El último día que Óscar Piñón se vistió de policía lo intentaron matar en la comisaría de A Coruña

Alberto Mahía A CORUÑA

GALICIA

Comisaría de Lonzas en la que sucedieron los hechos.
Comisaría de Lonzas en la que sucedieron los hechos. Cabalar | EFE

Excompañeros del agente tiroteado en Burgos atribuyen como detonante de sus problemas psiquiátricos a un suceso ocurrido en febrero del 2019 en el cuartel de Lonzas: un detenido a punto estuvo de acabar con su vida

21 abr 2023 . Actualizado a las 17:03 h.

Óscar Piñón Casal, el policía ferrolano abatido a tiros en Burgos, ya era paciente de Psiquiatría antes del 11 de febrero del 2019, el día en que su vida dio un cambio a peor. Cuentan quienes lo conocían que episodio que vivió «lo trastornó para siempre». Aquella noche, pocos meses después de ser trasladado al cuartel de Lonzas desde Canarias -el que fue su primer destino- se encontraba de guardia en los calabozos del cuartel coruñés. Cuando uno de los detenidos que custodiaba, un violento atracador de bancos de nacionalidad húngara, lo atacó y a punto estuvo de matarlo. Heridas físicas aparte, aquello le produjo ansiedad, trastorno de estrés postraumático, depresión y abuso de drogas.

Quien estuvo a punto de llevarlo a la muerte aquella madrugada había sido detenido en las inmediaciones de su domicilio coruñés como sospechoso de ser el autor de cuatro atracos a entidades financieras de la ciudad. Una vez arrestado, fue trasladado la comisaría de Lonzas e ingresado en uno de sus calabozos. Poco después, el delincuente solicitó a Óscar Piñón permiso para ir al cuarto de baño alegando que se encontraba mal. El funcionario le abrió la puerta y, con un movimiento repentino, se abalanzó sobre él, cayendo ambos al suelo. En esa posición, «el encausado le realizó una maniobra de estrangulamiento, pasándole el brazo derecho por el cuello y tapándole la boca y la nariz con la otra mano con la finalidad de acabar con la vida del agente para, así, asegurar su huida», dice la documentación de aquel caso. Tras dejarlo herido, consiguió finalmente abrir la puerta e intentó huir, pero finalmente fue reducido por otros funcionarios.

El atracador fue condenado por ello a siete años y medio de prisión. Mientras, Óscar Piñón cayó en una profunda depresión que se agravó con fatalidades personales. Y empezó a tomar malas decisiones. Hasta el punto que aquella madrugada del 11 de febrero del 2019 fue la última vez en que vistió el uniforme de Policía Nacional. Estaba de baja psicológica.

Por su parte, aquel delincuente que intentó matar a Óscar Piñón el último día en que este acudió a trabajar, cumple la correspondiente condena por ello más otras de 16 años de prisión que le impuso la Audiencia Provincial de A Coruña como autor de cuatro atracos a otras tantas entidades bancarias.

El tribunal no creyó al acusado, de 40 años, cuando declaró que él no había sido, que «sería otra persona que se le parece». Negó todos los asaltos, de los que se llevó un botín total de 22.915 euros.