2.600 kilos de cocaína y un arsenal de armas de guerra, el saldo de la operación en la que cayó el gallego Matador
GALICIA
Fueron arrestadas un total de 19 personas, entre ellas este delincuente que estaba en el objetivo de las autoridades españolas y colombianas desde hace más de diez años
07 dic 2022 . Actualizado a las 18:38 h.El pasado noviembre, La Voz de Galicia daba cuenta de una operación contra el narcotráfico de la Policía Nacional, en la que cayó el ourensano Carlos García Morales, al que también se conoce por el alias de Matador. Este miércoles se han revelado nuevos detalles sobre ese operativo contra una «narcoglobalizada» organización criminal dedicada al tráfico de drogas a gran escala. La bautizada como operación Espeto ha saldado con la intervención en Asturias de un arsenal de guerra con fusiles de asalto y lanzacohetes. Además se han aprehendido 2.600 kilos de cocaína y se ha arrestado a 19 personas, entre ellas el citado García Morales, objetivo de las autoridades españolas y colombianas desde hace más de diez años, tras haber sido arrestado anteriormente por su relación con clanes de la droga de Colombia.
Unos 2.000 kilos de la droga fueron interceptados en aguas internacionales del Caribe cuando eran transportados en barco desde Sudamérica para su distribución en territorio español. El resto -600 kilogramos- se encontraba oculta en una nave industrial en Siero (Asturias). La operación contó con la colaboración de la DIRAN de la Policía Nacional de Colombia y la agencia estadounidense HSI -Homeland Security Investigations-.
Los investigadores constataron que los integrantes de la organización se habían desplazado hasta Madrid para reunirse con el que definen como un «histórico narcotraficante gallego», de alias Matador, al que la Policía sitúa como el responsable de la distribución de la droga en España. Tras este encuentro, los investigados planificaron el envío de dos toneladas de cocaína para finales de julio del 2022.
Los investigadores frustraron el envío de la droga por mar, y después se centraron en la nave industrial en Siero (Asturias) donde se encontraban ocultos otros 600 kilogramos de cocaína. Hasta este lugar se había desplazado García Morales en compañía de su pareja, con el objetivo de eludir la atención policial simulando un viaje familiar. Junto a ellos también se desplazó otro individuo mexicano como fedatario de la organización que, por un lado, se encargaba de atestiguar que todo se realizaba según lo pactado y, por otro, realizaba labores de avanzadilla con el vehículo advirtiendo de la posible presencia policial durante el camino.
Estas tres personas fueron arrestadas junto al resto de integrantes de la red, encargados de la logística para la introducción de la cocaína en España.
Fusiles de asalto, granadas y lanzacohetes
Además de los estupefacientes, en la nave industrial también fue localizado un arsenal de armas de guerra compuesto por fusiles de asalto, granadas de mano, explosivos, lanzacohetes, silenciadores, armas cortas y cartuchería de multitud de calibres, entre otros objetos. Otro lote de armas fue intervenido en el domicilio de García Morales en Galicia.
Las armas fueron remitidas a los laboratorios de Policía Científica para proceder a su análisis pericial mientras que el lanzacohetes, el explosivo plástico, la granada y el detonador fueron analizados por los especialistas de Tedax-NRBQ.
Tras una inspección inicial del lanzacohetes, los agentes consideraron que, debido a su inestabilidad, era necesario proceder a su inutilización y destrucción controlada, trasladando el lanzacohetes a un búnker seguro donde se realizó su explosión controlada.
La metodología
Según se reveló en noviembre, las primeras averiguaciones de la investigación conjunta de la Policía Nacional y del Servicio de Vigilancia Aduanera permitieron localizar a varias personas que, desde Gran Canaria, adquirían veleros para cruzar el Atlántico y abastecerse de cocaína que acababa en la Península. Al tirar del hilo se descubrió el papel de García Morales, alias Matador, cuya influencia como presunto cabecilla de la organización era tal que gestionaba tanto la adquisición de la droga en Sudamérica como su transporte y distribución por Europa a través de España sin necesidad de desplazarse ni reunirse con otras organizaciones. Lo hacía, concretamente, desde el pequeño municipio asturiano de Siero, valiéndose de la complicidad de 50 empresas utilizadas para blanquear las ganancias.