El chófer del bus que cayó al río en Nochebuena dijo que perdió el control en una bolsa de agua

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

GALICIA

ADRIÁN BAÚLDE

Aún no se han podido extraer los datos del tacógrafo, muy dañado por el impacto del accidente y el contacto con el agua

21 mar 2023 . Actualizado a las 18:04 h.

A falta de que los guardias civiles del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico (ERAT) de Madrid concluyan el informe definitivo del accidente del autobús que cayó al río Lérez en Nochebuena, uno de los atestados elaborados por los investigadores recoge que el conductor manifestó que iba a una velocidad inferior a la que tenía limitada ese tramo de la N-541 y que el autobús hizo aquaplaning al encontrarse con una bolsa de agua. Esa hipótesis es la que ya trasladaron en su día desde el entorno del conductor y que La Voz recogió en su edición del pasado 22 de enero.

El autobús cayó al río desde el puente de Pedre, en Cerdedo-Cotobade, y en el siniestro murieron siete pasajeros. El chófer, Carlos Monzón, había venido sosteniendo que en el momento del siniestro circulaba a unos 70 kilómetros por hora, 10 kilómetros por debajo del límite máximo en ese tramo. Al coger una curva en las proximidades del cruce de Serrapio se habría encontrado con la bolsa de agua y al atravesarla las ruedas traseras, presumiblemente, se bloquearon, al tiempo que se encendían las luces de avería del salpicadero del autobús.

«¡No lo controlo! ¡No lo controlo!», gritó entonces el conductor, según declaró la otra superviviente del accidente, María del Rosario González Rocha, mientras estuvo convaleciente de sus lesiones en el hospital. Al perder el control, se sospecha que el autocar se deslizó hacia la margen izquierda, invadiendo el carril contrario de circulación, para, acto seguido, retomar hacia el lado derecho, momento en el que impactó contra los guardarraíles y la barandilla del puente de Pedre. Esas protecciones fueron insuficientes para frenar una mole de entre 18 y 20 toneladas que terminó precipitándose al río desde una altura de unos 29 metros.

Testimonios

A lo largo de los días posteriores al accidente, la Guardia Civil de Tráfico recabó otros testimonios, entre personal de los servicios de emergencias y usuarios de esta carretera nacional. No obstante, las fuentes consultadas reconocieron que esas declaraciones no aportaron ningún indicio sobre las circunstancias concretas que determinaron el accidente, ya que no hay más testigos presenciales de lo ocurrido que el conductor y la única pasajera superviviente.

Por eso se ha fiado buena parte de la investigación a las pruebas materiales recabadas, tanto en el autobús siniestrado como en el puente y en su entorno. Según trascendió en su día, estaba previsto que se realizase un análisis de la adherencia del asfalto en el tramo donde se produjo el siniestro. Además, se hicieron pruebas de frenado en circunstancias meteorológicas similares a las que se registraban en el momento del accidente y se iba a elaborar un estudio tridimensional del puente.

En paralelo, el equipo de reconstrucción de accidentes analizó los restos del autobús. La intención era emplear un programa informático especializado para la investigación de accidentes comparando imágenes del estado en del autocar siniestrado con fotos de un vehículo similar.

En lo que todas las fuentes consultadas coinciden es en que la prueba más esclarecedora serán los datos registrados por el tacógrafo del autobús que cubría la línea Lugo-Vigo.

Sin embargo, a punto de cumplirse tres meses del accidente (ocurrido el 24 de diciembre), en la Fiscalía de Pontevedra no tienen constancia de que se hayan podido obtener los registros del dispositivo. El impacto del accidente y el contacto con el agua están dificultando la recuperación de los datos.