Cómo convertir los clásicos del verano en platos (aún más) saludables

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El cambio más drástico es pasar de los chorizos parrilleros de Georgie Dann al calabacín a la brasa; más allá de eso, con pequeños gestos conseguirás ganar salud y mantener la línea durante estos meses de descanso

16 jul 2019 . Actualizado a las 16:49 h.

Contaba un ángel de Victoria's Secret que en los meses previos al desfile de la firma de lencería su estricta dieta consistía en barritas energéticas, batidos de proteínas, agua de coco y verduras al vapor. No es precisamente este menú una oda al hedonismo, aunque seguramente la joven tampoco lo pretendía. Siendo conocedores de que en la cima de la moda no está el futuro de la mayoría de nosotros, pero con el objetivo de cuidar la línea en una época del año en la que los complejos se apoderan hasta de los más satisfechos (y, claro, por aquello de mantener la salud a raya), podemos seguir ciertos consejos que nos permitirán dar rienda suelta a los placeres del verano.

Las barbacoas de Georgie Dann tienen en plena era realfooder una vuelta de tuerca sin chorizos parrilleros. Y al túper de ensaladilla se le puede dar una nueva vida más healthy que, además, deja a un lado el juego de la ruleta rusa con la mayonesa. No seas duro de mollera y echa un vistazo a nuevas alternativas. Pero tira de croqueta y filete ruso siempre que te apetezca: que la vida está hecha de contradicciones.

El gazpacho es una de esas elaboraciones que, siendo sanísimas, sufren las alteraciones del gocherío español. Aunque en su origen se trataba de una sopa fría preparada con trozos de pan, aceite, vinagre, sal, ajo, cebolla y aditivos al gusto, durante siglos se popularizó la receta que consta de tomate, pepino, pimiento, aceite, vinagre y sal. Nada de pan. Para eso ya está el salmorejo. Pero desde hace años hay quien se empeña con saña en añadir textura con pan a este plato cuyo éxito reside, en parte, en ser ligero y perfecto para beber. Así que este verano, si lo que quieres es tener los kilos a raya, procura ceñirte a la receta más popular de gazpacho. Por cierto, con los tropezones pasa otro tanto de lo mismo.

En caso de añadirle algún elemento decorativo a esta elaboración andaluza vamos a procurar no engañarnos a nosotros mismos y evitar que sea un bocata de jamón con salsa de tomate, y siga teniendo aspecto de sopa. ¡Ay, el autoengaño! Como sustitutos de los riquísimos (es cierto) picatostes y trocitos de jamón podemos optar por huevo cocido picado con semillas de diferentes tipos, o incluso tirar de legumbres como garbanzos. Una fantasía que, sin ser tan sabrosa (no nos vamos a engañar) es saludable y apetecible.

No abandonamos el terreno del pan, que tantas jornadas playeras salva, porque es fácil, ahora que llega el calor y parece que todo da igual, dar al traste con esas estrictas normas que nos poníamos en invierno para no sobresaltarnos al poner un pie en la báscula. A la hora de preparar esos bocatas tan recurrentes vamos a intentar sustituir el pan blanco, cargado de harinas refinadas, por pan alemán. Al menos en combinaciones que son del todo apetecibles. Una de ellas puede llevar salmón ahumado, espinacas y una salsa de yogur casera. Pero este pan, de fuerte y amargo sabor, queda también perfecto acompañado de hummus (que ya le aporta la proteína del garbanzo), pepino tomate y sal. O con una tortilla francesa; sin más complicaciones.

Cambios moderados

La ensaladilla es otra de las elaboraciones clásicas de la época estival, que está riquísima y no hay por qué abandonar, pero que tiene en otras ensaladas, como mostramos en este artículo, competentes opciones que nada tienen que envidiar a la reina de la tapa. Y que no hacen peligrar nuestro estómago a cuenta de una mayonesa cortada que pueda terminar en tragedia.

La ensaladilla es un básico de las barbacoas del verano. O churrascadas: más gallego y menos pijo. Uno comienza a salivar solo de pensar en carne, brasas y chimichurri. Sin renunciar a estos sabrosísimos trozos de carne que dan sentido al evento, muchas veces olvidamos lo increíblemente buenas que están algunas verduras a la brasa, como pueden ser los pimientos, la berenjena, los esparragos trigueros o el calabacín. De esta manera engañaremos al estómago y se olvidará, por un tiempo, de esas patatas de bolsa que tantas veces acompañan estos platos.

La vagancia es, en buena medida, culpable de nuestro mal comer. Se percibe de un vistazo (o lambetazo, más bien) con los helados. Con azúcares añadidos para llenar un tanque y materia grasa en cantidades nada recomendables, la alternativa es tan sencilla como, parece, desconocida. Solo con mezclar un yogur con las frutas que más nos gusten y un edulcorante como la miel podemos obtener un helado que nada tenga que envidiar a los favoritos de Iniesta. Pero, hay que dedicar unos minutos a su preparación. Ahora bien,  piensa ahora en las barritas y el agua de coco del ángel de Victoria. La propuesta es de todo menos una condena.

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