Una atípica configuración atmosférica ayudó a descontrolar los incendios en Asturias

Xavier Fonseca Blanco
Xavier Fonseca REDACCIÓN

GALICIA

Paco Paredes | EFE

Unas temperaturas muy altas para la época del año y vientos muy fuertes mantienen más cien focos activos

31 mar 2023 . Actualizado a las 18:11 h.

La temporada de incendios en Asturias ha empezado este año mucho más temprano de lo habitual. Las condiciones meteorológicas han jugado un papel determinante para entender por qué hay más de cien focos activos. Hasta tres elementos han intervenido de manera decisiva para que el fuego se encuentre desbocado.

Todo comenzó el pasado día 28 de marzo, cuando las piezas atmosféricas se movieron. El anticiclón se situó sobre el centro de Europa y la borrasca al oeste de la Península. La posición de las altas y las bajas presiones generó un corredor de vientos del sur. «Sirvió de motor para la llegada de aire cálido y seco procedente del norte de África que ocasionó un aumento de las temperaturas y una bajada de la humedad relativa», explica Juan Taboada, de MeteoGalicia.

El pasado miércoles fue una jornada más propia del mes de junio, sobre todo en el extremo norte de la comunidad. En A Coruña hubo 24,7 grados. Aunque más llamativos fueron los 27,1 en Ribadeo, la máxima más alta en toda la comunidad. El hecho de que el valor más elevado se alcanzase en A Mariña ofrece una idea de la anomalía.

Efecto Foehn

Hay un fenómeno atmosférico relacionado con la orografía que favoreció que en Lugo y en Asturias hubiese un ambiente tan cálido. Se llama efecto Foehn. Cuando una masa de aire se encuentra con una montaña se ve obligada a ascender. A medida que lo hace pierde humedad, temperatura y cuando pasa a sotavento, el aire desciende más seco y cálido, hasta diez grados, y también aumenta su velocidad. «La masa de aire que llegaba a España, de por sí seca y cálida, al moverse de sur a norte tiene que atravesar la cordillera cantábrica en el caso de Asturias y el Xistral en el de A Mariña. Una vez superadas las cotas más altas, al descender desde esa altura hasta el nivel del mar el aire pierde humedad y gana temperatura. Eso provocó que los valores se disparasen en la región cantábrica incluso hasta los 30, tal y como hemos visto esta semana en algunas zonas», sostiene Taboada.

El tercer elemento fundamental ha sido el fuerte viento. El origen de las rachas tan intensas que han soplado en las últimos días ha sido la borrasca que impulsó el aire africano con la ayuda del anticiclón. «La borrasca era bastante profunda y cogió a Galicia en su radio de acción en la jornada del miércoles. El viento tomó bastante fuerza en el cuadrante noroeste de la Península», apunta.

Además, el jueves, este mismo ciclón extratropical impulsó la creación de otra nueva borrasca que se movió rápidamente por encima de la costa cantábrica, hacia el este. «Tuvo un desarrollo bastante explosivo e hizo que el viento volviese a incrementarse notablemente en la segunda mitad del jueves en el tercio norte de España. La baja cogió a Francia en su trayectoria, ocasionando gran cantidad de avisos en ese país y, como consecuencia, MeteoFrance decidió ponerle el nombre que tocaba en la lista que era el de Mathis», destaca Taboada.

La situación meteorológica que ha generado la actual crisis incendiaria en la comunidad vecina no es para nada algo normal, pero tampoco es la primera vez que ocurre. Galicia conoce muy bien los efectos de la devastadora combinación de aire africano y vientos del sur. En la memoria colectiva de los gallegos guarda un lugar muy destacado el paso del ciclón tropical Ophelia en el 2017. El sistema de bajas presiones se desvió de su trayectoria habitual y se movió hacia el norte, impulsando una masa de aire muy caliente. Aquel trágico 15 de octubre también se midieron las temperaturas máximas más altas en la costa lucense, con 35 grados, por el efecto de la orografía. El fortísimo viento cálido provocó que el fuego se propagase sin ningún tipo de control y la jornada acabase en tragedia.