Albariño «made in» Turquía

Patricia Alonso

SABE BIEN

Mustafa Çamlica probó por primera vez un vino Albariño en Londres en 2010. Hacía apenas dos años que se había lanzado a la aventura de montar su propia bodega en su Turquía natal, en la provincia de Kirklareli, cerca de la frontera con Bulgaria, y decidió plantar la uva gallega.

05 abr 2017 . Actualizado a las 13:15 h.

Cuando Mustafa Çamlica probó un vino Albariño en Londres en 2010, en concreto un Pazo de Señoráns, pensó que era un vino excepcional. «Este es el vino que me gusta, ácido, floral y con mucha frescura». Pensó en plantarlo en su tierra. Dicho y hecho. Se informó sobre las características de la uva y su procedencia y se percató de una curiosidad: sus viñedos y el sur de Galicia compartían la misma latitud y un clima similar. Durante siglos, Kirklareli fue conocida como Lozengrad, que en búlgaro significa «ciudad de los vinos», y sus habitantes, la mayoría procedentes de Bulgaria y del norte de Grecia, se dedicaban a la producción de vino. Sin embargo, tras la guerra de la Independencia de 1923, liderada por Mustafa Kemal Atatürk, muchas familias búlgaras y griegas dejaron la zona y la tradición se perdió. «Los musulmanes no se dedican a la producción de vino», aclara Mustafa.

Mustafa tiene un pasado como auditor fiscal en Estambul pero, un apasionado del vino, decidió dar el paso de montar Chamlica en 2008. Ochenta y cinco hectáreas de terreno en los que además de Albariño producen diez variedades más de vino, algunas locales.

Los viñedos de Albariño se encuentran en pleno campo de batalla, desde donde se puede divisar un cementerio improvisado para los caídos en las sucesivas guerras en la región.

Para traer la cepa a Turquía necesitaba que la bodega de origen tuviese un Certificado Azul, demostrando que la vid no tiene virus. No es algo que todos los productores tengan, y tras un año de búsqueda localizó a un alemán en el norte de Portugal. «Le pedí diez mil cepas y mandé el dinero para cerrar el trato. Con los alemanes funciona así», cuenta. Era el año 2011. En 2014 Chamlija sacaba al mercado una pequeña producción de Albarino. «Nuestras imprentas no tienen esa letra vuestra», dice Mustafa en alusión a la «ñ».

Actualmente Chamlija tiene dos Albariños que rondan los 15-20€ la botella: uno que denomina portugués, el Alvarinho Reserva, envejecido en barricas de roble; y el Albarino gallego. «Tiene medio gramo más de acidez que los gallegos», cuenta, y algo más de alcohol que la media: 13,5 %. En nariz posee un aroma floral y frutal, con un toque a melocotón y manzana.

Poco después de plantar Albariño, Mustafa visitó Galicia, «una de las zonas más bonitas de España», dice, donde se hartó de beber buen vino y comer marisco. Santiago, Coruña, Vigo, Pontevedra, y todas las bodegas que pudieron encontrar en su recorrido por las Rías Baias, como dice Mustafa en su esfuerzo por pronunciar la x gallega. Al final lo consigue, orgulloso, y se lo repite a su hermano varias veces.

La respuesta del mercado es muy positiva. Chamilja exporta casi tres cuartas partes de su producción a Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido y Suiza. En los dos últimos sus vinos fueron titulares en los medios, y en Turquía está considerada la mejor bodega del país a pesar de su juventud.

La bodega de Mustafa Çamlica está considerada la mejor del país. Actualmente elaboran dos albariños que se venden a un precio que se sitúa entre los 15 y los 20 euros.