Atención a los godellos, te van a sorprender

SABE BIEN

Santi M. Amil

Los blancos de esta variedad ganan cada año espacio y se convierten en una opción de peso, con su adn como bandera, sobre todo en Valdeorras y en Monterrei, y en menor medida en Ribeira Sacra y O Ribeiro. Solos, en general, pero en algunos casos como compañía de otras variedades.

30 oct 2016 . Actualizado a las 04:00 h.

Pinta realmente interesante el futuro de los godellos. Cada vez es más perceptible el interés que despierta los vinos de esta variedad, que todavía son un lujo todavía escaso y están siendo merecedores de una atención que antaño era para otros.

 Que los grandes viñedos de Galicia son los de albariño es algo que nadie discute y eso, obviamente, se refleja en las cartas de vinos y en los escaparates. A nadie sorprende ya que a finales de octubre, cuando se hace recuento de cosecha y los consejos reguladores ajustan las cifras para cerrar la campaña, el volumen de albariño sobresalga de forma muy sólida en el conjunto. De los 33 millones de kilos de uva de la denominación Rías Baixas, apenas un 5% escapa a su tiranía. La distancia sobre las demás variedades, visto en conjunto, resulta abismal. La alternativa se pierde y queda muy lejos, tanto en sus cifras domésticas como entre los vecinos, con diferente perfil y estilo en las variedades treixadura y godello, que vienen detrás y a mucha distancia.

La treixadura, siendo la principal entre las más nobles del Ribeiro, (históricamente, la primera, pero desde hace ya bastantes años la segunda de Galicia en volumen), cede su protagonismo a la referencia geográfica. La tradición dice que los ribeiros son vinos diferentes porque cada cual elige sus propias cepas y busca su personalidad con las que complementen a la principal, con lo que su nombre pierde lustre. De un tiempo a esta parte, sin embargo, esa otra cepa que hasta hace unos años prácticamente permanecía escondida en las viñas más recónditas de las tierras de Valdeorras, se ha disparado hasta convertirse en estrella emergente. Con el importantísimo plus de la escasez, pues, por mucho empeño que se ponga, tomando como referencia los kilos de la vendimia recién finalizada, Valdeorras y Monterrei no suman ni 4,5 millones de esta variedad, que en Ribeira Sacra ha dejado 275.000 kilos y en Ribeiro añade otros 460.000. A una distancia sideral, en cualquier caso, de los 33 millones de albariño.

Ofrece el godello una interesante ambivalencia. Por un lado, se defiende solo, como monovarietal, que es lo habitual en Valdeorras y también en los pocos blancos con sello Ribeira Sacra, los que se atreven a circular a la sombra de los tintos de mencía. Por el otro, es una excelente compañía en la recurrente búsqueda de la complejidad. En Monterrei y también en los ribeiros empieza a ser relevante la presencia de esta vinífera para armas grandes blancos. Llamativo y único, en este sentido, el caso de A Telleira que ha puesto en el mercado Campante, una de las firmas con más peso e historia en O Ribeiro, que exhibe un godello diferente.

Nombres y marcas como Godeval, o Guitián, llevan años apostando por el godello como bandera única. Con el paso del tiempo será valorado en su justa medida el esfuerzo de visionarios como los fallecidos Horacio Fernández Presas y Ramón Guitián, que afianzaron una tendencia al marcar como norte y único camino el godello. Otras bodegas, otras firmas, han ido sobre la marcha apurando el paso, para aumentar su producción de blanco en detrimento de los tintos. El desequilibrio, en Valdeorras, es cada vez más apreciable a favor de estos blancos.

Con un godello, aparte de los que ofrecen las marcas más conocidas, aún es posible sorprender a propios y extraños. Piénsese en términos de exclusividad. Ocurre tanto en la tienda como en el restaurante. Tiene tirón esta bandera y a ello han contribuido, en los últimos años, proyectos como el de Rafael Palacios, que en apenas diez años ha conseguido no solo situar sus vinos entre los mejores de España, en algún caso lanzado directamente a los siempre discutibles números uno, sino animar a otros a seguir el camino.

A bastantes kilómetros de distancia, no deja de ser también llamativo que Gargalo, la bodega de Roberto Verino con denominación de origen Monterrei, ofrezca dos blancos que lucen la variedad en la etiqueta. Uno es godello 100 %. El otro combina treixadura con albariño. Indicativo es también que Martin Códax, la primera referencia de la denominación Rías Baixas, haya llegado hasta Monterrei para apostar desde Terras do Cigarrón por una nueva marca de godello, Mara Moura, sin que preocupe la competencia con uno mismo, que incluso enriquece. Se trata de escuchar al mercado y responder.

Grande como es la vocación de sorprender que anima a buena parte de cosecheros, bodegueros y enólogos, la vendimia del 2016 dará nuevas oportunidades a los colleiteiros de ribeiro, esos pequeños productores que ponen su alma en el vino, que sufren como nadie el daño que cae del cielo sobre sus cepas y saben, también como pocos, hasta donde pueden llegar. En algunos casos, de forma discreta, se dejan cautivar por la misma música.

Véase como síntomas que en Joaquín Rebolledo hayan presentado Trasdeirelas como vino de finca y que, sin salir de Valdeorras, Pagos de Galir, que en su día arrancó entregada a los tintos y a las crianzas medias como reto, poco a poco ha ido variando su enfoque para centrarse en los godellos, que se han ido asentando hasta convertirse en apuesta segura. Por no hablar de Pago de los Capellanes, una de las casas de referencia de la Ribera del Duero, que eligió Valdeorras y apostó por la variedad godello como la mejor alternativa para dar el contrapunto a su muy sólida oferta vinícola, partiendo de viñedos propios y, desde esta vendimia, con instalaciones propias donde poder dar calor y dejar crecer sus fermentados en barrica y sobre lías.

Atención, pues, a los godellos.

“Un godello ofrece la exclusividad que otros vinos ya no tienen”

Catalina Maroto, enóloga de Joaquín Rebolledo, en la bodega ourensana