La nueva contraetiqueta del Ribeiro, joven pero discreta

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La nueva tirilla del Ribeiro simplifica la imagen que la histórica denominación de origen ourensana, la primera de Galicia, transmite a través de la precinta de garantía que han de incorporar todas las botellas que salen al mercado. Rompe con la imagen anterior, a la que ya pesaban sus cuarenta años de existencia. Caen de la imagen final los roeles del castillo de Ribadavia y también los escudos de Galicia y de Ourense.

05 feb 2017 . Actualizado a las 04:00 h.

La contraetiqueta de una denominación de origen, como expresó Jaime Díaz, director creativo de la agencia Incubarte cuando destapó la nueva tirilla del Ribeiro, no puede ser la chica de la película. Dicho de otro, el papel estelar en cualquier botella ha de ser para la marca, o para lo que el propietario quiera decir con ella o en ella. El papel estelar en cualquier botella es para la marca. Es decir, que cuando Jaime y sus compañeros empezaron a buscar la imagen común del Ribeiro, esa suerte de póliza que permite identificar el origen y la procedencia de un vino, sabían que debían esforzarse en hacer algo elegante, moderno y actual, que es lo natural, pero que no podía en modo alguno resaltar, que tenía que ser algo sobrio y discreto. El trabajo nacía condenado a un papel diferente, ni siquiera al de actor secundario con sus escenas de gloria. Su mayor virtud y su gloria sería pasar desapercibido, lo cual, visto en frío, puede ser incómodo, aunque en realidad es un duro ejercicio de profesionalidad.

Jaime Díaz, David Pérez Parga, Chus Alonso y Ángel Rodríguez interpretaron el encargo y a ellos corresponde la autoría de la precinta que lucirán todas y cada de las botellas que se hagan merecedoras de la etiqueta del Ribeiro. Sin olvidar las exigencias formales, las normas y las medidas de seguridad para dificultar la falsificación, llegaron a la nueva imagen.

Limpiaron la etiqueta anterior, de la que han desaparecido no solo los trece roeles del castillo de Ribadavia, sino también los escudos de Ourense y de Galicia. Se mantiene únicamente el del consejo regulador de la denominación de origen. El conjunto incorpora como novedad un discreto perfil geográfico de Galicia con un punto en blanco para ubicar la zona de producción, añadir información y, de paso, compensar el hueco donde aparece la numeración de cada botella. Jugaron con blanco, gris y verde, elevando este último a color de referencia, que han querido asociar a vegetación, a fertilidad y a esperanza, aunque su identidad técnica resulte ser algo tan prosaico como Pantone 377 C. Cuarenta años tiene la imagen que ahora empieza a ser historia, aunque aún no desaparecerá del todo, en tanto queden vinos de los primeros embotellados del 2016 y cosechas anteriores.

Incubarte, por cierto, nació en Vigo en el 2006 de la asociación de varios profesionales de la publicidad. Trabajan todos los campos. Insisten en que cada proyecto es un reto, una suma de ideas que se convierten en soluciones y un guiño de complicidad en busca del éxito.