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Este producto, valoradísimo durante décadas en la cocina gallega, vuelve pisando fuerte

Redacción

¿Cuántas veces nos hemos dejado embaucar por la comida exótica solo porque llegaba de otras latitudes? Seguramente infinidad de ellas, olvidándonos así de manjares que tenemos en la puerta de casa cuya aportación es 100 % gallega.

Nuestros padres y abuelos no estaban equivocados en absoluto: si hace unos años la carne de caballo compartía fogones con la ternera o el cerdo no era por casualidad. A la receta del éxito de este producto podríamos añadirle muchos ingredientes, comenzando por el de la tradición y la multiculturalidad, que avalan su presencia en las cocinas de todo el mundo y todos los tiempos.

Con todo, si hay algo por lo que destaca este alimento es por sus propiedades nutricionales: se trata de una carne con el mayor contenido en hierro asimilable de todas las especies domésticas, además de ser rica en Omega-3 y vitamina B, fósforo, zinc, magnesio o cobre.

Miriam Rapado

Esta riqueza de valores la convierte en una aliada a la hora de reducir el colesterol, de activar el metabolismo o de prevenir enfermedades cardiovasculares. Estas cualidades hacen que esté indicada para todo aquellas personas que necesitan complementar el aporte nutricional de su dieta: niños, embarazadas, deportistas o personas que sufren anemia.

Un imprescindible de los chefs más prestigiosos

Pero, más allá de la salud, la carne de potro también reivindica su terreno por su valor culinario. Su textura tierna y los diferentes matices que asegura su sabor según el cocinado hacen que cualquier receta sea un acierto seguro, lo que la sitúa como un ingrediente apreciado por los chefs más prestigiosos.

Cuando la materia prima es de calidad, ese factor se acaba reflejando indudablemente en cada bocado que nos llevamos a la boca. Por cierto, si te preocupa el corte, aparca ese temor: no hay una gran diferencia con las piezas de vacuno: chuleta, entrecot, osobuco, aguja, solomillo… Solo tienes que elegir la que más se adecue a tu receta y ¡listo!

A estas alturas, seguro que tus cincos sentidos ya han activado la maquinaria. Pero para deleitarse con este producto todavía existe otra razón: su producción tradicional, no solamente es sostenible (por el hecho de vivir en semilibertad, en las zonas más inaccesibles de nuestros montes, evitando la proliferación de matojos y disminuyendo el riesgo de incendios forestales) sino que además es una manera de conservar nuestras razas autóctonas.

La etiqueta de esta carne, 100x100 Raza Autóctona Cabalo de Pura Raza Galega, avala el origen y la pureza genética de estos animales, lo que certifica que esos potros han sido criados en los montes de nuestras cuatro provincias siguiendo siempre la máxima del bienestar animal.

Y es que, este otoño, la innovación en la mesa empieza por cada uno de nosotros: en un 2020 en el que nos hemos visto obligados a reinventarnos, ¿por qué no volver nuestros ojos a un manjar que siempre hemos tenido ahí?