La jueza reprende en la vista oral a las aseguradoras por investigar a víctimas del Alvia

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

La jueza Elena Fernández Currás
La jueza Elena Fernández Currás XOAN A. SOLER

El abogado de Allianz, el seguro del ADIF, admite que obtuvo información sobre un viaje de un afectado en sus redes sociales

22 feb 2023 . Actualizado a las 17:20 h.

La jueza cortó este miércoles radicalmente en el juicio del Alvia algunas de las preguntas planteadas por las aseguradoras, especialmente Allianz Global (el seguro de responsabilidad civil del ADIF), y se preguntó incluso si estas empresas «pusieron investigadores» a las víctimas. Lo que parece claro es que la aseguradora Allianz investigó las redes sociales de algunos afectados, como demostró este miércoles refiriéndose a un viaje a Venecia que había realizado un joven que resultó herido en el accidente, dando a entender que si podía viajar las secuelas no eran tan graves como había atestiguado.

La jueza le reprendió por referirse a una fotografía del compareciente «que no consta en la causa», a lo que el letrado respondió que «está en redes sociales», admitiendo por tanto que entran en los perfiles digitales de las víctimas para comprobar cómo fue su vida después del accidente, de cara a calcular las indemnizaciones que les corresponderían por secuelas o daños persistentes en el tiempo. El propio afectado reconoció que tuvo que volver en barco desde Venecia por el miedo que le provoca el tren y el avión a causa del siniestro ferroviario que vivió en primera persona. La jueza, Elena Fernández Currás, fue taxativa con la estrategia del abogado: «Debe ceñirse a lo que obra en la causa», le dijo, y no a investigaciones posteriores.

La estrategia de cuestionar algunos efectos del accidente en la salud o en la vida de los viajeros ha sido una constante por parte de las aseguradoras desde que comenzó la vertiente civil del juicio. Y también motivó alguna riña por parte de la jueza, Elena Fernández Currás, como cuando cuestionaron que las dificultades en la vista de una víctima —que tuvo que dejar su trabajo— estuvieran relacionadas en su totalidad con el siniestro.

La magistrada aún tuvo que intervenir después para advertir a un abogado de las víctimas, con el objetivo de que rebajara las cuestiones que estaba planteando a un padre que perdió a su único hijo.

Futuro profesional truncado

Por otra parte, una arquitecta urbanista que había sido contratada en su momento por un estudio de prestigio admitió que ya no se atrevería a hacer cálculos de estructuras por los daños cerebrales que le provocó el accidente. Estuvo en coma un mes. «Son secuelas que me quedan de por vida», dijo. «Lo único que sé es que no puedo trabajar», atestiguó después, pues las secuelas del accidente le generan múltiples dificultades para organizar la vida doméstica, tiene problemas de memoria y falta de atención. «Me lavo los dientes sin mirarme al espejo», admitió. «Cada vez que salgo de casa —añadió— me tienen que ayudar a buscar las gafas, las llaves...». «Te casas con una persona y luego tienes que vivir con otra distinta», explicó su marido, también arquitecto urbanista, sobre el cambio que sufrió su mujer, probablemente la última persona en ser identificada después del accidente (la identificación se hizo a partir de una sortija que portaba).

«Miraba el techo de la ambulancia pensando que iba a ser mi último día en el mundo», aseguró una madre leyendo un texto con las impresiones de sus hijas, víctimas del accidente, ambas con residencia en Estados Unidos.

Por otra parte, Europa Press recoge la declaración de un joven cuya madre también estuvo en coma por el accidente y a la que le era imposible declarar.

—Si me permite decir una última cosa, lo único que quiere mi madre es que el juicio acabe y esté viva para ver la sentencia, le dijo a la jueza.

—No me presione, que la sentencia la tengo que poner yo, le contestó la jueza, que desde que empezó la fase civil se ha mostrado muy sensible al dolor de las víctimas.