulado a través de semáforos? ¿Y que la fiesta más lujosa que contemplaron los siglos la ofreció en 1971 el sah Mohammad Reza y su esposa Farah para conmemorar el 2.500 aniversario de la monarquía persa? Estas y otras curiosidades reales las cuenta el periodista Jaime Peñafiel en el libro La mesa está servida, majestad (Martínez Roca).

«A mí la cosa más rara que me ha sucedido en una mesa fue cuando comí carne humana sin saberlo», confiesa el periodista. «Ocurrió en un banquete que ofreció aquel loco de Bokassa cuando se proclamó emperador del imperio de Centroáfrica en 1976. Lo sirvió el restaurante parisino Maxim's, pero había un plato de carne que se hizo allí y que nos dijeron que era el no va más de la cocina local. Nos presentaron una carne en salsa que, al probarla, me pareció riquísima. A mi lado se encontraba el diplomático Alberto Aza, actual jefe de la Casa del Rey, y también le gustó. Al cabo de unos meses nos enteramos que la carne procedía de unos escolares que Bokassa había ordenado asesinar».

De la Familia Real habla largo y tranquilo. «No miento, pero tampoco hago sangre», afirma. Carmen Posadas, que apadrinó el libro, le corrigió: «Es un libro ameno y un poco malvado». Peñafiel dijo que los Reyes no se ponen de acuerdo ni en sus inclinaciones gastronómicas. »A Don Juan Carlos le gustan los platos de cuchara, mientras que doña Sofía prefiere las verduras y el arroz, pero no es vegetariana, como a veces se ha dicho; al Rey le entusiasman las rancheras y a la Reina la música de Bach; el Rey es asiduo de restaurantes contundentes, como Casa Lucio, donde es capaz de comerse seis huevos, que ya son huevos, pero no llegan a los 12 que se metía entre pecho y espalda su abuelo Alfonso XIII. La Reina, por contra, elige comidas más ligeras».

En una ocasión -contó Peñafiel- don Juan Carlos pidió lentejas en un restaurante de lujo. «El maitre se quedó sorprendido ante tan humilde elección». «Las quiero picantes», puntualizó. Le prepararon las lentejas y las devoró. Al finalizar la comida, don Juan Carlos preguntó al maitre: «¿El picante no era de guindilla, verdad? El aludido tuvo que reconocer que no tenían guindillas y que las habían suplido con piparras. Al día siguiente, en desagravio, el maitre envío a Zarzuela un gran manojo de guindillas».

El alcalde y el frutero

A un banquete que ofreció Alfonso XIII en el Palacio Real asistió un alcalde de un pequeño pueblo de Madrid. «En aquel tiempo -dijo el periodista- era frecuente colocar un frutero con agua al lado de las copas; el alcalde, al ver el frutero, se lo llevó a la boca y bebió; el resto de comensales comenzaron a reírse, pero no les dio tiempo a reírse mucho, porque Alfonso XIII cogió su frutero y también bebió; estupefactos, todos los allí presentes le imitaron».

De la Princesa de Asturias -una de las fijaciones de Peñafiel- comentó que se pasa el día «queriendo ser la más perfecta, la más guapa y la más admirada; yo sigo pensando que está muy delgada, demasiado».

Jaime Peñafiel nació en Granada y es licenciado en Derecho y Periodismo. Ha cubierto las guerras Vietnam, la de Ifni y la de los Seis Días. Como enviado especial ha asistido a 40 bodas reales y a más de un centenar de viajes con los Reyes al extranjero.