Pedro Puy, el tercer hombre del PPdeG, ahora también clave para Rueda

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

El portavoz parlamentario coserá otra vez el programa electoral del partido

31 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los tríos estaban de moda en política a primeros de siglo. Los inauguró el nuevo laborismo británico. Muchos recordarán al primer ministro Tony Blair, el de la guerra de Irak; algunos menos a Gordon Brown, el sucesor fallido, y muy pocos a Peter Mandelson, la eminencia gris. Lo llamaban el príncipe de las tinieblas por su influencia en el Gobierno. Pese al mote, es al que mejor le fue en la cosa pública. La reina le hizo barón de Mandelson y se sienta en la Cámara de los Lores.

En Galicia la tendencia llegó con algo de retraso. Tras la sucesión de Fraga, el nuevo PPdeG se edificó sobre tres nombres: Alberto Núñez Feijoo, Alfonso Rueda y Pedro Puy. Los tres comparecían juntos en febrero del 2006, un mes después de que Feijoo fuese elegido presidente del partido. Rueda, a su derecha, era el nuevo secretario general. Puy, a su izquierda, el redactor de la ponencia sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Galicia.

Los paralelismos acaban ahí. El nuevo PPdeG ha gobernado más años que el nuevo laborismo, y la evolución de sus protagonistas ha sido muy distinta. Feijoo disputará la presidencia del Gobierno. Rueda le sucedió en la Xunta y el viento de las encuestas le es favorable. Y Puy sigue siendo el faro intelectual del movimiento político hegemónico en Galicia.

Pedro Puy Fraga (Granada, 1962), sobrino de Manuel Fraga, es doctor en Derecho y profesor de Economía Aplicada en la USC. Ha coordinado los programas electorales del PPdeG desde los albores de la era Feijoo. Volverá a hacerlo para Alfonso Rueda, quien el domingo confirmó que pilotará la redacción del documento para las municipales.

El nombramiento por Rueda

Puy, preguntado ayer en su habitual rueda de prensa del lunes por la designación, mostró su «agradecemento ao presidente do partido e da Xunta» por la confianza y describió su labor sin adornos: hacer una serie de aportaciones desde Galicia que serán incluidas en el programa marco a nivel nacional.

Su comparecencia antes de las preguntas se centró en combatir la «campaña», o la «matraca», del BNG contra el funcionamiento de la sanidad pública. Contrapuso las críticas de los nacionalistas, que la semana pasada llegaron a descalificar como «pandilla de psicópatas» a los responsables del Sergas, con los datos de aumento de personal y fondos desde el 2009, y con cifras que sitúan al sistema público gallego en el grupo de los mejores —o de los menos malos— de todo el país.

En ese contraataque al Bloque lució su estilo particular, alejado de la confrontación y presto a explotar las contradicciones del oponente. Muchos en el PP le conocen como profesor Puy. Ese estilo se complementaba en la era Feijoo con las formas más duras de Miguel Tellado. Rueda mantuvo esa dualidad al nombrar viceportavoz a Paula Prado, también cómoda en el choque.

El presidente suele guardar un tiempo en su agenda para despachar con Puy después de cada pleno. Pero el contacto entre ambos es «constante» de una manera u otra. «Es una persona clave», señalan fuentes de San Caetano, como demuestra el encargo del programa electoral.

También lo era para Feijoo, y formó parte del selecto grupo que asistía a las reuniones que se celebraban los jueves, tras el Consello de la Xunta. La mayoría de los asistentes a aquellos encuentros siguieron a Feijoo hasta Madrid. Puy continuó en Galicia.

Otro indicador de su papel clave es que entró en alguna quiniela para suceder a Feijoo, incluso aunque nunca fue conselleiro.

La marcha del expresidente y el infarto que Puy sufrió en el Parlamento durante la sesión de investidura dieron pie a especulaciones de que no continuaría. Rueda subrayó que contaba con él, y volvió a la primera línea.

Su regreso a O Hórreo no fue celebrado solo entre las filas populares. Su estilo parlamentario le ha granjeado reconocimiento, e incluso amistades, en los cuadros de la oposición, especialmente entre los socialistas. Incluso a pesar de que hay veteranos del PSdeG que le atribuyen la autoría de parte de las «maldades» que los populares emplearon en su campaña del 2009 que arrebató la presidencia a Touriño.