Una jueza especializada en violencia machista: «Las fiestas son un cóctel perfecto para las agresiones»

GALICIA

La jueza Belén Rubido de la Torre en su despacho
La jueza Belén Rubido de la Torre en su despacho Cedida

La jueza Belén Rubido, titular de un juzgado pontevedrés especializado en violencia de género, destaca el aumento de las denuncias y de la colaboración ciudadana contra la lacra machista

30 dic 2022 . Actualizado a las 14:22 h.

Belén Rubido es la jueza decana de Pontevedra y la titular del Juzgado de lo Penal número 4 especializado en violencia de género. Por ello, conoce bien las circunstancia de esta lacra y su situación en la comunidad.

— ¿El año que estamos cerrando ha sido intenso en materia de violencia de género?

— Sí, yo he visto un incremento bastante considerable de las causas de violencia de género. Hemos tenido muchas más que en períodos anteriores. Por un lado se debe a la paralización de los plazos procesales durante el covid, que provocó sobrecargas en fases posteriores. Pero también por el incremento de las denuncias, no cabe duda. Según datos oficiales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en Galicia en el tercer trimestre del 2022 hubo un 14 % más.

— ¿El aumento de denuncias es una buena noticia?

— Yo creo que sí, que hay mucha más concienciación, también en lo que se refiere a la colaboración ciudadana, que yo siempre quiero resaltar. No solo hay que poner el foco en que las víctimas denuncien, que por supuesto que sí, también hay que ponerlo en la colaboración de terceros. Ahora mismo estoy trabajando en una sentencia en la que ha sido clave la ayuda de un vecino que salió en auxilio de una víctima que logro abandonar su domicilio tras recibir una paliza. Este ciudadano vio intolerable esa actuación de un varón sobre una mujer y llamó a la policía. Y eso cada vez pasa más. Es importante porque, además, las víctimas se sienten menos indefensas si tienen el apoyo no solo de su entorno, sino también de las instituciones y de cualquier persona que rechaza tajantemente la violencia machista.

— Es decir, ¿se está perdiendo aquel miedo a meterse en asuntos que se consideraban íntimos, que quedaban en casa?

— Cada vez hay menos ese miedo. Lo veo a diario en mis juicios, en los que cuento con el testimonio de vecinos o incluso de personas totalmente ajenas al círculo de la víctima, que pierden ese miedo a meterse, que son plenamente conscientes de que la violencia machista es intolerable, y salen en defensa de las agredidas. Pero además, esas terceras personas no tienen esos condicionantes que sí sufren las víctimas y que las hace renuentes a denunciar, no porque no sea verdad lo que les ocurre, sino por miedo, por temor, por vergüenza... Las personas ajenas a la relación no sufren ese componente de vulnerabilidad.

— Diciembre apunta como un mes negro para la violencia machista. ¿Hay un patrón de fechas de repunte para estas agresiones?

— Sí, sí, clarísimo, sí. En períodos vacacionales, estivales, de fiestas, en ferias... Por un lado, en las parejas aumentan las horas de convivencia. Si hay conflictos previos, a eso le sumas reuniones familiares en las que a veces surgen enfrentamientos, y aún encima, a eso le añades que en fiestas aumenta el consumo de tóxicos, como alcohol y drogas, que incrementan exponencialmente la agresividad... Tienes el cóctel perfecto para una agresión. Y por otro lado, en el caso de parejas separadas con hijos, en vacaciones de Navidad, Semana Santa o verano hay entregas de esos menores, que son momentos que generan una altísima conflictividad. Esto unido de nuevo al consumo de tóxicos, da la tormenta perfecta para que se produzcan situaciones de violencia.

— Este año las víctimas ya no han podido acogerse a la dispensa legal que les permitía no declarar en el juicio. ¿Qué balance hace de esta medida?

— Era un tema muy controvertido. Yo enjuicio a diario este tipo de asuntos y me parecía que había una especie de contradicción. Por un lado, tratamos de ayudar a las víctimas logrando que el procedimiento siga adelante, porque había casos en que, al no declarar la víctima, la sentencia era absolutoria porque se perdía la única prueba. Pero, al mismo tiempo, las estamos presionando en una decisión que puede ser totalmente humana y comprensible, como es la de decir ''no quiero saber nada más de este asunto, déjenme en paz, no soy capaz de hablar en contra del padre de mis hijos...'', a pesar de que todo lo que contaron en el momento de la denuncia era más verdad que verdad. Por eso nos planteaba dudas esta reforma legal que entró en vigor en julio del 2021.

Dicho esto, yo creo que el balance ha sido positivo. Antes, cuando los agresores y sus abogados sabían que la víctima no iba a declarar, sabían que el fiscal se quedaba sin prueba. Entonces no llegaban a acuerdos porque tenían claro que la sentencia iba a ser absolutoria. Ahora eso ya no es automático. Como la víctima tiene que declarar, llegan a más acuerdos de conformidad de condena del agresor. Y se consigue una condena sin que la víctima pase por la presión de declarar en el juicio. Pero incluso si se llega al juicio, como el juez les dice que tienen que declarar, aunque sean reticentes declaran, y hay más sentencias condenatorias. Lo que pasa es que es cierto que sometemos a la víctima a una tesitura moral muy complicada. Y de manera más excepcional también sucede que la víctima obligada a declarar miente en el juicio a favor del agresor, para protegerlo, por ejemplo en casos en los que ha vuelto con él. Dice que no hubo agresión, que no la amenazó... y el problema ahí es que ellas están cometiendo un delito de falso testimonio, bajo una presión psicológica y una vulnerabilidad grandes.

— ¿Cómo se apoya a la mujer en los propios juzgados para que no se sienta tan vulnerable?

— En Pontevedra, y me consta que también en otras ciudades, tenemos una oficina de atención a las víctimas dentro de los juzgados, dotada de una psicóloga y una trabajadora social que arropan a las víctimas. Una de las cosas que más se nos reprochaban, por ejemplo, es que muchas veces víctima y agresor esperaban en la misma sala y se producían situaciones muy tensas, que atemorizaban a las mujeres, que ademas de soportar la tensión propia de tener que declarar sobre algo delicadísimo, encima tenían que soportar el agravio de esta situación previa. Ahora se les ofrece esperar en un lugar separado. También pueden solicitar declarar tras un biombo, o por videoconferencia, para evitar la confrontación visual con el acusado. Y los profesionales de la oficina también pueden acompañarlas físicamente durante el juicio. Si lo ven necesario y lo piden, el psicólogo se sienta con ellas durante la declaración, y puede transmitirnos cómo se encuentra la víctima. Y luego la trabajadora social da un servicio integral para derivar a la mujer y que reciba todas las ayudas y apoyos disponibles en las distintas Administraciones públicas.