Galicia necesita más agentes y tecnología para contener el poderío logístico del narcotráfico

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

GALICIA

El pesquero de Senegal Simione, único barco cargado de cocaína (3.300 kilos) rumbo a Galicia interceptado en el 2022, en el momento de ser abordado a la altura de las islas Canarias.
El pesquero de Senegal Simione, único barco cargado de cocaína (3.300 kilos) rumbo a Galicia interceptado en el 2022, en el momento de ser abordado a la altura de las islas Canarias. Guardia Civil

El excedente de cocaína en las Rías Baixas, por alijos descargados sin ser detectados, se constata en el precio del kilo, 10.000 euros más barato que en el 2016; agentes especializados reconocen que "entran cantidades ingentes" de coca procedente de Sudamérica

06 feb 2023 . Actualizado a las 18:07 h.

El narcotráfico es más fuerte e invisible que nunca en Galicia tras 35 años de asedio policial y judicial. Sobran cocaína, heroína, hachís y plantaciones de marihuana, astilleros de narcolanchas, dinero sucio y tecnología para comunicarse y moverse sin ser detectado. En el bando opuesto, ocurre lo contrario: las unidades policiales especializadas trabajan desbordadas por la gran cantidad de información que reciben, faltan funcionarios y mejor tecnología para medirse de tú a tú con los traficantes, juzgados no saturados y especializados y una legislación menos garantista. No es un escenario alarmista, lo razonan quienes sufren la realidad más oculta y peligrosa de la comunidad; especialmente en lo referido al tráfico internacional de cocaína.

«Las rutas que llegan a Galicia y Europa están sobrealimentadas por el excedente en países productores y por la demanda de mercado», explica el fiscal antidroga en Pontevedra, Pablo Varela: «Las dificultades para investigar son elevadas por la tecnología que tienen estas organizaciones criminales para garantizar su opacidad, y es una obviedad que hacen falta más agentes y medios para contenerlas».

Analizar los alijos decomisados en el 2022 supone una bofetada de realidad. Solo una aprehensión implicó desarticular todos los eslabones tipo de estas organizaciones: barco abordado en alta mar, varias toneladas de coca confiscadas y la detención en tierra de jefes y lancheros. Se bautizó como Sugar Brown y la ejecutaron el ECO Galicia y el EDOA de la Guardia Civil en Pontevedra. Ambas unidades lo reconocen abiertamente: «Entran cantidades ingentes», «Galicia necesita un plan de contención con más medios y funcionarios» o «el personal es limitado».

El bajo valor de la coca en las Rías Baixas supone otro golpe de realidad que nunca se publicitará en comunicados oficiales. Entran alijos sin detectarse, y el excedente, ya en tierra, permite ofertar precios de saldo: cada kilo oscila entre 18.000 y 23.000 euros. En el 2016, antes de multiplicarse la producción de cocaína en Colombia, se pagaba a unos 30.000 euros. «No es droga adulterada y sí de gran pureza», detallan en el grupo II de la Udyco de Pontevedra, antes de añadir: «Si tuviéramos 300 agentes más, estarían todos ocupados. Sobra información fiable de objetivos a los que perseguir. Pero el gran problema, muchas veces, es que cuesta más judicializar una investigación que requisar droga. Trabajamos con un sistema demasiado garantista que, poco menos, implica coger con las manos en la masa a los malos».

La queja se repite en todas las unidades antidroga consultadas. Atañe a la Ley de Enjuiciamiento Criminal y a las trabas que engloba para aplicar técnicas de investigación mucho más fáciles de autorizar en otros países de Europa o América. El tablero de partidos judiciales en Galicia tampoco ayuda, aún sin juzgados especializados en narcotráfico pese a lo enraizado que está el delito y su variante de blanqueo: «Presentarse en un juzgado que lleva asuntos de civil y penal con temas de narcotráfico internacional hace que nos vean como un embolado que los va a saturar aun más. Tienen que compaginar esto, por ejemplo, con litigios de ovejas entre vecinos».

Astillero y concesionario

Las cien narcolanchas decomisadas en naves de las Rías Baixas y el norte de Portugal, en el primer semestre del 2022, evidencian el asentamiento de otra lucrativa rama de negocio asentada tras la ilegalización de estas embarcaciones en el 2018. «Se fabrican para toda España y Portugal, muchas van al Estrecho y al Mediterráneo, y otras se usan en Galicia. Es como Citroën, gran parte de los coches fabricados en Vigo acaban fuera, pero otros se quedan», explican en la Guardia Civil. Para el fiscal antidroga, Pablo Varela, que coordinó estas cuatro investigaciones, desmantelar semejante red de astilleros clandestinos supuso el enésimo sopapo de realidad. Igual que el zulo subterráneo, al que se accedía desmontando un plato de ducha, para esconder estos fórmulas uno del mar en una nave de Vilanova de Arousa: «Otro ejemplo de la realidad que nos rodea... igual que las grandes cantidades de cocaína requisadas recientemente cerca de Canarias».

Varela alude a once toneladas de polvo blanco encontradas en dos buques y un velero con destino a Europa. No hay pruebas que permitan relacionar un solo gramo de los 11.000 kilos con Galicia, pero sí evidencian el trasiego de fardos que recorren a diario el Atlántico siguiendo la ruta africana. El 2022 sí constató varias conexiones documentadas entre la comunidad y este continente: la operación Sugar Brown y el arresto del vigués Miguel Ángel Devesa, exdirigente de las Xuventudes Socialistas en Galicia y expolicía. Cayó con 1.800 kilos de cocaína en Costa de Marfil tras una década desaparecido. En ese tiempo fue absuelto en Mali de un alijo de otros 10.000 kilos y de descuartizar a su chófer con una motosierra.

Otra detención relevante del 2022, también en el extranjero, fue la del alias Paul Wouter, el gran narco de Brasil que fingió su muerte para eludir el juicio en Galicia por 1.700 kilos incautados en el 2018. El tercer arresto de renombre lo protagonizó el arousano Pablo Vázquez Brea. Lo esposaron llegando a Ucrania para, explicó la Policía Nacional, comprar un narcovelero. Arrastraba una orden de captura por 1.623 kilos de coca intervenidos en el 2021 en Huelva. Una huella suya hallada en la escena del delito lo situaría participando del transporte en el velero. Pero Vázquez Brea ya llevaba una década en el radar policial por el talento que se le atribuye al timón de embarcaciones.

La mayor curiosidad en la biografía policial de Vázquez Brea ocurrió en otoño del 2019. Le consta un viaje relámpago de ida y vuelta al norte de Brasil pocos días antes de que zarpara, desde esa zona del país, el narcosubmarino que llegó a Galicia. Puede ser casualidad, aunque también se sabe, por testigos que lo declararon, que antes de llegar el gallego que finalmente integró la tripulación del narcosubmarino, hizo acto de presencia en el campamento levantado en la selva otro gallego, llamado a ser el piloto, que por algún motivo no aceptó el trabajo y se esfumó.