Adiós a la barra libre y al aperitivo de picoteo: atajos para salvar los menús de bodas en la era covid

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Lo de tomar una copa bailando es cosa del pasado, igual que el aposentarse frente al cortador de jamón. En los servicios de cátering se rompen la cabeza para que los convites se resientan lo menos posible

20 may 2021 . Actualizado a las 17:07 h.

«Hoy en día en una boda todo el mundo tiene un nexo». Lo dice Suso Solla, responsable del cátering en Pazo el Castriño, cuando trata de explicar que desde que volvieron a celebrarse enlaces matrimoniales en el 2020, bajo su tutela no ha habido un solo caso de covid. Mantiene que al tratarse de grupos reducidos que, además respetan las normas, se limitan las posibilidades de contagio. Sin embargo, es precisamente este nexo el que animaría a que todo el mundo se relacionase con todo el mundo; más después de lo canutas que las ha pasado la mayoría. El tema es que la nueva realidad limita el contacto y deja atrás dos de los indispensables que necesita una boda para el grueso de los gallegos: el cóctel y la barra libre. Este año, lejos quedan los puestos de pulpo, sushi, empanada o jamón que tan de moda se pusieron hace unos años. Ahora son los camareros los que de manera individualizada sirven a los comensales el aperitivo, en algunos casos ya dentro del salón donde tendrá lugar la comida o la cena. «Esto en Galicia es una faena porque por lo general es la única parte que se celebra en el exterior, por otro lado donde la gente se puede sentir más segura», comenta Marta Rivadulla, wedding planner de El sofá amarillo.

Respecto a la barra libre, aclara Suso Solla, como este tipo de espacios se equiparan a bares y cafeterías, la barra sigue estando inutilizada y son camareros y camareras quienes pasan a servir. «Las copas, por cierto, siempre deben consumirse en la mesa, el baile debe ser con mascarilla y sin bebida», aclara Rivadulla.

Otros cambios que han tenido que adaptar los servicios de cátering tienen que ver con la disposición de las mesas y el número de comensales que en cada momento permite la legislación, en este caso, autonómica. «Hay que adaptar el material y la mantelería a las medidas y esto quiere decir comprar mesas que sirvan para, por ejemplo, seis invitados porque no es lo habitual, y por tanto manteles adecuados a este tamaño». En la misma línea, muchos locales han tenido que comprar nuevas vajillas para adaptar de manera estética los platos que van a servir. Pinchos sobre papelitos individuales y cuencos de porcelana sustituyendo a tablas de madera que soportaban hasta 200 croquetas son algunas de las modificaciones que mencionan estos dos expertos. Pese a todo, mantienen que la ilusión en estos eventos se mantiene prácticamente intacta sino es que ha aumentado por el contexto.  Además, aclaran que prácticas como el uso de mascarillas y de guantes a la hora de manipular productos se va a mantener, y es una garantía de higiene que en España solía pasarse por alto.