Sarah Jane Evans, experta mundial en vinos: «A los blancos gallegos les sobra elegancia»

J. M. Orriols

SABE BIEN

MARTINA MISER

Es una de las más grandes autoridades del sector e impartirá catas magistrales e interactuará con sumilleres, enólogos, y bodegueros en Fevino, el Salón del Vino del Noroeste

29 may 2022 . Actualizado a las 04:14 h.

Como no es posible reseñar todas las titulaciones y galardones que tiene esta experta británica, citaremos tan solo que Sarah Jane Evans es presidenta de Decanter World Wine Awards y también ostenta el mismo cargo en La Gran Orden de Caballeros del Vino, que se encarga de premiar a todas las personas que destaquen en la difusión y comercialización de los caldos españoles en el Reino Unido. Y este curioso nombramiento de una mujer al frente de una orden, que nació siendo de caballeros, es porque Sarah es una defensora a ultranza de los vinos españoles y, de forma muy particular, de los de Jerez y los gallegos. «Conocí los vinos españoles —explica— en la Universidad de Cambrigde, cuando el profesor nos ofreció una copa de vino. Era un Jerez y me enamoró. Más tarde estuve varias veces en diversos lugares de España, como estudiante primero, y profesionalmente, después. También porque mi esposo tiene un muy buen amigo cerca de Jerez y venimos a visitarlo. Tanto es así que la tesis la hice sobre estos vinos andaluces. Para mí, España es el país más interesante de Europa».

—Y por eso escribió su libro sobre Galicia, La Rioja y los Pirineos.

—Es que vuestra tierra es apasionante por sus geografía, historia, cultura, arte, gastronomía y, además, sus vinos. Una diversidad que no es fácil de encontrar en otros lugares del mundo. Acabo de llegar de ProWein, el salón de vinos más importante del sector, que se celebra anualmente en Düsseldorf y me quedé asombrada con los grandes espacios que ocupaban los vinos españoles, porque en España existen toda clase de vinos y, con muy alta calidad. Es siempre una grata sorpresa.

—Y ya que habla del gran salón alemán, ¿qué le parecen los más pequeños, como es el caso de Fevino?

—Son muy interesantes porque los objetivos son distintos. En el caso de los salones más pequeños que, de cualquier forma, tienen repercusión en todo el país, lo importante es la cercanía del público, los contactos entre productores, hosteleros y distribuidores y también porque son más didácticos

—¿Quedan aún cosas por descubrir en nuestro país?

—Cada cata es la promesa de un gran descubrimiento. Siempre queda algo, pero los cimientos son muy fuertes para afrontar el futuro. Por ejemplo, en Galicia. A los vinos blancos gallegos les sobra elegancia y, por tanto, sus maridajes tienen que ser con productos que estén a la altura. ¿Vamos a destrozar un buen albariño o godello con un chocolate? No, eso queda para otros vinos, también buenos, pero más ácidos como el chacolí o dulces, como el monastrell, de Alicante. Vuestros vinos tienen un gran potencial y todas las cualidades para ocupar un lugar importante en el mundo. Quiero añadir que, últimamente, también hay que destacar los tintos, que son frescos, están bien elaborados y muy agradables al paladar. Pero el problema de Galicia es que la producción es pequeña y los viñedos muy pequeños. Lo ideal serían muchos kilómetros de viñas y miles de vides en producción.

—¡Pero la calidad no está reñida con la cantidad!

—Por supuesto que no. Aunque sí es cierto que existen algunos vinos muy especiales, que tienen una producción pequeña. Podemos ver que en Burdeos existen grandes viñedos y también que en España hay plantaciones muy extensas en Ribera del Duero, como es el caso de Vega Sicilia, uno de los vinos más acreditados del mundo.

—¿Cómo se hacen las catas en Decanter World Wine Awards y cuáles son los efectos que tienen las puntuaciones técnicas entre los consumidores?

—Las catas las hacemos a ciegas y corremos el peligro de equivocarnos, pero así nos olvidamos de la influencia que puede tener la marca. Buscamos la tipicidad y calidad, que están en los colores, aromas, sabores y estructura de cada vino. Creo que son más fiables y dan más confianza al consumidor. ¿Si influyen los críticos? Sí y mucho, por lo que tenemos que buscar los que nos parecen más garantistas. Cada persona tiene su impresión, no vemos ni captamos lo mismo y eso se transmite en las puntuaciones. A mí me gusta dar clases sobre esto, explicando los vinos, para que, después, cada uno tome su propia decisión.

—Este año en Galicia entramos en la franja de los 100 puntos con un Valdeorras de Rafa Palacios.

—Antes de nada quiero decir que Rafael Palacios es mi preferido en España. Nosotros en Decanter hicimos la misma cata con ese vino y casi en el mismo tiempo y le dimos 96 puntos, claro que fue a ciegas. Cien puntos es difícil que llegue a tener un vino. No hablé de esto antes, porque hay más bodegueros que están trabajando muy bien, pero Sorte O Soro es impresionante, mi favorito, aunque los albariños con tres o cuatro años son realmente extraordinarios, muy parecidos a los mejores de La Borgoña francesa.

—Tiempos nuevos, técnicas novedosas, ¿tapón de corcho o rosca?

—Ya hace algunos años que en muchos países, incluyendo el mío, se opta por el tapón de rosca, porque es más cómodo y más fiable, ya que se evita la contaminación que puede transmitirle al vino un corcho malo. Además es funcional, ya que, si vas de viaje, a la playa o al campo, no tienes por qué beberte toda la botella. Pero, de todas formas, el corcho es cultura, historia, tradición y facilita la entrada lenta de una pequeña cantidad de oxígeno, aunque eso también podemos conseguirlo con el de rosca.

—¿Cómo y dónde se consigue el título de Master of Wine?

—En Londres está el Instituto de Masters of Wine, del que soy la presidenta, que no es una universidad, pero en el que los conocimientos sobre el mundo del vino tienen que ser muy altos. Hay que estudiar, y mucho, pero eso solo no es suficiente. Un candidato debe demostrar su capacidad de análisis, síntesis y pensamiento crítico. También tienen que ser expertos en enología, márketing y negocios. Lo cursan muchos sumilleres, compradores, periodistas, transportistas, consultores, viticultores, académicos o educadores. El título se obtiene en 3 años, con aprendizaje presencial y virtual y las clases son íntegramente en inglés.

—Habla de enseñanza virtual, ¿qué opina sobre las catas «online»?

—Es un tema interesante, porque nos evita desplazamientos largos y además pueden participar más personas. Es más democrático. Nosotros enviamos a los participantes pequeñas botellas del vino para catar y así podemos dar nuestras opiniones y escuchar las de los participantes.

—¿El vino es un mundo de hombres? ¿Por qué no hay más mujeres?

—Esto también está cambiando. En estos momentos, son 150 mujeres las que tienen este título de los 30 países del mundo en los que estamos implantados, pero vemos cómo este número va subiendo cada año. Almudena Alberca fue la primera española, pero cada vez se animan más. Yo estoy trabajando para lograr la diversidad y atraer a más mujeres. Es una profesión muy bonita y enriquecedora, que te permite conocer vinos, personas y países interesantes.