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Este artículo cierra el homenaje al bodeguero gallego, impulsor de la profesionalización del vino. En estas líneas, personas cercanas a Don Mariano laboralmente relatan cómo creció la bodega bajo su dirección.

En esta última entrega del particular homenaje a Don Mariano Peláez, fundador de Bodegas Marqués de Vizhoja, repasamos las enseñanzas que el bodeguero transmitía a quienes lo rodeaban laboralmente. En el décimo aniversario de su fallecimiento, sus amigos y compañeros han relatado a lo largo de tres artículos las anécdotas junto a esta relevante figura del vino, nombrado Caballero del Albariño en el año 2011.

En el primer artículo de esta saga, profundizamos en su vino blanco Marqués de Vizhoja, “su niña bonita” según muchos de sus amigos, y en el esfuerzo y decisión de Don Mariano para crear el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rías Baixas, que ampara los vinos Torre la Moreira y Señor da Folla Verde. Todos estos proyectos venían acompañados de fuertes lazos de amistad, como se abordó en la segunda entrega, con amigos con quien fraguó relación en el entorno del vino.

En estas últimas líneas sobre D. Mariano, cuatro personas que lo conocieron laboralmente se unen para explicar cómo era dirigiendo Bodegas Marqués de Vizhoja. Cómo evoluciona una empresa desde una pequeña bodega en Bouzas hasta el gran reconocimiento internacional con el que cuenta en la actualidad. Empleados, colaboradores y distribuidores de la bodega nos cuentan su faceta más empresarial, poniendo el cierre a este particular homenaje.

“Don Mariano no sabía sumar, sabía multiplicar”

Además de la gran amistad que les unía, Lino Rodríguez `Lucho´ cuidaba de la maquinaria de la bodega, como su técnico. “Ambos somos de Bouzas, nos conocíamos de toda la vida, pero la amistad se volvió más fuerte al trabajar en la maquinaria de la bodega”, explica Lucho, quien recuerda que la maquinaria se sofisticó cuando D. Mariano adquirió el Pazo La Moreira en 1975, “para ir a una escala mayor de embotellado”.

Lino Rodríguez _ Lucho
Lino Rodríguez _ Lucho

Lucho comenzó a trabajar con D. Mariano cuando todavía regentaba la pequeña bodega en Bouzas, donde embotellaba su vino. Pero ya entonces se vislumbraba hasta dónde podía crecer el negocio, “tenía las ideas muy claras, era un hombre con visión de futuro y una gran capacidad, no sabía sumar, D. Mariano sabía multiplicar”.

El técnico acompañaba a D. Mariano en el camino de crecimiento de la bodega. “Era un hombre que tenía una visión de cómo había que hacer las cosas, qué es lo que quería, cómo había que hacerlo y al final encontraba a la gente adecuada para que hicieran lo que él quería que hicieran”, explica. En su faceta de ‘jefe’, “era muy buen jefe, muy exigente, pero era generoso”.

Lucho cierra este relatado destacando cómo “D. Mariano lo hizo todo con una visión de futuro tan exacta que todo le salió a su medida, por ello, ahora que falta él, la empresa sigue funcionando perfectamente porque dejó dos hijos al frente que son un calco del padre”.

La botella pasa a ser el vendedor

A lo largo de estos tres artículos, amigos y compañeros de Don Mariano han elogiado la visión de marketing y el esfuerzo que puso en sus botellas y etiquetas. Si hay alguien involucrado en este campo es el diseñador Juan Marcet, cuya empresa trabaja desde su inicio con Bodegas Marqués de Vizhoja. “La factura número 1 de mi empresa se la hicimos a Don Mariano”, recuerda Juan Marcet.

Juan Marcet y Don Mariano Peláez
Juan Marcet y Don Mariano Peláez

Era el año 1986 y el primer encargo de la bodega de Arbo “fue diseñar un catálogo, llevaban unos años en el pazo y querían vincularlo con los vinos, así que fuimos diseñando diferentes soportes de comunicación”.

“D. Mariano no pensaba jamás en sus gustos, sino en el gusto de quien consumía sus vinos, un ejercicio que pocos empresarios hacen. Cuando no vendía en un sitio no culpaba al consumidor, sino que le daba vueltas a qué podía cambiarse”, explica.

Pero dentro del diseño lo fundamental era la botella. “Al servir en la mesa la botella de vino blanco Marqués de Vizhoja llamaba la atención, con el lacre, el rodaballo y la hoja. De golpe, la botella pasaba a ser el vendedor, era su niña bonita”, subraya.

Aunque las botellas de los vinos de Bodegas Marqués de Vizhoja han ido evolucionado, “conservan su esencia y prestamos mucha atención al nombre”. En este sentido, Juan Marcet explica que el plano verbal “es muy importante, cuando pasamos del logotipo a las palabras, por ello en los tres vinos utilizamos letras que sea lean bien, para que la gente los reconozca, una idea que Don Mariano apoyaba plenamente”.

De hecho, junto a la diseñadora Nuria Barreras, Juan Marcet estuvo a cargo del diseño de la botella de Señor da Folla Verde (Condado do Tea, 70% albariño, 15% loureira, 15% treixadura; D.O. Rías Baixas). “Representamos las hojas de las 3 uvas que componen el vino, albariño, loureira y treixadura, mientras que por detrás añadimos el dibujo del pazo”, finaliza Juan.

Hacer un buen vino y saber venderlo

Mario Hernández, delegado comercial de España de Bodegas Marqués de Vizhoja, comenzó a trabajar en la firma en el año 2006. “Cuando llegué, me llamó la atención que era una bodega muy familiar, un trato humano excelente”, recuerda Mario, quien recalca que Don Mariano “era el ‘don’ de la bodega, que se ganó a base de esfuerzo y de cariño”.

Como comercial tenía la responsabilidad de vender los vinos de la bodega, siempre con el apoyo de D. Mariano. “Daba unos consejos impresionantes, era un hombre que tenía la ‘universidad de la calle’, como llamamos los comerciales a quien aprende a vender con el día a día, con el cliente, aprendiendo de los errores”, relata.

Todavía hoy siguen pensando en el fundador de la Bodega. “Su hijo Jorge Peláez y yo salimos de una entrevista con un cliente y dudábamos sobre qué hacer. Yo le dije: Si estuviera tu padre ¿qué crees que haría?”.

“Puede ser que a alguien no le guste el vino, pero nunca he encontrado nadie en mi vida que me haya hablado mal de él. Esa humildad la transmitía, te hacía sentir relajado y bien, como si te envolviera con sus palabras y te diera calor”, recuerda Mario con cariño.

Mario Hernández
Mario Hernández

Más allá de la calidad de los vinos, la visión comercial de Don Mariano era uno de sus puntos fuertes. “Hablaba de maridaje en el año 70, cuando ninguna bodega lo hacía, Don Mariano ponía el rodaballo colgando de su botella para explicar el maridaje. Como él mismo decía, tener un buen vino, pero no un buen comercial es como un coche bueno que no tiene gasolina”, explica. “Pero él hacía buen vino y lo sabía vender”, insiste.

Enseñar el mundo del vino

Las enseñanzas de Don Mariano también las heredó Manuel Palleiro, cuya historia es similar a la de otras personas que se cruzaron profesionalmente con el bodeguero. Su camino se une con el de D. Mariano cuando Palleiro tenía 21 años, quien está al frente de la empresa de distribución de su familia. Eran los años 80, “empecé a buscar productos y un distribuidor que se jubilaba me habló de D. Mariano”, explica.

Tras una conversación telefónica, Manuel visitó Galicia para conocer Bodegas Marqués de Vizhoja. Quería convencer a D. Mariano de distribuir su vino en la capital. “Le parecí un “pimpín”, pero confió en mí y hoy seguimos distribuyendo sus vinos”, recuerda Manuel.

“Era un maestro para mí. Yo era un chico de 21 años, ni siquiera me gustaba el vino, era de refrescos”, bromea el distribuidor. Sin embargo, D. Mariano le enseñó “a degustar los vinos, me introdujo en ese mundo y me encantó”.

Manuel - Palleiro
Manuel - Palleiro

A lo largo de tres artículos, amigos, compañeros, clientes, proveedores y hasta sus propios hijos, Jorge y Javier Peláez, han recordado la trayectoria de Don Mariano Peláez. Un repaso desde sus inicios en el barrio de Bouzas hasta su investidura como Caballero del Albariño, pasando por su llegada al Pazo La Moreira.

Una vida que, como han dejado patente estos tres artículos, Don Mariano dedicó a la profesionalización del mundo del vino, al reconocimiento de Galicia en el sector y al impulso a la D.O. Rías Baixas. Según quienes lo conocieron, abundan los adjetivos para describir su trayectoria profesional: innovador, visionario, exigente, decidido, entre muchos otros.

No obstante, los adjetivos con mayor valor son aquellos que elogian su faceta más personal. En boca de sus amigos, Don Mariano era “generoso, humilde, maestro, irrepetible…” Unas cualidades que impregnan los vinos de Bodegas Marqués de Vizhoja y que siguen en cada botella, sin importar el tiempo que transcurra desde la ausencia del fundador de la bodega.