Prado Viejo: Cocina con personalidad en O Morrazo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

CRÍTICAS GASTRONÓMICAS

XOAN CARLOS GIL

El restaurante Prado Viejo renace de la mano del chef Enrique Eiroa, chef con 35 años de experiencia que compagina la nueva vida del buque insignia familiar en Moaña, con Casa Porrón, en Cangas

28 mar 2022 . Actualizado a las 13:15 h.

Antes de que existiera el corredor de O Morrazo, todo el éxodo veraniego vigués de camino a las playas pasaba por delante del inmueble que hoy ocupa el restaurante Prado Viejo de Moaña, en el mismo tramo donde estaba la discoteca Salitre. En los años 70 poco éxodo turístico había. El trasiego era incipiente, pero siempre hay pioneros con visión de futuro, y allí estaban ya Ricardo Eiroa y su mujer, Virtuosa Gallego, moañeses que en 1975 comenzaron en el sector con el alquiler de habitaciones con baño compartido, en un inmueble que más tarde se convertiría en un hotel. Hoy lo sigue siendo, y en manos de la misma familia, pero en locales separados que no se comunican por dentro, como en los inicios.

El hijo mayor, Enrique, recuerda la arribada de los primeros jodechinchos. «Empezaban a llegar familias de Madrid que se quedaban meses enteros, y yo pasaba mi tiempo de juegos entre los hijos de los turistas y los amigos del barrio».

Su padre Ricardo, había trabajado siempre de cocinero en barcos de pesca y trasatlánticos, y cuando se cansó de dar vueltas por el mundo, él y su mujer, —que con su abuelo vendía leche por Cangas que previamente recogían en Moaña y Marín—, pusieron en marcha el negocio con un camarero como empleado. Así siguieron hasta 1982, en el que afrontaron la primera reforma, separando el restaurante del bar del hotel y un diseño de interiores acorde con la época, y luego otra en el 92.

Enrique cuenta que sus padres siguieron al frente del establecimiento hasta el 2003, en el que se hicieron cargo su hermano en la sala, y él en la cocina, con su padre jubilado y su madre a punto también del retiro.

«Yo entonces vivía en Mallorca y decidí regresar a casa. Estuvimos cuatro años trabajando juntos, pero después yo me fui a Cangas a montar otro local, Casa Porrón, conservando el nombre de la antigua taberna», relata. En el paseo cangués, Eiroa puso en marcha una tienda de alimentación y catering, pero como reconoce, la crisis del 2008 le llevó a ampliar servicios poniendo también mesas para que la clientela, además de pedidos para llevar, pudiera consumir en el propio local. Hoy día allí sigue, cada vez con más éxito y más espacio para los comensales en la terraza.

Más adelante, en el 2013 hizo un paréntesis para darle una vuelta al restaurante Menduíña, en la playa del mismo nombre, pero el proyecto no duró mucho.

Junto antes de la pandemia, y manteniendo el Porrón en Cangas, Enrique regresó a sus orígenes para reflotar el restaurante Prado Viejo en Moaña. La pena es que no acertó mucho con la época. «Nos confinaron el 16 de marzo y nosotros empezábamos las obras tres días después. Nos cogió de lleno pero decidimos seguir adelante. Aprovechamos el 2020 y el 2021 para reformar el espacio, añadir una terraza y remodelar la cocina», explica.

Prado Viejo renace desde julio del verano pasado con muchas ganas, un equipo estable y una oferta gastronómica basada en la cocina de mercado, de producto de calidad, fresco y de la zona. «Buena cocina, pero sencilla. Ni muy tradicional ni demasiado contemporánea. Un equilibrio entre ambas características», recalca añadiendo que su idea inicial fue empezar con una zona de tapas, «pero como llevábamos tantos años como restaurante, la gente quería venir a comer de plato, ¡y no nos dieron opción!», ríe.

En esta etapa, Enrique, que es un experimentado cocinero con 35 años de experiencia (comenzó siendo casi un niño, con 14 años, en la Escuela de Hostelería de Santiago), decidió que prefería ocuparse ahora de la gestión completa, de la carta, los vinos y la dirección, y tener a un chef de confianza para mantener una línea que caracterice a la casa. «Dar personalidad a tus platos y que estén bien ejecutados es para mi lo que más importa», señala el chef, que tuvo su primer trabajo en el Síbaris de Toñi Vicente, primero en Vigo y luego en Santiago. El profesional moañés siguió aprendiendo en restaurantes, primero en Andorra, y más tarde en Mallorca, donde estuvo once años, absorbiendo conocimientos en cocinas al lado de chefs con dos y tres estrellas Michelin. Además fue pionero en la puesta en marcha de revistas y programas de cocina con productora propia.

En su actual proyecto, para dinamizar el local y que no se concentre todo en el trajín del verano, Prado Viejo diseña un menú semanal de martes a viernes, abre a mediodía de martes a domingo y viernes y sábados por la noche.