¿Llegó a vivir 96 años Isabel II por su alimentación?

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ANDY RAIN | EFE

La dieta de los británicos dista de ser la más saludable, y aunque la difunta reina fue muy longeva, era una fiel seguidora de los platos más típicos del Reino Unido

14 sep 2022 . Actualizado a las 20:55 h.

Entre lo de que es bueno tomar una copita de vino al día, y otros mitos como que la Reina Madre vivió más de cien años gracias a que «se conservaba en alcohol» (a diario consumía ginebra, vermú, vino y champán), las excusas están servidas para lanzarse a la bebida. Sin embargo, los médicos no cesan en su empeño de recordar que la ingesta de alcohol es nociva independientemente de su dosis. Que la madre de Isabel II fuera tan longeva probablemente atienda a razones genéticas, igual que ocurrió con la recién fallecida monarca, que vivió hasta los 96 años. Precisamente, la soberana de la Casa Windsor no escatimaba en platos y alimentos que, sobre todo a esas edades, muchos doctores retiran de la dieta. Pero a ver quién le llevaba la contraria.

El Reino Unido tiene, después de Malta, la mayor tasa de obesidad de Europa. De hecho, el ex primer ministro Boris Johnson llegó a entonar el mea culpa reconociendo que había adoptado una postura muy laxa respecto a este tema y que él mismo tenía que bajar de peso. La dieta británica se basa en un desayuno contundente que no escatima en bacon, huevos o salchichas. Además, cuentan con una nutrida variedad de quesos, gustan de ponerle salsas (la gravy, elaborada con los jugos de la cocción de carnes y verduras), adoran la mermelada, las tartas y, por supuesto, el té. Este tipo de alimentación nada tiene que ver con regímenes como el mediterráneo y atlántico, mucho más centrados en grasas saludables, hortalizas y pescados.

La reina Isabel II representaba a la perfección qué es ser un británico, más allá de por la flema y la pompa, por cómo comía. Según explicó el que durante años fuera su cocinero de cabecera a la revista Hello!, Darren McGrady, la reina mantenía una dieta saludable pero sin restricción alguna. Para empezar, hacía dos desayunos; el primero era más flojo, consistente en un té Earl Grey con leche, azúcar y galletas y, unas horas más tarde, ya se daba un banquete: cereales, yogur, tostadas con mermelada y arenques, muy populares en el Reino Unido y en la dieta nórdica, y uno de los pescados preferidos de la soberana.

Para elaborar el menú de la semana, McGrady le daba diversas opciones y ella escogía lo que más le apetecía, que muchas veces estaba influenciado por si comía sola o con gente. En el caso de que no tuviese compañía, prefería comer pasta o patatas, y si era una comida más multitudinaria, ya se inclinaba por pescado y verduras. Entre sus favoritos, una elaboración que es una suerte de paté preparada con salmón ahumado, trucha y caballa.

Otro infalible del día a día de la reina es el sándwich de pepino. Aunque en otros lugares esta elaboración puede ser de lo más extraña, se trata de un tentempié típico del Reino Unido al que la reina no le ponía un pero; de hecho, era su merienda más habitual. 

Lo que sí o sí formaba parte de su día a día era el dulce, mal que le pesase a su cardiólogo. Darren llegó a asegurar que Isabel II era adicta al chocolate, y en efecto, lo consumía varias veces al día. Los pasteles que se permitía de postre llevaban, prácticamente siempre, este ingrediente, y en sus desayunos no faltaban un par de galletas bañadas también en cacao.

Respecto al alcohol, lo cierto es que heredó el hábito de su madre. La ginebra era su perdición, y no perdonaba un vermú en el aperitivo. Este toque dulce lo buscaba también en la cena, pues acompañaba este último momento de un vino dulce alemán.