¿Basta con mejorar el etiquetado de las bebidas energéticas para reducir su consumo?

L. G. V.

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El Gobierno reconoce el riesgo que suponen para la salud. Según un especialista, una botella equivale a tres cafés y 16 cucharadas de azúcar

19 nov 2021 . Actualizado a las 19:37 h.

A principios de los 2000, muchos jóvenes españoles estaban convencidos de que las bebidas energéticas que tomaban para rendir en los estudios llevaban semen de toro. La taurina, uno de los ingredientes principales de esos líquidos que prometen darte alas, es una molécula orgánica que, originariamente, se extraía del semen de toro y la bilis de buey. Originariamente. Y, de hecho, en las bebidas energizantes se obtiene tras sintetizarse en un laboratorio, tanto que por eso estos brebajes son aptos para vegetarianos y veganos. La cuestión de fondo es que lo subversivo de estar metiéndose entre pecho y espalda semen de toro era solo el telón de fondo de decenas de leyendas urbanas que rodeaban a este tipo de bebidas (todos los adolescentes de la época conocían a un amigo de un amigo que había acabado en el hospital por pasarse de dosis en la biblioteca).

Así las cosas, el oscurantismo tiene posos de verdad. Y de hecho estas controvertidísimas bebidas están ahora en jaque y el Gobierno quiere mejorar su etiquetado para alertar de sus efectos secundarios, cuando su consumo sea elevado, sobre todo entre los jóvenes. Así quedó reflejado en la Comisión Mixta Congreso y Senado para el Estudio de los Problemas de las Adicciones al aprobarse, con el apoyo de todos los partidos, una proposición no de ley, presentada por el PSOE, que contempla también elaborar campañas de educación y comunicación con el objetivo de aumentar el conocimiento de la población sobre estas bebidas.

El pasado mes de mayo el ministro de Consumo, Alberto Garzón, planteó una regulación de las bebidas energéticas ante su elevado consumo y el «riesgo» que suponen para la salud. Según una encuesta elaborada por el comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), el 62 % de los adolescentes tienen un consumo que prevalece, mientras que en los adultos esa cifra es del 30 %. Los socialistas, en boca de su diputada Carmen Andrés, han pedido que tal regulación se haga «con el máximo rigor científico», al tiempo que ha considerado necesario advertir del riesgo que supone la combinación de las bebidas energéticas con alcohol. 

Energy es el término escogido por los fabricantes de estas bebidas para posicionarse en el mercado. Todas incluyen esta palabra en el frontal y bien grande. Pero ni rastro del perjuicio que supone su consumo en elevadas cantidades. La carnitina, la taurina o el ginseng se encuentran entre los componentes fundamentales de estas bebidas a los que, la EFSA ( la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) les ha tumbado el chiringuito anulando los posibles efectos positivos que puedan tener sobre el cuerpo humano. Además, estos componentes estimulantes se mezclan en estas bebidas con la cafeína, concluyendo el doctor en Ciencias y Tecnología de los Alimentos, Miguel A. Lurueña, que algunas de estas bebidas equivale a tres cafés con 16 cucharadas de azúcar. Muchos jóvenes toman más de una al día.

Un estudio publicado en Frontiers revela que «los riesgos para la salud asociados con el consumo de bebidas energéticas están relacionados principalmente con su contenido de cafeína, pero se necesita más investigación que evalúe los efectos a largo plazo de consumir ingredientes comunes de bebidas energéticas. La evidencia que indica efectos adversos para la salud debido al consumo de bebidas energéticas con alcohol es cada vez mayor. Los riesgos del consumo excesivo de bebidas energéticas entre los jóvenes no se han abordado en gran medida y están a punto de convertirse en un importante problema de salud pública en el futuro».

Con cada vez más marcas comerciales en el mercado, según datos de la EFSA, El 68 % de los adolescentes (10 a 18 años) de la UE los consume, y de ellos, el 12 % presenta un  consumo «crónico alto» de siete litros al mes y otro 12%, un consumo «agudo alto».