Rosaura Leis, catedrática de pediatría: «Tenía claro que no iba a ser pediatra»

GALICIA

Acaba de lograr la cátedra en la Universidade de Santiago; esta especialista del Clínico de Santiago defiende el estilo de vida atlántico y disfrutar alrededor de una mesa
11 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.De sonrisa fácil, disfrutona y familiar. Rosaura Leis Trabazo (A Estrada, 1962) pasa uno de los veranos más especiales de su vida. A punto de ser abuela, acaba de obtener la cátedra de pediatría de la Universidade de Santiago, la primera mujer en hacerlo. Presidenta del comité científico de la Fundación Dieta Atlántica, defiende este modelo como un estilo de vida.
—¿Por qué comemos mal?
—Porque perdemos la adherencia a nuestra dieta tradicional y a como cocinaban nuestros padres y abuelos, cambiaron los estilos de vida y la cocina perdió importancia en nuestro día a día.
—¿Es un crimen comer delante de la tele?
—Nada es un crimen y son muchos los factores que influyen. Comer delante de la tele nos lleva a tener una alimentación menos saludable. Los niños que lo hacen comen más frecuentemente alimentos del vértice de la pirámide. Pero no es solo lo que comemos, sino cómo, cuándo y dónde. Delante de la tele no suele comerse en compañía, y estar alrededor de la mesa es un momento de placer.
—Si tuviese que sobrevivir con tres alimentos una semana...
—Pescado, leche y una legumbre, como las lentejas.
—Creí que escogería el aceite de oliva.
—Sí, es por excelencia el alimento para cocinar y aliñar. Tres alimentos son pocos, una dieta saludable precisa de gran variedad de alimentos.
—¿Qué opina del ayuno intermitente o las dietas restrictivas?
—Cualquier dieta con una restricción sin ser seguida por un profesional es un riesgo nutricional. En cuanto al ayuno intermitente, hay datos que evidencian que ayuda a perder peso pero regulado por especialistas.
—¿La última vez que sucumbió a la comida basura?
—No peco mucho porque no me gusta. A lo mejor una hamburguesa de McDonalds y unas patatas hace un mes. Lo importante es la frecuencia con la que se consumen esos alimentos, no se deben considerar un veneno sino algo que hay que tomar muy esporádicamente.
—El doctor Rafael Tojo la fichó, ¿qué sería si no fuese pediatra?
—Si algo tenía claro es que no iba a ser pediatra, no me gustaba ver a los niños sufriendo. El último año de carrera matriculé mi tesina en nefrología pero cuando llegué al hospital pediatría y nefrología compartían espacio y el profesor Tojo me miró y me dijo: ‘en pediatría hay una tesina para usted, va a ser pediatra, ¿qué va a hacer de su desordenada vida?', y así empecé.
—¿Es la primera catedrática de pediatría de la Universidade de Santiago?
—Sí.
—Las mujeres nos hemos emancipado laboralmente, ¿y de las cargas familiares?
—Creo que no. Fui la primera profesora titular de pediatría de la USC y ahora la primera catedrática, creo que en España somos solo cuatro. Nuestra escuela pediátrica compostelana empezó con Suárez Perdiguero, su discípulo fue Peña Guitián, maestro de la pediatría española, y el de este Rafael Tojo, tan generoso que durante su cátedra hubo otros cuatro más.
—¿Qué haría si estuviese en el gobierno para combatir la obesidad infantil?
—Se empezó a trabajar en el 2005 y todas las comunidades tienen proyectos. Sería importante que en el currículo escolar hubiese una asignatura de estilos de vida saludables, en donde se enseñase a comer y cocinar.

—¿También a cocinar?
—Ahora la cocina es casi una afición, se ha abandonado. Incorporarla al currículo es fundamental y desde los primeros años. En estas clases jugaría un papel muy importante que los padres participen. Otra medida es tratar de controlar las pantallas de los niños.
—Atlántica versus Mediterránea, defienda la suya.
—Tenemos la suerte de tener las dos, que son saludables y además sostenibles. No hablaría de dieta atlántica sino de estilo de vida atlántico, el vivir alrededor de una mesa toda la familia. La dieta atlántica es la que llevamos haciendo toda la vida, y consumimos más aceite de oliva que en el Mediterráneo, por algo tenemos la ciudad olívica. Tenemos una de las mayores esperanzas de vida pero si seguimos como hasta ahora probablemente nuestros niños vayan a vivir con menor calidad de vida, y ahí juega un papel fundamental la actividad física. Yo empecé en una escuela unitaria, iba andando dos o tres kilómetros y no recuerdo ninguna angustia por parte de mi madre, pero cuando estudiaron mis hijos me llamaba al hospital para preguntar quién iba a buscar a los niños si llovía (se ríe), nuestra forma de ver la vida cambió por completo.
—Defínase en pocas palabras.
—Creo que he tenido mucha suerte, he trabajado duro pero he disfrutado mucho. Nací en una familia con un negocio de casa de comidas y he disfrutado de todas las enseñanzas que puede darte criarse allí. Tuve mucha suerte con la pareja con la que comparto la vida, con nuestros hijos, con mi maestro, Rafael Tojo, que era la persona más generosa del mundo, porque yo trabajaba mucho pero él trabajaba más. Me gusta trabajar, pasear, tomarme un café. Creo que soy disfrutona y eso es una actitud.
—¿Si quiere relajarse y disfrutar?
—Me gusta la playa, sola, con un libro, en compañía de los míos...
—¿Qué tipo de abuela va a ser?
—Va a ser mi primer nieto y creo que voy a ser lo que tiene que ser una abuela. Los padres que lo eduquen y nosotros tenemos que consentir, darle cariño, disfrutar de él y que viva en un ambiente familiar agradable. Voy a procurar que la casa de la abuela le huela a comida. Yo nunca cociné, me quedé en A Estrada un poco por egoísmo y el hecho de que mis padres y mi suegra estuvieran cerca fue una suerte. De aquella casa de comidas que tenían mis padres siempre llegaba a mi casa la cestita. Y no sé si por ósmosis pero no soy una mala cocinera por lo que desde que mi madre fue mayor —luego murió— me tocó a mí.
—¿Qué cantaría a pleno pulmón?
—Canto muy mal pero me encanta hacerlo. A pleno pulmón cantaría La puerta de Alcalá, me gustan los cantautores.
—¿Lo más importante en la vida?
—La familia y los amigos.