CONTENIDO PATROCINADO

Este restaurante, enoteca y wine bar que Protos inauguró en lo que fue la primera bodega construida en 1927, es ya un referente de la gastronomía y los vinos de la comunidad castellana

J. M. ORRIOLS

Este espacio gastronómico cuenta también con una amplia terraza donde se encontraba la antigua báscula de uva utilizada en época de vendimia. Está dividida en dos zonas: una techada y acristalada y otra al aire libre. Ambas cuentan con una decoración moderna que contrasta con el edificio principal. Los tonos blancos y terracotas son los protagonistas y los que marcan el punto de partida de la experiencia gastronómica de Protos, en Peñafiel (Valladolid).

El edificio principal (la antigua bodega del 27) ha mantenido su estructura exterior, respetando sus grandes pilares y utilizando materiales como el ladrillo, la madera y piedras del lagar.

Una arquitectura e interiorismo puramente castellanos, en el que destacan el color blanco y el rojo tinto, los materiales rústicos en puertas, mesas y sillas, pero con una fusión cosmopolita, fruto de esa mezcla entre tradición y vanguardia, pasado, presente y futuro. Carlos Villar, director general de Bodegas Protos señala que «contar con Ona Carbonell como embajadora del nuevo espacio de Protos es un privilegio ya que ella representa, al igual que la bodega, los valores de esfuerzo, disciplina, constancia y superación. A todo esto le sumamos que es una excelente cocinera y amante de la gastronomía y el vino, con lo cual, no puede haber una representación mejor».

Por su parte, la deportista manifiesta su satisfacción: «No solo porque me encante el mundo de la gastronomía y el vino, sino porque la bodega cuenta con una filosofía muy afín a la que me ha ido acompañando a lo largo de los años: la excelencia. Le deseo a Protos que este sea un lugar de encuentros y buenos momentos».

Casa Florencio diseñó la carta

Con el fin de hacer este proyecto realidad, al Ágora de Protos se ha unido a Casa Florencio, que, con casi 75 años de historia en el mundo de la gastronomía de Ribera del Duero, es quien se ha encargado de diseñar la carta y el concepto del restaurante. Y así, en este lugar, que en principio estará solamente abierto al mediodía, podremos degustar lo mejor de la cocina castellana, como el lechazo y platos de la cocina más vanguardista. En la carta encontramos: brioche al vapor relleno de callos, anchoa y mantequilla de oveja sobre un pan brioche tostado, tarta de morcilla de la ribera con piñones tostados y pimientos rojos asados en horno de leña. Esto, para comenzar.

Después: pimientos rellenos de rabo de toro con salsa de queso y jugo reducido, pulpo frito, gazpacho de tomates verdes y pan suflado de lentejas. De segundos: presa ibérica, mojo rojo y ensalada de raíces, lomo de corzo, berenjena asada y pesto de hierbas, carrillada de cerdo ibérico glaseada con vino Protos y ñoquis de patata violeta, bacalao con emulsión de piñones y su colágeno, rodaballo con una salsa de sus espinas asadas y pétalos de cebolla francesa, lubina a la mantequilla negra con alcaparras fritas y ramallo de mar.

Y para finalizar: hojaldre con crema pastelera, flan con leche de oveja, tarta de queso horneada, chocolate en texturas, fresas, cremoso de dulce de leche, granizado de vino tinto y pimienta.

También encontramos los productos de siempre: pimientos rojos asados en horno de leña, chorizo casero cocido al vino con patata panadera, cecina de vaca o jamón ibérico de bellota.

El restaurante se encuentra bajo un techo de arcos con una iluminación led, que representa los de la vanguardista bodega diseñada por el arquitecto Richard Rogers, creando esa comunión entre la tradición y la innovación. Destaca así mismo una exposición de añadas históricas de Protos.

Podremos disfrutar también con pescados, como el rodaballo del Cantábrico, con una salsa de sus espinas y pétalos de cebolla francesa. Una delicatesen en lo que se fusiona lo tradicional y lo moderno.
Podremos disfrutar también con pescados, como el rodaballo del Cantábrico, con una salsa de sus espinas y pétalos de cebolla francesa. Una delicatesen en lo que se fusiona lo tradicional y lo moderno.