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La impronta social, económica y medioambiental que deja la producción y consumo de carne  con IGP Ternera Gallega no es ni mucho menos baladí. De la mano de Vegalsa-Eroski te contamos por qué apostar por esta proteína es una gran alternativa tanto a efectos nutricionales como de sostenibilidad

L. G. V.

A veces uno pierde la noción de por qué es importante, o incluso necesario, construir un papel de consumidor consciente. Los mensajes en pro de una vida saludable, apostar por productos de kilómetro cero y llevar la sostenibilidad por bandera se diluyen si el motivo que debería llevar a esta conducta no queda claro. Esta es una de las razones por las que la IGP Ternera Gallega, de la mano de Vegalsa-Eroski, nos llevan a la cara B del consumo responsable, a lo que hay detrás, para comprender que cuando estamos en el supermercado, optar por ciertos productos es mucho más que una simple elección.

Esta compañía de distribución alimentaria es un referente del sector a la hora de contar en sus lineales con alternativas locales de elevada calidad, entre ellas la carne de ternera con Indicación Geográfica Protegida. Ahora entenderán por qué.

Lo primero que consideran de suma importancia en este organismo, y no suele reseñarse, es el ineludible punto de vista social de comprar este tipo de alimentos. «Más de 8.300 ganaderías han centrado su actividad en la carne de ternera gallega en los dos últimos años; muchas de ellas, por cierto, lideradas por mujeres». Además, apuntan, se trata de un trabajo «que requiere ocupación todos los días del año, no es una cuestión estacional». A raíz de esta cuestión, claro, añaden el impacto económico y medioambiental que supone la IGP Ternera Gallega en la comunidad. Además de dinamizar ciertas zonas del rural que podrían estar despobladas, los ganaderos que forman parte de esta IGP siguen sistemas de manejo tradicional mediante el pastoreo que contribuyen a mantener en condiciones óptimas los sistemas donde pastan las vacas. «Por no hablar de que se trata de explotaciones tradicionales que permiten mantener tradiciones ancestrales», comentan desde Ternera Gallega.

Hasta aquí está claro el peso que tiene en la idiosincrasia local el que es uno de los productos más consumidos por los gallegos por su versatilidad. Ahora, como recuerdan desde la IGP, para garantizarnos que estamos consumiendo este tipo de carne (exclusivamente de terneros nacidos, criados y sacrificados en Galicia, que proceden de razas autóctonas y sus cruces, y que superaron un riguroso programa de control integral), debemos «exigir nuestro certificado y contraetiqueta en nuestro supermercado».

Bajísimo porcentaje de grasa

Entre los supermercados que siempre han apostado por Ternera Gallega se encuentra Vegalsa-Eroski bajo sus enseñas  Eroski y Autoservicios Familia . «La de Vegalsa-Eroski y Ternera Gallega es ya una colaboración histórica que se formalizó por primera vez hace 25 años. Un cuarto de siglo en el que llevamos trabajando conjuntamente en la puesta en valor y en el fomento del consumo de la carne de vacuno certificada por el Consejo Regulador entre asociaciones, instituciones y consumidores en general, y entre nuestros clientes en particular», recuerda el director de compras de la compañía, Jorge Eiroa. Este impulso podría quedarse en agua de borrajas de cara a la población general si esta no distingue las propiedades nutricionales de la carne de Ternera Gallega: «Al tratarse de animales muy jóvenes tienen una carne muy jugosa y tierna con poca grasa, menos de un 2 %, cuando este tipo de piezas, por lo general, tienen más de un 5 %. También tiene proteínas de altísimo valor biológico; o lo que es elo mismo: aminoácidos que no se pueden sintetizar a través de otros productos. También hay que destacar que se trata de una carne muy digestiva que contiene vitaminas del grupo B y minerales como hierro, calcio y magnesio».

A continuación proponemos una receta con ternera gallega que es perfecta para el verano, pero como insisten desde este organismo, tiene infinitas posibilidades, de hecho, es de esos productos que valen para un primero y un principal. «Se puede preparar en crudo como un tartar, semicocinado a la plancha con unos vegetales y también es perfecto para cocciones largas como guisos o estofados, solo hay que saber qué parte es la más adecuada para cada elaboración».