Los restaurantes del Grupo Nove cierran sus puertas a la una de la mañana: «Hay que empezar a fijarse en Portugal»

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Una veintena de locales se han sumado a esta iniciativa para mejorar la conciliación de sus empleados y darle su lugar a los bares de copas
27 abr 2022 . Actualizado a las 16:46 h.La hostelería gallega estuvo casi dos años en un permanente duermevela. Y ahora que por fin ha despertado, parte del sector tiene mucho que decir. Este tiempo ha servido, pese a las vicisitudes, para que algunos locales tomen nota de esas cosas que son necesarias cambiar ahora que se abre un nuevo horizonte, contando con que los clientes serán también conscientes de que el recreativo mundo de la gastronomía necesita virar hacia un extremo más humano y sostenible. De este modo, los cocineros del grupo Nove, que en Galicia cuentan con una veintena de restaurantes, la mayoría los más prestigiosos de la comunidad, se han unido para tomar una decisión que pretende ser el motor de un cambio de tendencia general en la comunidad: sus locales han empezado a cerrar, con carácter permanente, a las 01.00 horas.
Como explica Dani Guzmán, presidente de esta asociación y al frente de Nova, en Ourense (una estrella Michelin), se trata de «una iniciativa que lejos de pretender sentar cátedra, porque entendemos que cada local tiene sus características, sí quiere ser un ejemplo para muchos locales que buscan mejorar la vida de sus equipos, nosotros los primeros».
Gesto simbólico
Efectivamente, se trata de un gesto simbólico, pues a estas alturas la mayoría de restaurantes pertenecientes al grupo Nove o ya cerraban sus puertas a esta hora o lo hacían cerca de las 2.00 horas. Esto, muchas veces ocurre, como indica Manuel Costiña, propietario de Retiro da Costiña, en Santa Comba (una estrella Michelin) porque los comensales que tienen mesa para el último turno se retrasan y, por tanto, un menú degustación cuya experiencia dura alrededor de tres horas, se dilata hasta altas horas. La cuestión, como recalca Guzmán, es que al lanzar este mensaje como asociación, todos unidos, lo que pretenden es que se respeten los horarios, igual que se hacía, comenta, cuando había restricciones a cuenta del covid. «La gente tuvo mucha empatía y se adaptó muy bien a tener que modificar sus rutinas y esto ni siquiera va a suponer un cambio radical, pero sí es cierto que así se garantiza una mejora en la conciliación de los trabajadores y que, por otro lado, tampoco les quitamos esa primera copa a los locales de ocio nocturno que tan mal lo pasaron en los últimos tiempos».
En esta misma línea se manifiesta Pepe Solla, de Casa Solla, en Poio, también con una estrella Michelin. «Tener que justificar que un restaurante vaya a cerrar a la una ya tendría que hacernos reflexionar, porque es una hora más que razonable si uno sale a cenar fuera. Sin embargo, tenemos el deber de respetar a nuestros trabajadores y también al sector, y con esto me refiero a esos locales que pagan específicamente por ser bares de copas y cuyo cometido es ese; yo no tengo ningún problema, al revés, con que mis clientes disfruten de una sobremesa, pero si la idea es pasar dos horas tomando copas, lo lógico es ir a un sitio que se dedique a eso».
Así, tras preguntarle si el hecho de ser firme con el cierre de sus restaurantes una hora después de la medianoche le va a perjudicar económicamente, responde: «No puedo pensar en si me salen o no los números por los gin-tonics que dejo de servir, pero si realmente me afectara, significaría que estoy haciendo mal mi trabajo y que tengo que dejar de servir comida, que es lo mío, para abrir un bar de copas». Pese a esta reivindicación, en Casa Solla este chef admite reservas hasta las 22.15 horas, una hora que considera razonable para disfrutar sin ninguna prisa de sus célebres menús.
España cena tres horas más tarde que Europa
España lleva más de 80 años viviendo como Europa sin vivir como Europa. Y, de aquellos polvos estos lodos, la decisión tomada por Francisco Franco de retrasar el reloj una hora como gesto de simpatía hacia la Alemania de Hitler, provocó cambios mucho más abruptos de lo que pudiera parecer. Este efecto dominó este sábado se materializa en las tediosas jornadas partidas, unos horarios comerciales incomprensibles a ojos del resto del mundo y, por supuesto, en unas horas para comer también insólitas.
Daniel Guzmán, presidente del Grupo Nove, recuerda que los restaurantes tienen licencia para estar abiertos hasta las 03.00 horas, algo del todo impensable en otros puntos del globo. Pero nada descabellado si se tiene en cuenta que la hora punta para cenar en un restaurante en España son las 22.00 horas, y muchas veces se reservan mesas para las 22.30 o las 23.00 horas.
«Antes de la pandemia estábamos muy mal acostumbrados, pero la gente se concienció nadie le puso pegas a cenar a las nueve de la noche, una hora mucho más razonable y que se adecúa más al resto de Europa, incluido Portugal, donde deberíamos poner el ojo», plantea Manuel Costiña, de Retiro da Costiña.
El país vecino, cuya idiosincrasia puede asemejarse a la gallega, cena alrededor de las nueve de la noche, y es la zona que más se acerca a los horarios de comidas españoles. En el resto del sur de Europa lo habitual es cenar entre las 20.00 y las 21.00 horas, aunque lo más frecuente en Europa es tomar la última comida del día a las siete de la tarde; casi cuando aquí estamos o merendando o saliendo de trabajar. En el extremo opuesto a lo que sucede en España se encuentran los países nórdicos, que están acostumbrados a cenar entre las cuatro y las cinco de la tarde, lo que para nosotros sería la hora de la siesta.

Sanidad retira la recomendación de suprimir del menú las bebidas alcohólicas
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en España. Se cobran al año más de 115.000 vidas: una de cada cuatro personas fallece por problemas de corazón y patologías derivadas, un panorama que resulta urgente abordar. En eso están Gobierno y comunidades, que este miércoles aprobaron en el Consejo Interterritorial de Salud una nueva estrategia al respecto para prevenir estas patologías y promover la adopción de hábitos de vida saludable. Entre otras medidas, el plan —elaborado por médicos y técnicos— contemplaba inicialmente pedir a los hosteleros que dejasen fuera de los menús del día las bebidas alcohólicas, aunque finalmente está mención al alcohol se retiró. El párrafo definitivo señala que se plantea la colaboración «con establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable».