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El Areoso Beach Club se suma a la red de locales kilómetro cero de Galicia, contando con platos elaborados con productos de proximidad que combinan a la perfección con los vinos de Bodegas Marqués de Vizhoja

Redacción

En el imaginario colectivo, por lo general, los chiringuitos de playa se posicionan un escalón por debajo de los restaurantes tradicionales. Sin embargo, esta idea empezó hace años a difuminarse a medida que han ido naciendo locales, en diferentes arenales, con una calidad soberbia en sus platos. En A Illa de Arousa, el Areoso Beach Club da una vuelta de tuerca al concepto habitual de chiringuitos apostando por la mejor comida y sumándose a la red de locales kilómetro cero, de la asociación Slow Food. Los clientes, de este modo, comen rodeados de naturaleza y producto local.

«Es nuestra segunda temporada, quisimos hacer un chiringuito diferente con productos de proximidad y platos de temporada, una cocina a la vista de elaboración directa», explica Rubén García, responsable del local.  Y continúa: «El 80 % de las verduras que utilizamos son de temporada, lo mismo que el pescado; ahora por ejemplo tenemos xoubas, marisco, chipirón… la gente lo valora y lo agradece», añade.

Pero la proximidad no solo es requisito en sus platos, también debe estar presente en la bebida, que debe ser de origen local. Por eso, su mejor aliado es Bodegas Marqués de Vizhoja, cuyos vinos están también bajo este sello de proximidad.

Para combinar con Torre la Moreira (100% albariño, D.O. Rías Baixas), Rubén recomienda una zorza marina con bonito del norte de las costas del Cantábrico, o un wok con chipirones, langostinos y verduras de temporada.

Como el verano invita a tomar siempre postre, en el Areoso Beach Club preparan cremoso de queso con ron y café, ideal para saborear mirando al mar con un Licor Café de Bodegas Marqués de Vizhoja.

El Areoso Beach Club se encuentra en la Punta Quilma, cuyas vistas, la comida de kilómetro 0 y la naturaleza que lo rodea hacen de este chiringuito un auténtico paraíso. Está abierto hasta finales de septiembre, con clientela que ya acude dos o tres veces por semana. «Apostar por el producto local nos permite además no estar pendiente a los vaivenes de la actualidad mundial, con los continuos problemas que hay en los transportes o los aranceles», concluye Rubén García.