Crimen de Muimenta: la madre niega haber asesinado a Desirée y afirma que «no le hubiera hecho eso conscientemente»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

GALICIA

André S. Zapata | Atlas | EP

Ana Sandamil volvió a la Audiencia de Lugo para ser juzgada por el crimen de Muimenta por segunda vez, después de que el TSXG anulase la sentencia que la condenó a prisión permanente revisable. La acusación y la Fiscalía mantienen sus versiones: «Creemos que la mató su madre y que sabía lo que hacía»

28 feb 2023 . Actualizado a las 11:27 h.

Casi un año después del primer juicio, Ana Sandamil, madre de Desirée Leal y su presunta asesina, volvió a la Audiencia de Lugo para ser juzgada. Llegó a las 11.30 horas de este lunes, después de que se constituyese el jurado popular que se encargará de declararla culpable o inocente del conocido como crimen de Muimenta.

A la entrada de este segundo juicio, tanto el padre de la niña, José Manuel Leal, como su abogado, Manuel Ferreiro, aseguraron que esperan «una sentencia de prisión permanente revisable». El letrado, aunque evitó mencionar demasiado el primer juicio, declaró que «venimos con la misma argumentación de siempre, que la única autora posible es la madre y que sabía perfectamente lo que hacía».

Tanto ellos como la acusación popular, liderada por la Fundación Amigos de Galicia y el abogado Francisco Lage, afirmaron que «la clave será la declaración de los forenses y psicólogos que trataron a la madre, que ratificarán lo que dicen sus informes, que es que era plenamente consciente de estar asesinando a su hija y que no tiene sentido pensar otra cosa».

De esta forma, empezó la primera de las seis jornadas que durará el juicio, de lunes a lunes, y se dio inicio a un proceso que tendrá que repetirse por completo. Al inicio de la sesión, que empezó con retraso, las partes le transmitieron sus posturas al tribunal. Tanto la fiscal, Ylenia Suárez, como los abogados Manuel Ferreiro y Francisco Lage, apoyaron la versión de que la madre asesinó a la niña. 

Ana Sandamil en la primera sesión de la repetición del juicio por el asesinato de Desirée
Ana Sandamil en la primera sesión de la repetición del juicio por el asesinato de Desirée

La madre afirmó no recordar lo ocurrido durante la noche y que se encontró a su hija muerta

La primera en declarar este lunes fue la acusada. En su turno de palabra, Ana Sandamil dijo haberse encontrado a Desirée muerta. Negó haberle dado de beber el somnífero, haber forcejeado con ella y, finalmente, haberla matado. «No le di ningún sedante. A lo mejor tomó ella de mi bebida, una botella con trazodona que yo preparé unos días antes porque quería desaparecer de este mundo. No la tomé porque llegó ella y me sentí mejor. En ningún caso forcejeé con mi hija, ni le hice nada, me la encontré muerta por la mañana», explicó.

Con respecto a lo ocurrido aquel 3 de mayo, Sandamil declaró lo mismo que ha venido diciendo durante todo el proceso: «Esa noche, estábamos solas. Cuando volví de desayunar, la vi muerta. Estaba en el lado derecho de la cama, en el suelo. Pensé que se había caído, la cogí y la subí a la cama. Intenté reanimarla, pero no me respondía. Le apreté el pecho y le abrí la boca. No le vi sangre por ningún lado».

Reconoció que, en esa época, la niña dormía con quien quería, y esa noche eligió ir con ella. Pero Desirée estaba muerta al amanecer. «Fui a la habitación de mi madre y ella llamó a Emergencias. Yo me tomé las pastillas después de que mi madre me dijese que Desi estaba muerta. Quería suicidarme, pero mi madre me obligó a vomitarlas», afirmó.

Tras esto, ella misma admitió que, lo primero que hizo, fue cambiarse de ropa. Se quitó el pijama y se puso ropa de calle. Sandamil, a preguntas del abogado del padre de la niña, reconoció que no recuerda qué hizo con el pijama tras quitárselo. Manuel Ferreiro le recordó que esa prenda apareció escondida debajo de la cama, con manchas de sangre de Desirée. «No sé nada de eso», concluyó la madre.

Con respecto a su estado mental, Sandamil afirmó que «oía voces que me decían que me iban a matar». Nunca le mencionó esto a ningún médico o psicólogo antes de la muerte de Desirée, «solo a un curandero al que fui». Sí les  contó a los médicos a los que fue, en varias ocasiones, sus problemas de ansiedad y depresión, que pensaba que unos compañeros de un curso al que acudía confabulaban contra ella. «¿Y por qué les comentó eso y no algo tan grave como que escuchaba voces que la amenazaban de muerte?», le preguntó el abogado de la acusación. «No sé», se limitó a decir ella.

La madre reconoce que pudo darle muerte a su hija, pero no conscientemente

Los momentos posteriores a la muerte de Desi fueron uno de los puntos clave de su declaración. Minutos después de, según ella, descubrir el cadáver, trató de quitarse la vida. «Me quise suicidar cuando escuché a mi madre diciéndole a mi tío por teléfono que yo le había hecho algo a la niña», reconoció, afirmando que, desde el primer momento, hasta su madre la vio como sospechosa del asesinato.

«Yo no recuerdo haberle hecho eso a mi hija. Jamás le hubiera hecho eso conscientemente. Era lo que más quería», sentenció, emocionada, Ana Sandamil.

Finalmente, a preguntas de su abogado, relató una serie de episodios que, según ella, demostrarían que no estaba bien. Sandamil explicó que «oía voces, creía que mis compañeros de un curso me espiaban y me envenenaban el agua, que el navegador del coche me hablaba o que mis padres eran mis abuelos. Estaba muy, muy mal. Me inventaba cosas, no reconocía a mis familiares y me encerraba en casa», explicó Sandamil.

Con respecto a Desirée, su hija, no notó nada raro. Simplemente, dijo que «la niña estaba muy cariñosa conmigo, me cuidaba mucho, porque veía que estaba muy mal». Precisamente, este punto lo defiende también la Fiscalía y las acusaciones. Ellas afirman que, aunque la madre tuviese una afectación mental, no tenía relación con su hija, por lo que en ningún caso podría justificar el crimen.

Concluyó afirmando no recordar lo que ocurrió la noche de la muerte de Desirée, e insistió en que se encontró a su hija sin vida junto a la cama. «Escuché a mi madre diciéndole a mi tío que algo le había hecho yo a Desi, y yo le dije 'eu non fun'», repitió la acusada.

El padre de Desirée Leal, a las puertas de la Audiencia de Lugo
El padre de Desirée Leal, a las puertas de la Audiencia de Lugo Manuel Guede

La madre de Sandamil dice que su hija estaba ida cuando mató a Desirée

Después de Sandamil, la primera testigo en comparecer fue su madre, María Novo, abuela de Desirée. Tal y como estaba previsto, defendió que su hija, si hizo lo que hizo, fue «porque no estaba bien». Eso sí, reconoció que, en los primeros momentos, le dijo tanto a su hermano como a su propia hija que ella había matado a la niña. «Ana me despertó diciéndome que 'morreu Desi'. Me levanté y fui a verla. Estaba tibia, pero no fría. Entonces, llamé al 061. Le dije a mi hija, 'mataches a Desi', pero me dijo que no había sido ella. Llamé a mi hermano y a otros familiares, y le dije que algo le había hecho Ana a la niña», admitió la abuela.

«Yo andaba de un lado para otro, esperando a los sanitarios, cuando ella se abrazó a mí y vi cómo se le caía un blíster de pastillas. Me di cuenta de lo que quería hacer y ya le metí los dedos en la boca para que vomitase. No me dijo nada de por qué las había tomado, y yo lo único que le dije fue que se cambiase para que no estuviese en pijama», relató Novo.

Con respecto al estado de su hija, especificó que esta le había dicho que pensaba que las espiaban y que la drogaban en el curso al que acudía, pero no que oyese voces o que tuviese psicosis, como defiende el abogado de Sandamil.

Finalmente, alegó que, si su hija hizo lo que hizo, se debió a su estado psicológico. «Se fixo o que fixo, foi porque estaba mal. Nese momento estaba ida, era unha persoa fóra de si. Era unha moi boa nai. O que pasou, pasou... Pero facía todo por Desi. Facía todo o posible por ela», contestó a preguntas del letrado de la defensa, emocionada.

El padre de la niña dice que quería pasar más tiempo con la niña

Tras un receso de dos horas, fue turno del padre de Desirée, José Manuel Leal. «Nuestra relación empezó a empeorar cuando la madre empezó a tratar a Desirée como si fuese su juguete, como si fuese algo de su propiedad», empezó diciendo Leal, visiblemente emocionado.

«Antes del crimen, había tomado la decisión de dejar mi trabajo en A Coruña, después de 20 años, para mudarme más cerca de mi niña. Ella misma decía que tenía que pasar cuatro días conmigo y cuatro con su madre, que sería lo justo. Yo le comenté a la acusada que tenía la intención de acercarme a la zona de Vilalba a vivir para pasar más tiempo con Desirée. Ella se rio de mí cuando se lo dije», declaró Leal.

En el juicio, el padre aseguró que le fue «imposible» contactar con Desirée en varias ocasiones en los días antes del crimen. La última vez que habló con ella fue el 1 de mayo, dos días antes. Ese mismo día, Leal debía ir a por su hija, ya que le tocaba pasar ese fin de semana con ella. Jamás volvió a verla con vida. 

«Ella cambió de carácter conmigo cuando se enteró de que yo iba a solicitar la custodia compartida»

«Recibí una llamada de mi suegro, diciéndome que fuera para Muimenta, que Desi estaba muy malita. Luego, le pasó el teléfono a la abuela, que me dijo directamente que «Desi morreu» y me pasó con la Guardia Civil, que me informó de que tenía que ir a la casa porque algo había pasado», contó Leal en el juicio.

A la hora de tratar el estado mental de la madre, Leal afirmó que jamás vio un comportamiento extraño en ella que pudiese derivar en la muerte de la pequeña. «Ella cambió de carácter conmigo cuando se enteró de que yo iba a solicitar la custodia compartida. Dejó de contestar a las llamadas y se volvió más borde», especificó el padre. 

«La muerte de mi niña ha supuesto para mí la condena de cadena perpetua, me destrozó la vida», contestó Leal a preguntas de la acusación popular. «Una amiga de la familia le dijo a mi hermano que la madre de la acusada no sabía qué hacer con ella, porque lleva un tiempo sin dejar que la saquen de casa», lamentó el padre de Desirée. 

Especialmente tensa fue la parte de su testimonio en la que las preguntas las realizó Luis Rifón, el abogado de Ana Sandamil. El letrado insistió mucho en la relación que tenían tras su ruptura. «Hubo fines de semana en los que ella rompió el régimen de visitas, aprovechando que yo trabajaba muchos sábados y domingos», aseguró el padre de la víctima. 

Ana Sandamil, entrando a la Audiencia Provincial este lunes.
Ana Sandamil, entrando a la Audiencia Provincial este lunes. Manuel Guede

«Cuando le pregunté qué había pasado, recuerdo que me contestó muy seca. 'A nena tomou unhas mediciñas miñas', me dijo»

Tras él, testificaron sus dos hermanos. El hombre recordó que, poco antes de la muerte de Desirée, Ana Sandamil les regaló dos fotos a través de la niña. «Nunca antes nos había dado nada así. En el momento no nos resultó raro, pero ahora, visto lo visto, atas cabos», afirmó.

Su hermana, que declaró tras él, ratificó esta historia. Ella, además, era madrina de la pequeña. «He de decir que siempre me llevé bien con Ana. Mi hija mayor era uña y carne con Desi. Siempre íbamos a su cumpleaños y ellas a los de mis niños», comentó. 

La mujer, con respecto al día de los hechos, dijo que la noticia se la dio su marido. Ella bajó al cuartel de la Guardia Civil de Vilalba de inmediato, y preguntó por este caso. Cuando le confirmaron que había una emergencia por una niña muerta en Muimenta, fue hasta la casa de Sandamil. «Me la encontré en su cuarto, tapada con una manta. Cuando le pregunté qué había pasado, recuerdo que me contestó muy seca. 'A nena tomou unhas mediciñas miñas', me dijo. Me pareció muy extraño, porque ella no hablaba así», lamentó. Finalmente, afirmó que, en los meses anteriores, no había percibido ningún cambio en la personalidad de la madre de Desirée. 

«No supe que la niña había muerto hasta que llevaba un rato en la casa»

Finalmente, el último testigo llamado a declarar este lunes fue el abuelo de la pequeña, padre de Ana Sandamil y exmarido de María Novo. Su declaración fue breve, ya que respondió de forma escueta a las preguntas de la fiscal, de las acusaciones y de la defensa. Para empezar, afirmó que «no supe que la niña había muerto hasta que llevaba un rato en la casa», ya que, según él, «al principio pensaba que los enfermeros la estaban atendiendo porque le había pasado algo».

Al igual que el resto de la familia materna, apoyó la versión de que la madre de Desirée «estaba muy mal», nombrando de nuevo los episodios en los que ella decía que «la espiaban». No entró en más detalles, y el tribunal de la Audiencia dio por terminada la sesión. La segunda fecha se llevará a cabo a partir de las 10.00 horas de este martes. Entonces, declararán doce testigos más, entre familiares, peritos y agentes de la autoridad. 

«Señores y señoras del jurado: no tengan compasión con nadie, porque nadie la tuvo con Desirée aquella noche»

A nadie le gustaría estar en la posición en la que se encuentran los miembros del jurado popular que decidirán el veredicto del crimen de Muimenta. Los diez miembros de este pequeño colectivo tendrán la responsabilidad de decidir si Ana Sandamil, la acusada, es culpable o inocente del asesinato de su hija Desirée Leal, que tenía siete años cuando se cometió el crimen. Su función es simple, pero su deber, muy complicado. Tendrán que prestar atención a todos los detalles del juicio, que empezó este lunes y se extenderá hasta el próximo, para poder emitir un veredicto contundente, sea del lado que sea.

Tendrán que asegurarse, además, de justificar correctamente su decisión. La falta de motivación de su veredicto hizo que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia anulase la sentencia que, el año pasado, condenó a Ana Sandamil a prisión permanente revisable por estos mismos hechos y que derivó en la repetición del juicio. El nuevo jurado popular, asesorado por el tribunal de la Audiencia Provincial, debe asegurarse de no cometer el mismo error.

«Letrado, recuerde que aquí no ha habido ningún primer juicio», llegó a decir el juez

Y no solo eso, sino que deberán ignorar por completo la existencia de ese primer juicio. De hecho, el presidente del tribunal, el magistrado Edgar Cloos, advirtió en varias ocasiones a los abogados que mencionaron datos del primer juicio, celebrado el año pasado. «Letrado, recuerde que aquí no ha habido ningún primer juicio», llegó a decir, con cierto sarcasmo, el juez.

Este y otros detalles se los explicaron con mucho énfasis las cuatro partes presentes en este procedimiento, que también defendieron sus posturas al inicio del juicio. «Creo que Desirée murió a manos de su madre. Y creo que esta sabía lo que hacía, que distinguía entre el bien y el mal». De esta manera comenzó este lunes Ylenia Suárez, la fiscal encargada del caso. Y es que ella fue la principal encargada de explicarle al jurado popular cuál sería su función y qué deberán valorar en este proceso. Para ella, no hay dudas con respecto a la imputabilidad de la madre, y apoya una sentencia condenatoria de prisión permanente revisable para Ana Sandamil. Por ello, instó al jurado «a que tomen la decisión que consideren, pero amparándose en los datos que oirán aquí».

Suárez, en su turno, expresó que «yo no estoy aquí para convencerlos, sino para tratar de aportar todos los datos para que elijan una opción con una base suficiente». Finalmente, la fiscal dio por terminado su discurso con una frase lapidaria: «Señores y señoras del jurado: no tengan compasión con nadie, porque nadie la tuvo con Desirée aquella noche».

«La acusada podía tener ansiedad e insomnio, pero ¿qué tiene que ver eso con matar a tu hija? Nada»

Tras ella, el abogado del padre, José Manuel Ferreiro, le dijo al jurado popular que deberán responder a tres cuestiones: «Cómo murió la niña, quién la mató y, si fue la madre, cómo estaba mentalmente en ese momento». Para él, la madre sí presenta un trastorno, «pero no está relacionado con el asesinato de la niña». «Podía tener ansiedad e insomnio, pero ¿qué tiene que ver eso con matar a tu hija? Nada», añadió.

Tanto él como Lage, el abogado de Amigos de Galicia, instaron al jurado a valorar los testimonios que realizarán los peritos y los guardias civiles, «que les contarán cómo la madre estaba en sus cabales cuando llegaron a la escena del crimen». Por ello, todos defendieron que la posible afectación mental de Ana Sandamil sería, en todo caso, «leve», y «jamás podría significar un atenuante o una rebaja de pena».

Luis Rifón, el abogado que ejerce la defensa, fue en la dirección contraria, alegando ante el jurado que «la acusada pudo cometer la muerte de la niña, pero jamás lo pudo hacer deliberadamente, porque presentaba un trastorno de la personalidad claro». Para él, los miembros del jurado deben tener en cuenta que Sandamil, su clienta, «estaba psicótica, vivía en un mundo paralelo». Concluyó su tesis ante el jurado con que «ella debe estar en un psiquiátrico, donde la puedan ayudar con sus enfermedades psíquicas».

Está por ver si un juicio que debería ser calcado al del año pasado tiene la misma sentencia.

Un asesinato cometido en 2019

El asesinato ocurrió en la casa familiar de Muimenta (Cospeito, Lugo) el 3 de mayo del 2019. La pequeña Desirée Leal, de siete años, durmió en la cama de su madre, pero nunca despertó. La Guardia Civil encontró el cuerpo sin vida por la mañana, después de que Sandamil avisase a su madre, la abuela de la niña, de que «morreu Desi», y esta llamase al 112.

El cuerpo de la pequeña presentaba signos de una muerte violenta por asfixia. Desde el primer momento, la Guardia Civil sospechó de la madre, que fue detenida unas semanas después, tras ser ingresada en el hospital después de haber intentado suicidarse ingiriendo unas pastillas tras el crimen.

Ana Sandamil ya ha sido juzgada por estos hechos. Y condenada a prisión permanente revisable. Ocurrió hace algo más de un año, cuando se la sometió al mismo proceso que ahora. Sin embargo, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia anuló la sentencia de la Audiencia de Lugo al considerar que el jurado que la declaró culpable no razonó de manera adecuada su decisión.

Según el TSXG, debieron haber justificado por qué valoraron la afectación psicológica de Sandamil como leve y no como grave, lo que es la clave del proceso. Las acusaciones y la Fiscalía defienden que apenas tenía problemas mentales en el momento de los hechos, pero su abogado afirma que no sabía lo que hacía. Al ver su afectación como ligera y no como más grave, el jurado popular abrió la puerta a una condena de pena máxima y rechazó una sentencia que la llevase a un ingreso psiquiátrico o a unos 25 años de prisión, que es a lo que aspira la defensa de la acusada.