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Tras un primer artículo para profundizar en la creación de los vinos por parte del fundador de Bodega Marqués de Vizhoja, esta segunda entrega se adentra en las amistades que surgen en la bodega.

Don Mariano Peláez, fundador de Bodegas Marqués de Vizhoja, es recordado no sólo por el éxito de sus vinos, sino también por su cercanía y el buen trato hacia sus amigos. Coincidiendo con el décimo aniversario de su fallecimiento, recorremos en tres artículos su trayectoria, centrándose esta segunda parte en las amistades que surgen en la bodega.

El primer artículo narraba cómo Don Mariano Peláez inicia su trayectoria en una tienda de ultramarinos y cantina en la villa marinera de Bouzas. Desde ahí comienza a distribuir su vino blanco Marqués de Vizhoja, llegando a restaurantes como el Basilio Toralla, cuya historia cuenta José Durán en el primer artículo. En esas mismas líneas, Juan González, de DISBECA y J.B. Cao, recordaba la importancia del diseño de la botella y el cariño hacia ese primer vino por parte de Don Mariano.

Tras adquirir en 1975 Finca La Moreira, la bodega se expande y llegamos a la creación del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rías Baixas, que ampara los vinos Torre la Moreira y Señor da Folla Verde, una época que resumen la enóloga Isabel Mijares y el bodeguero Antonio Alén.

Sin embargo, además de trabajar a fondo en sus vinos, Don Mariano forjó fuertes amistades paralelas a la bodega, algunas de ellas ya con voz en el primer artículo. En las siguientes líneas, varios amigos del bodeguero nos cuentan cómo era Don Mariano, cerrando con las reflexiones de su hijo Javier Peláez, como lo hiciera su hermano Jorge en la primera entrega.

Las cepas Bodegas Marqués de Vizhoja

A punto de salir a pasear por su finca, la misma en la que cada día mima con nostalgia las cepas que le regaló su amigo, José Joaquín García Rodríguez ‘Pepín’ echa la vista atrás para hablar de don Mariano. Se conocieron con apenas 20 años y fue su aliado en infinitos viajes y momentos, personales y profesionales. “Nacimos el mismo año en 1935”, afirma riendo.

José Joaquín García  'Pepín'
José Joaquín García 'Pepín'

“Lo conocí cuando tenía la cantina en Bouzas”, explica Pepín. Su amistad continuó desde entonces y de hecho Pepín ayudó a Don Mariano en la compra y puesta en marcha del Pazo La Moreira.

Visitamos bodegas en Portugal para aprender un poco, ya que allí estaban más adelantados que nosotros. Contactamos con un enólogo inglés allí que nos explicó el montaje técnico, nos habló de proveedores…”, repasa sobre los primeros años de la bodega de Arbo.

Pepín recuerda la generosidad de su amigo: “siempre ayudó a todo el mundo, un hombre entrañable, muy amigo de sus amigos, tengo varios regalos suyos”. Entre esos regalos están unas cepas de albariño que le regaló Don Mariano, “tengo una placa que indica Cepas Bodegas Marqués de Vizhoja”.

“Nunca estaba satisfecho con lo que lograba, siempre quería más, por eso fue un adelantado en el vino y llegó a donde tenía que llegar, logrando reconocimiento internacional”, añade su amigo, quien siempre insistió en “promover un homenaje a su figura, porque fue un precursor, el primero en presentar el vino con elegancia y caché”.

Un nuevo rumbo en el mundo del vino

“Estaba ante un auténtico genio, enamorado de la viticultura”. Esta fue la primera impresión del experto gastronómico, José Manuel Orriols, cuando conoció a D. Mariano hace más de 30 años en el Pazo La Moreira. Una primera impresión confirmada tras la gran relación que les uniría durante décadas, “para mí el tiempo se detenía cuando estaba con él y sus hijos”.

Afable, correcto, amigo de sus amigos, serio, trabajador cercano… son algunos de los muchos adjetivos que utiliza Orriols para definir a su buen amigo. “Escucharlo era asistir a un ameno máster en enología”, explica Orriols, quien parafrasea a Don Mariano cuando decía “el vino se machaca con los pies y se elabora con la cabeza”.

Jose Manuel Orriols
Jose Manuel Orriols

“Fue un innovador, en aquellos tiempos el vino se vendía a granel, pero él lo embotelló y etiquetó vistiendo sus botellas con la hoja de parra y el rodaballo. Además, embotellado podía enviarlo lejos de Vigo sin que se estropease”, explica Orriols, quien recuerda además que el título de Marqués “es ficticio, pero los grandes vinos de entonces se llamaban Marqués de… o Conde de…”

Orriols repite las propias palabras de Don Mariano sobre su marquesado ficticio: “No soy Marqués ni quiero serlo, sí lo soy de la vid y de la hoja, nada más, y estoy muy satisfecho de conseguir lo que perseguí siempre. Cuando estoy enfermo la mejor medicina son mis viñas, si tengo disgustos mi consuelo está aquí y, si son éxitos, también lo celebro aquí. Desde luego no puede haber marqueses más afortunados que yo”.

“Él mismo decía que con el vino comprendió que la vida es la que te enseña y que, si tienes afán de superación, ilusión y constancia en un proyecto, siempre lo consigues con éxito”, añade el experto gastronómico recordando las palabras del bodeguero.

Orriols pone contexto al reconocimiento de D. Mariano como Caballero del Albariño: “Él fue uno de los 14 bodegueros y viticultores que crearon el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rías Baixas. Durante muchos años fue el único fundador al que no invistieron Caballero del Albariño”.

El reconocimiento llegaría en 2011, “había alcanzado tal popularidad que era imposible mantener aquella injusticia”. Para Orriols, “Don Mariano fue un personaje irrepetible, que ya forma parte de nuestra historia reciente, marcando un nuevo rumbo en el mundo del vino”.

La familia de Bodegas Marqués de Vizhoja

No obstante, Don Mariano cultivaba también amistades a nivel profesional, creaba a su alrededor la familia de Marqués de Vizhoja, en la que estaban los proveedores y distribuidores, entre otros. Uno de los primeros en formar parte de ella es la empresa Iguazú Vinos, una distribuidora en la provincia de Barcelona.

En la actualidad, Carlos Barrero junto con su hermano Luis Barrero están al frente del negocio, pero la relación con la bodega de Arbo se remonta a los años 70. “Nosotros heredamos la empresa de nuestro padre y D. Mariano ya era su proveedor”.

Carlos y su hermano se hacen cargo de la distribuidora al fallecer su padre, “éramos jóvenes y D. Mariano nos ayudó mucho, para nosotros fue como un padre en el mundo del vino”. De hecho, aunque se cumple una década del fallecimiento del impulsor de la bodega, “todavía hoy en día nos referenciamos en sus enseñanzas y recordamos su forma de pensar”.

Carlos Barrero - Iguazú
Carlos Barrero - Iguazú

El distribuidor elogia el trato familiar de la bodega de Arbo, así como su intención de fidelizar al cliente. “En la actualidad, con sus hijos, seguimos teniendo la sensación de familia, llamamos para pedir consejo y viceversa”, explica Carlos sobre la filosofía de la empresa. Un trato que conoció con D. Mariano y que intenta trasladar siempre a las relaciones con sus clientes.

El relevo en la bodega

Mientras D. Mariano transmitió a su hijo Jorge Peláez la importancia del marketing en la bodega, su hijo Javier heredó el conocimiento técnico sobre el vino. “Yo nací entre viñas, entre uvas y botellas de vino.  MI infancia, mi niñez y luego mi adolescencia ha sido alrededor del mundo del vino, por lo que estaba claro que finalmente acabaría trabajando en la bodega”, explica Javier Peláez, director técnico de Bodegas Marqués de Vizhoja.

Javier se identifica más como bodeguero que como enólogo, “algo que me enseñó mi padre, que decía que ser enólogo era quien sólo hacía vino, mientras que el bodeguero tenía que hacer de todo: trabajar el campo y la uva para, finalmente, elaborar el vino”.  

Javier Peláez (Propietario y Director Técnico Bodegas Marqués de Vizhoja)
Javier Peláez (Propietario y Director Técnico Bodegas Marqués de Vizhoja)

De esa elaboración del vino junto a su padre, Javier recuerda “cuando de niños hacíamos catas de uva buscando su estado fenólico, para poder posteriormente vendimiar con una uva equilibrada”. Otro recuerdo que conserva de su infancia “es el olor de las levaduras, que preparábamos removiendo en la cocina del pazo…”. Para Javier son “aromas muy grabados, de hecho, cuando las preparo y huelo esa fermentación, me acuerdo de él, se me pone la piel de gallina”.

Asumir la bodega “fue y es una satisfacción, al mismo tiempo que una gran responsabilidad, porque no se pueden cometer errores para mantener los mismos estándares que mi padre implementó en cada proyecto”.

Pero más allá de la bodega, Don Mariano inculcó a sus hijos “ser humildes y mantener el sentimiento de familia”. Y sobre las palabras que le han dedicado tantos amigos hacia su padre, “es una gran satisfacción y me emociona a la vez, sigo escuchando maravillas de mi padre, por ello haberlo tenido como maestro y que te lo recuerden me complace enormemente”.

La personalidad de Don Mariano Peláez dejó huella en todo tipo de personalidades del mundo del vino, que quieren participar en este homenaje. Por ello, tras una primera entrega centrada en profesionalizar el sector, y una segunda parte, sobre las relaciones alrededor de la bodega, los compañeros de Don Mariano Peláez continuarán con este particular homenaje a su figura en un tercer y último artículo.