Las luces y sombras de cuando «solo el pueblo salva el pueblo» en catástrofes
GALICIA
Combatir el fuego responde a impulsos instintivos pese a entrañar un alto peligro
13 oct 2025 . Actualizado a las 11:18 h.En lo peor de los incendios, con mil frentes alrededor, desbordado y sin medios para atajar las llamas, el alcalde de uno de los concellos más afectados durante los fuegos de agosto sintetizó en una frase el aparente abandono de las administraciones y la colaboración de sus vecinos: «Solo el pueblo salva al pueblo». Cientos de gallegos combatieron entonces con lo que podían los fogonazos que amenazaban con consumir sus granjas, montes, explotaciones u hogares. También las casas del resto de la aldea. Un altruismo, este último, que no es nuevo en Galicia. Se vio cuando los habitantes de Angrois auxiliaban a las víctimas tras el terrible accidente del Alvia, o cuando la gente se echó a las playas para limpiar el chapapote del Prestige que con cada ola volvía a inundar de negro las rocas y la arena.
Y es un impulso habitual cuando hay un incendio. Pero en ese esfuerzo por salvar cuanto se pueda, se corre el riesgo de perder la vida. Casi le ocurre a Manuel Colmenero, vecino de 86 años de la pequeña localidad de Lamalonga, en el municipio de Cualedro. Días después del devastador suceso, seguía pensando que de haberse quedado defendiendo su casa con una manguera sin casi presión habría logrado salvarla. Los vecinos, con la edificación consumida por el fuego y después de que explotase una de las tres bombonas que había en el interior, le insisten en que habría muerto en el intento. «Se me chego a quedar, isto non ardía», repite.
«Moitas veces, en situación de shock, hai que intentar sacar a esa persoa porque non é capaz de percibir a realidade. Despois toca traballar esa situación de duelo», expone Cristina Gómez-Román, psicóloga social, profesora en la Universidade de Santiago (USC) y miembro del grupo de investigación Cosoypa al referirse a casos como el de este vecino de Cualedro.
La primera reacción: ayudar
A pesar del riesgo que entraña, la investigadora habla también del componente positivo de esos instintos. «Dende a psicoloxía social, sabemos que nas situacións de crise a primeira reacción adoita ser axudar. Xa o vimos na pandemia, nas inundacións pola DANA ou agora cos incendios: a resposta inmediata da xente é mobilizarse, ofrecer recursos, botar unha man», explica.
Apunta a un factor clave: «As normas sociais». Cita estudios en los que se comprobó cómo un colectivo de gente ayuda cuando alguien empieza a hacerlo, circunstancia que no se da cuando nadie da ese primer paso. «En contextos comunitarios, isto é aínda máis forte: se vemos ás nosas veciñas e veciños colaborando, a axuda convértese nunha norma compartida, case nun deber moral», cuenta Gómez-Román.
«Outro aspecto fundamental é a identidade colectiva. Cando nos sentimos parte dun nós, como a parroquia ou a comunidade, estamos máis dispostos a asumir riscos persoais para protexer ese grupo e o territorio que sentimos como propio. O apego ao lugar tamén xoga un papel importante: non defendemos só casas ou montes, defendemos espazos que forman parte da nosa identidade e da nosa historia», continúa la profesora de la USC, y en el caso de quienes deciden quedarse en sus casas para combatir una amenaza como el fuego, alude a factores sentimentales que prevalecen sobre lo material: «É a memoria, a identidade, a vida construída alí. Abandonala pode sentirse como perder unha parte de si mesma».
El efecto en política
La decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la USC, Marta Lois, recuerda la tradición movimientista, especialmente en Latinoamérica, que alumbró la frase «solo el pueblo salva al pueblo». «É a resposta inmediata a desafíos ou a catástrofes ante a ausencia do Estado. Dálle importancia ao tecido comunitario, a fortaleza do espazo común e aos movementos sociais, a veciñanza... Ao inmediato como capacidade de resposta mellor», explica.
Pero avisa, por una parte, de la «deturpación» y «reversión» de su significado original, convirtiéndose en un elemento «perigoso» cuando va acompañada «dos bulos da ultradereita». Por otra, la define como «unha arma de dobre fío» en su contexto político. «A frase vai dirixida ao Goberno do Estado, pero é importante saber das competencias de cada administración», añade Lois, apuntando a la gestión de los incendios o de la DANA en Valencia.
«A casa é a memoria, a identidade, a vida construída alí. Abandonala pode sentirse como perder unha parte de si mesma»
«As emocións nas crises actívanse con intensidade. Ao principio predomina a solidariedade; despois, cando a situación se estabiliza, aparecen tamén a rabia e a indignación, que poden dirixirse cara ás causas percibidas do desastre, como a falta de prevención, a mala xestión ou intereses económicos», completa Gómez-Román. La investigadora apunta a la cara «construtiva» de estas reacciones, al tender a canalizarse en «demandas sociais e en aprendizaxes para o futuro».
David Alexander, profesor de planificación de riesgos en el University College de Londres y presidente del Instituto de Protección Civil y Gestión de Emergencias británico, advierte sobre los riesgos de las redes sociales, que en su vertiente positiva pueden contribuir a «organizar el voluntariado espontáneo», pero al mismo tiempo son un foco de difusión de «información falsa, teorías conspirativas y contenidos manipulados que generan caos». «Vivimos realmente en la era de la posverdad. Esto puede tener consecuencias fatales para la gestión adecuada de emergencias», alerta.
Recomendaciones
Desde el 112 se aconseja seguir siempre las indicaciones de los medios de extinción y cuerpos de seguridad, así como prepararse para seguir instrucciones de confinamiento o traslado inmediato.
El experto británico apunta que frente a desastres naturales como los incendios forestales «es fundamental que las técnicas de gestión del riesgo de incendios se utilicen de forma más generalizada por propietarios de viviendas y terrenos». Y considera que la respuesta debe «dejar atrás» la ayuda improvisada: «Necesitamos voluntarios organizados, formados y equipados, plenamente integrados en el sistema de protección civil».