Una historia de amor y vino

J. M. ORRIOLS

SABE BIEN

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Alma das Donas es una bodega de la Ribeira Sacra que nació de la pasión por el vino de una pareja: ella, gallega de Marín, y él, italiano de Milán, se conocieron en un curso Erasmus en Santiago. «Yo estudiaba Periodismo y Roberto Económicas, es decir, poco que ver con este mundo; una experiencia que vivimos ahora con toda la ilusión», dice Lara

31 may 2023 . Actualizado a las 22:01 h.

Trabajaban y vivían en Madrid, no echaban nada de menos y sí sabían dónde estaba la Ribeira Sacra, porque ella es gallega, pero la pasión mutua que tenían por el vino, cambió radicalmente sus vidas. «En una de las visitas que hicimos a Galicia le propuse hacer un viaje por la Ribeira Sacra —explica Lara— y fue un amor a primera vista. Nos quedamos prendados de esta tierra, de su historia, de sus monumentos y de sus vinos. Así empezó todo, porque nos pusimos a buscar y encontramos una bodega que se vendía en Pombeiro (Ribas de Sil) y la compramos».

 No sabían nada de la elaboración del vino, salvo visitar y alguna vez participar en las vendimias, tanto de los abuelos de Lara en las Rías Baixas como de Roberto en las visitas que hacía a su abuela en Barolo (Piamonte), que tenía viñedos en una de las zonas más prestigiosas del mundo en lo que a tintos se refiere. «Pero —apunta Lara— seguimos el consejo de que, en estos casos, hay que rodearse de gente que sepa más que tú e ir aprendiendo. Roberto tenía las manos suaves y lisas, propias de quien trabaja en una oficina y ahora son totalmente diferentes, porque ya hace de todo: cuida las viñas, sulfata, planta, vendimia. Es un auténtico viticultor y bodeguero». Ellos cuando hablan de vinos se refieren a esfuerzo, pasión y alma y es lo que les anima a seguir con esta aventura en Galicia.

 La felicidad a través del vino

En nuestra conversación no se privan de hablar constantemente de su felicidad. «Un estado al que nos ayuda el vino, porque es emocionante ver cómo las plantas florecen, cuándo surgen las primeras bayas y cómo van madurando, a lo que tenemos que añadir la satisfacción de la vendimia, después de pasar días y noches, muchas veces angustiados, por la meteorología, que puede llegar a truncar nuestros sueños, o por las plagas. Después, ya en la bodega, observar la fermentación, cómo van evolucionando los diversos mostos y la esperanza de encontrarnos con vinos extraordinarios después de meses criándose en las barricas de roble francés».

 Seis vinos diferentes

Ahora mismo esta bodega tiene seis vinos: tres jóvenes, dos blancos y un rosado y con barrica, dos tintos y un blanco. Además, fuera de la Denominación de Origen, elaboran Rumore, «un tinto de mencía y garnacha, que surgió en la pandemia, para romper el silencio que guardábamos durante el confinamiento. Es un gran vino —apunta Roberto—, muy demandado por una clientela que gusta de esta clase de coupages o mezcla de variedades. Estamos muy contentos con lo conseguido y eso nos anima a seguir pensando en nuevos proyectos, como las actividades de enoturismo que ya tenemos en marcha, porque nuestra bodega está en un lugar realmente privilegiado y la zona ya está consolidada, por lo que este tipo de turismo va en aumento». Y dejamos a la pareja atareadas con los muchos compromisos comerciales que ya tiene, pese a nacer en el año 2017, y con la visita a las viñas de Roberto, algo que hace cada día. Una historia de amor en la que Cupido sigue lanzando sus flechas desde el viñedo y la bodega.