La tripulación del barco con 3.300 kilos de coca con rumbo a Galicia se amotinó al saber que transportaba un alijo

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

GALICIA

Abordaje del barco, con la cocaína en el centro de la embarcación, por parte de la Guardia Civil.
Abordaje del barco, con la cocaína en el centro de la embarcación, por parte de la Guardia Civil. guardia civil

Los marineros senegaleses emplearon cuchillos para obligar al patrón a llevarlos a puerto en Dakar y dejar solos a los dos gallegos y al angoleño que hicieron el viaje hasta ser abordados por la Guardia Civil

25 dic 2022 . Actualizado a las 11:18 h.

El barco pesquero Simione, con bandera de Angola, zarpó del puerto de Dakar a mediados de diciembre con una tripulación integrada por ciudadanos del país africano, un patrón de Angola y dos gallegos: José Javier Fernández, de Boiro, y José Antonio Cora, de Vilagarcía. Una empresa presuntamente gestada por el vigués Pablo García, que viajó al país africano para fletar el pesquero y dotarlo de personal para, presuntamente, transportar 3.300 kilos de cocaína hasta las costas gallegas. El Simione se adentró en el Atlántico para encontrarse con otra embarcación que le entregó un alijo, valorado en 110 millones de euros.

Pero el trasvase de la droga no entraba en los planes de los marineros senegaleses. Pensaban que su cometido era solo pescar.

La situación no les gustó y la tensión fue en aumento hasta provocar un motín. Los senegaleses no dudaron en armarse con los cuchillos que encontraron a bordo para obligar a la persona que realmente ejercía de patrón del Simione, que no era el ciudadano angoleño, sino José Antonio Cora. A este arousano no le quedó más remedio que regresar a puerto para dejar a los senegaleses antes de poner nuevamente rumbo a España con una tripulación formada únicamente por tres personas y 115 fardos de coca apilados en la cubierta. Nadie a bordo contaba con que, al superar las islas Canarias, fueran abordados por una patrullera de la Guardia Civil. No se trataba de un control rutinario en alta mar; el Simione y su carga estaban marcados de cerca gracias a la investigación del Equipo Contra el Crimen Organizado (ECO) con sede en Galicia de la UCO y del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) en Pontevedra, ambas de la Guardia Civil.

Ocurrió el pasado domingo y ya este martes se desarrolló el operativo policial en tierra con otros trece detenidos (operación Sugar Brown); de los que tres, junto al trío de tripulantes del Simione, están en prisión acusados de un delito contra la salud pública por orden del Juzgado de Instrucción número 1 de Vigo. Los otros diez quedaron en libertad, pero igualmente acusados de participar en la operativa de narcotráfico. Ya la tesis incriminatoria dibuja un entramado jerarquizado en donde el vigués Pablo García (en prisión provisional) figura en lo más alto. Su dedicación legal a la compra y venta de barcos en España, y contactos en Senegal y Angola para obtener licencias de pesca e infraestructura, serían la mascarada perfecta para importar grandes alijos a la península. 

El segundo eslabón

José Rodríguez Rodríguez era la persona de confianza de Pablo García e integraba, él solo, el siguiente peldaño de la organización; encargado de gestar la descarga de la droga con, presuntamente, vecinos de O Salnés y Barbanza. También se encargaría de la distribución de la mercancía una vez descargada en tierra. Lo investigación le atribuye un rol de cortafuegos entre García y el resto de implicados para evitar que lo relacionasen con ellos. José Rodríguez, vecino de Vigo, es un objetivo histórico para las unidades policiales antidroga en Galicia por su capacidad para mover tanto alijos de cocaína como de heroína. Rodríguez estaba pendiente de entrar en la cárcel debido a una condena por un porte de heroína, y desde el jueves por la noche está en prisión provisional en el penal de A Lama por este alijo de 3.300 kilos de cocaína. Es el golpe más importante del 2022 contra el narcotráfico en la comunidad.

El tercer peldaño

Eran los elegidos, supuestamente, por José Rodríguez para salir a recoger las tres toneladas. La investigación sostiene que utilizarían lanchas rápidas y tenían la infraestructura para distribuir la mercancía por España. Los encargados de este cometido serían los otros once detenidos, de los que solo uno ha ingresado en prisión: Argentino Rial, vecino de Vilagarcía. La Guardia Civil, durante los registros, encontró en una nave suya un kilo de cocaína y uno y medio de heroína. Se le otorga el presunto papel de distribuidor de la mercancía.

A mayores, entre el resto de investigados, destaca José Pérez Rial, al que se atribuye la función de lanchero para recoger el alijo en alta mar. Rial ya fue condenado por 2.860 kilos requisado en 1997, y fue absuelto por otro alijo de 2.500 kilos apresado en el 2016 frente a Marruecos. El otro investigado al que también se atribuye el rol de lanchero es Miguel Ángel Vila, de Boiro, también desde hace años en el radar de las unidades policiales en Galicia.

guardia civil

Pero más allá de los planes abortados para evitar la entrada de un gran alijo de cocaína en el país en vísperas de las fiestas navideñas, la operación Sugar Brown ha servido para identificar a un nuevo y presunto representante de la última hornada de narcos de altos vuelos en Galicia. Pablo García tiene 34 años y sería el responsable visible de organizar este delito millonario. Incluso se le atribuye un barco recién preparado y atracado en el puerto de Marín que estaría presto para echarse al agua, tal vez para otra operativa. La gran pregunta es si todo el dinero necesario para comprar de barcos, los contactos en África para fletar pesqueros, obtener licencias de pesca y las relaciones con proveedores sudamericanos de cocaína son suyas o hay alguien por encima de él que movía los hilos.