Manuel Villanueva: «Cada compañía y cada comida requiere un vino diferente»

Mónica Pérez
M. Pérez REDACCIÓN / LA VOZ

MÁS ACTUALIDAD

Ramón Leiro

El gallego recoge en el libro «Palabra de vino» más de treinta conversaciones con diferentes personajes

14 jun 2021 . Actualizado a las 10:14 h.

Manuel Villanueva (Marín, 1957) es de hace años uno de los pesos pesados de Mediaset, ocupando la dirección general de contenidos del grupo mediático. Periodista de profesión, el tiempo que no le ocupa su cargo, lo dedica a escribir sobre una de sus pasiones, el vino y la gastronomía. Ahora acaba de publicarse el libro Palabra de vino, donde recopila una treintena de conversaciones con diferentes personajes famosos por su profesión, todas regadas con un vino de excepción.

—¿Cómo surgió la idea de este libro?

—Cuando arranca Nius, su director, que además es el prologuista del libro, Juan Pedro Valentín, que sabe de mi afición a la gastronomía, a la lectura y a la escritura, me propone una colaboración semanal. Primero le llamamos Correcaminos gastronómico, que es así como me han bautizado y me dedicaba a contar mis andanzas de fin de semana. Cuando iba a ir a amigos a bodegas, a un restaurante, algún paisaje,… En esto llegó el confinamiento y nos encerró a todos en casa y ya no podía salir. Se me ocurrió esta idea de charlar con amigos y conocidos alrededor de una botella de vino. Empezó siendo algo con gente muy relacionada con el vino. A partir de ahí empecé a liar a amigos y a conocidos, a llamarles, y todos estaban encantados, íbamos seleccionando un vino e íbamos hablando de lo divino y lo humano. Dice que la sabiduría popular que después de la lluvia crece la hierba y después del vino las palabras.

—«Palabra de vino» agrupa por profesiones a sus invitados. ¿Cómo surgió esa idea?

—Fue una decisión de mis editores Rodrigo Barona y Javier Márquez. Ellos también tuvieron esta idea de hacer gráficamente casi como un carboncillo un perfil de todos los invitados, que le da un punto de originalidad para no tener que andar con fotos. A ellos se les ocurrió agruparlos por sus profesiones, entre pasiones, letras, y que iban surgiendo muy desordenadamente porque a mí cada semana se me ocurría ir llamando a un amigo. Buscábamos también un motivo, o bien que tuvieran un libro en el mercado, que estuvieran promocionando un disco o porque sentía la necesidad de que hablando de alguna de de sus pasiones, como es el caso de Amancio López Seijas, el presidente de Hotusa y Eurostars o como el caso de Alfonso Carrascosa, expresidente de Legálitas que tiene una de las mejores bodegas particulares que yo he visto en mi vida, equiparable a cualquier bodega de cualquier gran restaurante Michelin de España o incluso del mundo. O Manolo Leyes, ese eminente traumatólogo gallego de deportistas y que se mantiene muy fiel a su vocación, la medicina, que fue la de su familia. Y así iban surgiendo y ellos decidieron esta original agrupación que a mí me parece estupenda y que al lector le da la oportunidad de ir saltando como son autoconclusivos, se pueden leer lo que quieran y cuando quieran.

—De Iker Casillas cuenta una anécdota que dice le conmovió.

—Sí, con Iker cené en el aniversario de la victoria en Sudáfrica. Y tuvo un gesto muy bonito. Ruth Gómez, ese ángel de la guardia de Santiago que se ocupaba de escolarizar a los niños de Oncología del CHUS, me pidió una foto para un crío que se llamaba Óscar. En un momento de la cena le pedí que me firmaba las fotos y le conté la historia.. La cena continuó y cuando ya estábamos terminando me pidió que lo acompañase al coche. Cuando llegamos abrió el maletero sacó una camiseta, me pidió que se la sujetase y la firmó: «Para Óscar con cariño ven a verme en cuanto puedas». Aquello me pareció muy conmovedor. Desgraciadamente Óscar nunca pudo ir a ver a Iker, pero la camiseta llegó a Santiago e hizo feliz a un niño.

—Todas las conversaciones tienen un esqueleto común y están guiadas por un vino. ¿Hay un vino para cada persona?

—Pitu Roca, que es el señor de los vinos, dice en un libro que se llama Tras las viñas, escrito con la psicóloga Inma Puig, que los vinos se parecen a quién los hace. A eso le añadiría que además los vinos los mejora la compañía. Cada persona tiene un rasgo, le gusta un vino y cada comida y cada compañía requiere la presencia de un vino diferente. En este caso en muchas ocasiones los consensuábamos, en otras los propios invitados los que llegaban a vino puesto y decían el vino que querían. Y otros dejaban ese cargo de responsabilidad en mis manos, como fue el caso de Belén Rueda que me dijo que ella no era muy bebedora de vino, «me gustan las periferias del vino, me gustan sus paisajes, pero no bebo». Y conociendo como conozco a Belén desde hace muchos años, elegí un vino muy delicado, rosado, que hace la familia Isaac Muga en La Rioja. Además la etiqueta tiene una historia muy bonita porque es un homenaje a un almendro que tenía su abuela en el jardín de casa, que en su época de florecimiento cortaba una ramita y vivía durante toda la primavera en casa de los Muga. Me parecía muy bonito el unir esa historia con una persona a la que le gustan las historias del vino como Belén Rueda. O en el caso de Edurne, que me dijo «a mí me gustan los vinos blancos, pero elige uno». Y elegí un vino que va muy bien y que era muy curioso. Que se cultiva a mil metros de altitud en Cogolludo, en Guadalajara. La uva es originaria de Centroeuropa, y elegimos ese vino que a Edurne le gustó mucho y que sé que después lo ha vuelto a tomar para brindar por el nacimiento de su hija con David de Gea.