Representantes del sector hostelero están a favor de implementar el modelo vasco, con pinchos que cuestan alrededor de 1 euro
26 abr 2022 . Actualizado a las 12:54 h.Empezaban a montarse las primeras casetas del San Froilán cuando el entonces alcalde de Lugo, José López Orozco, pidió a los hosteleros de la zona centro que recordasen que durante las fiestas «o importante é a gastronomía e que a xente se vaia contenta da cidade». Con estas palabras cuestionó que algunos locales de la ciudad amurallada decidiesen no ofrecer tapas gratis a los clientes mientras durasen los festejos. Lo de ir llenando el estómago a base de obsequios que llegan con el vino o la caña forma parte de la vida social lucense. Pero no es esta la única ciudad en la que uno puede volver a casa cenado sin casi haber abierto la cartera. Granada es otro caso similar, con la salvedad de que su regidor parece no estar nada de acuerdo con esta costumbre. De hecho, hace unos días argumentaba que, con el objetivo de beneficiar la gastronomía de calidad, dejaría de promocionar las tapas gratis, abriendo así un debate que, solo a priori, parecía no tener cabida en Galicia.
El incalculable atractivo y valor que suponen estos pequeños platos para locales y turistas no lo pone en duda ninguno de los hosteleros a los que se les preguntó por el futuro de las tapas en la comunidad. Ahora bien, respecto a si la hostería tiene que darle una pensada a este modelo de negocio, las opiniones están polarizadas; sobre todo, explican algunos, desde que el covid y la otra epidemia, la energética, entraron en nuestra vida y cuentas bancarias.
«En Lugo este tema se ha ido de las manos», adelanta Luis Latorre, de la Asociación de Empresarios Lugo Monumental. Lo aclara: «Hasta los noventa lo habitual era poner un pequeño pincho, pero la competencia ha hecho que en la actualidad los bares de la ciudad ofrezcan una tapa por cada consumición con varias opciones a elegir. Evidentemente esto es un atractivo para el cliente y un reclamo para el turista, pero también es inasumible para muchos bares, más ahora».
Calidad y cantidad a 1 euro
Según Latorre, habría que poner el ojo en el modelo vasco. «Allí te dan un pincho contundente por poco más de 1 euro». Otro que considera que esta es una alternativa a tener en cuenta en Galicia es César Ballesteros, presidente de la Federación de Hostelería de Pontevedra. «Aquí los bares que se han lanzado a ofrecer una variedad ingente de pinchos gratis para enganchar al cliente han acabado cerrando; y todavía no estábamos en la coyuntura actual, en la que restaurantes y cafeterías van a tener que reflexionar». Continúa: «Hay muchos que quieren luchar contra la competencia ofreciendo tapas gratis, bajando los precios... pero los números así no salen, y al final dará igual si captas clientes, porque serán insuficientes».
Las cuentas de la abuela dejaron de salirle a Chisco Jiménez, propietario del Culuca (A Coruña), hace unos años, cuando decidió no servir más sus famosísimas tapas de callos. Al menos, gratis. «Tardé muchísimo en tomar esta decisión, pero lo cierto es que dejaba de servir comidas y no era rentable. Con esto no quiero decir que no crea en el potencial de los pinchos de cortesía, de hecho pienso que en Coruña en la zona de vinos funciona genial, y no nos afecta a los que tenemos restaurantes y trabajamos de forma distinta». Chisco es también copropitario de La Taberna de A Galera, en pleno centro neurálgico de este fenómeno.
Moderación en Santiago
Puede que Thor Rodríguez, presidente de Hostelería Compostela, tenga una explicación a lo que comenta Chisco: «En Lugo el tema de las tapas es una locura, y entiendo que pueda repercutirle negativamente a muchos locales el hecho de que se le dé al cliente tanta comida gratis, pero en A Coruña y Santiago esta tradición está más controlada. Aquí en Santiago, de hecho, sí que es habitual que los bares ofrezcan embutido o tortilla, y creo que pefectamente se puede continuar con esta costumbre porque son tapitas muy pequeñas que lo que hacen es captar a extranjeros, que alucinan, y también a los locales». Pero puntualiza: «Sin embargo, hace tiempo que no se ven esos platos gigantes gratis de los bares típicos de estudiantes», comenta Rodríguez.
De mantener esta puesta en escena que tanto gusta en Galicia habla también Álvaro Victoriano, uno de los responsables de Charlatán, también situado en la zona cero del tapeo herculino. «La tapa no debería ni desaparecer ni cobrarse, forma parte de nuestra idiosincrasia y de la manera de muchos bares de ganarse a sus fieles. Preferiría subirle el precio a la caña que cobrar una tapa».