Cesta de la compra para uno, misión imposible

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Galicia tiene casi 300.000 hogares unipersonales, una cifra que no deja de crecer. La industria alimentaria se hace la sueca y sigue premiando a los modelos de familia tradicionales

30 ago 2022 . Actualizado a las 18:27 h.

Por mucho que se romantice la idea de estar soltero creando términos más apetecibles como single —una vez más los anglicismos sirviendo para blanquear realidades y circunstancias—, y pese a que Bad Bunny se empeñe en decir que está de moda, lo cierto es que hay un punto que no admite discusión: estar soltero sale, siempre, más caro. Sobre todo, si esa persona vive sola. 

En Galicia hay 290.500 hogares unipersonales, un 15,8% más que en el 2013, según los últimos datos Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes al 2020. La mayoría de estos hogares corresponden a personas solteras: concretamente, 124.500; esto significa que se produjo un incremento de casi un 10 % respecto al 2013. Aun con estos datos en la mesa, el capitalismo está pensado para que la vida se desarrolle entre dos. Y aunque hay avances en algunos sectores, sigue siendo complicado que este grupo poblacional encuentre su sitio. El supermercado es uno de los grandes ejemplos.

Basta con fijarse en las ofertas para entender de qué va todo esto. Si a quienes viven solos ya les cuesta encontrar productos que cubran sus necesidades reales, de ahorrar unos euros, ni hablamos. Los 2x1 o los 3x2 no se adecúan a este tipo de hogares, ni tampoco los formatos ahorro (más cantidad de producto al mismo precio) ni, en términos generales, el tamaño de los envases de los productos que habitualmente adquiere todo hijo de vecino. Para conseguir hacer una compra sostenible y económica, una persona soltera debería acudir a los mercados y tiendas locales, pero esto no siempre es sencillo por los agotadores horarios que, sobre todo, arrastran los millennials en sus trabajos. Así las cosas, toca hacer encaje de bolillos o, simplemente, alimentarse de lo mismo prácticamente toda la semana, un hábito que tampoco es demasiado saludable aunque las preparaciones, en sí, lo sean.

Pongamos que uno quiere lanzarse a la vida sana y preparar hermosas ensaladas. Lo mejor en este caso es acudir a esos alimentos que podemos conseguir a granel (tomates, zanahorias, cebolla) y a las conservas, que sí se encuentran con facilidad en tamaño individual.

Es probable que haya que dejar de lado, lamentablemente, la lechuga, el pepino o los pimientos porque muchas veces en el súper solo se encuentran en packs de tres. La verdura de hoja, ya que la hemos mencionado, es especialmente contraria a las rutinas de los solteros, tanto la envasada como la que no lo está. La vida útil de la rúcula, los canónigos o las espinacas es corta y no son de esos alimentos que se pueden congelar. En el caso de las espinacas, sí que podríamos hacer una crema si empiezan a ponerse feas las hojas. La cuestión es que el tamaño más pequeño que se encuentra uno dando una vuelta por los supermercados habituales gallegos es el que tiene la marca Florette, que cuenta paquetes de 125 gramos con diferentes verduras de hoja verde.

Sin abandonar los vegetales, muchas veces estas personas encuentran serios problemas con los aguacates, que también se presentan en innumerables establecimientos en packs, o el apio y los puerros, a los que les sucede tres cuartas partes de lo mismo. En este último caso, como en el de las espinacas, se puede preparar una vichyssoise y congelarla. 

El mundo de las legumbres en conserva también tiene tela. Es prácticamente imposible encontrar formatos individuales, por lo que acaban pereciendo tristemente en la nevera las sobras de garbanzo de cualquier guiso. Una buena alternativa la tiene Luengo, con la cantidad perfecta para un único plato principal y, en el caso de las lentejas, la marca blanca de Carrefour. Respecto a este punto, comentar que son estas enseñas muchas veces denostadas las que más se están poniendo las pilas en este tema.

Ocurre con Carrefour y Mercadona, por ejemplo, con la salsa de tomate. Solo los amantes de la pasta que viven solos saben lo complicado que es agotar este tipo de productos. Porque decimos salsa de tomate, pero aquí entra el pesto, la salsa de queso o cualquier variedad que, en cuanto se abra, dure menos de una semana en buenas condiciones. Y otro melón (que tampoco es la mejor fruta para los solteros, claro), el hummus y el guacamole. Para comprar este tipo de productos, alguien que vive solo ya puede tener antojo, pues el banquete para acabar en un par de días con estos envases, no es pequeño. Y quizás tampoco muy recomendable si, por otro lado, se va a acompañar de picos, regañás, o cualquier primo hermano de estos inventos. Esto se aplica, también, a las cuñas de queso. Y esto pica, y mucho, a más de un cheeselover. No será por ganas de acabar con ella de una tacada, pero lejos está eso de ser lo que aconseja un nutricionista. Y si uno quiere ser responsable, pero darse un capricho, lo cierto es que se le acabará estropeando el manjar.

En el mundo de los lácteos los problemas no acaban aquí. La leche también da quebraderos de cabeza a los solteros, pues no aguanta mucho más que tres o cuatro días en condiciones óptimas, y con que uno se tome solo el café de la mañana, es casi imposible terminar el bote. Es cierto que comienzan a aparecer opciones en formato individual, y aunque previsiblemente estén pensados para que se la lleven los niños al cole, aceptamos pulpo.