Galicia incorpora la oferta de terapia CAR-T a los tres grandes hospitales

S. C. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

La Voz de Galicia reunió a tres hematólogos para hablar de la nueva terapia con CAR-T: Víctor Noriega (Chuac), José Luis Bello (del CHUS, vía telemática) y Carmen Albo (Chuvi)
La Voz de Galicia reunió a tres hematólogos para hablar de la nueva terapia con CAR-T: Víctor Noriega (Chuac), José Luis Bello (del CHUS, vía telemática) y Carmen Albo (Chuvi) VÍTOR MEJUTO

Los centros atienden ya a pacientes, que pueden llegar a los 100 por año

25 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Un paciente gallego con linfoma b o leucemia linfoblástica b en quien no haya funcionado ni la quimioterapia ni el autotrasplante tiene desde este año (a partir del que viene se sumará previsiblemente el mieloma, que todavía está en fase de ensayos clínicos) una nueva esperanza en su hospital de referencia gracias a la terapia con células CAR-T. ¿Parece algo muy concreto? Pues cada año hay entre 70 y 100 personas en la comunidad en esta situación.

La terapia con células CAR-T se lleva a cabo desde este año en tres hospitales gallegos: Chuac (A Coruña), CHUS (Santiago) y Chuvi (Vigo). No todos los hospitales españoles tienen autorización para hacerlo. El que se ofrezca cerca del paciente no es un asunto menor: «Ha habido pacientes que no quisieron probar la terapia porque tenían que ir a Madrid. Muchos lo hacen, pero a otros, que tienen hijos pequeños, no les resulta fácil», reconoce Carmen Albo, hematóloga del Chuvi. Para someterse a esta terapia, última gran esperanza para muchos enfermos, hay que acudir varias veces al hospital. Víctor Noriega, especialista del Chuac, explica cómo se aborda: «Tras un proceso burocrático inicial, ingresas al paciente para recoger sus linfocitos T a través de la aféresis, que es un procedimiento relativamente sencillo pero también peculiar; esas células se envían a una ‘fábrica' que con ingeniería genética las ‘arma' contra el cáncer concreto, y a las tres semanas vuelven como medicamento; entonces las transfieres al paciente».

Identificación precoz

Este procedimiento solo se puede aplicar en los casos en los que nada ha funcionado, porque así lo determinan los ensayos clínicos existentes, pero José Luis Bello, experto del CHUS, cree que en el futuro se podrá ofrecer antes a los pacientes. En eso coinciden los tres hematólogos del Sergas participantes en el encuentro organizado por La Voz de Galicia. Pero mientras no se abre la mano en este sentido — «hay ensayos en marcha para ampliar los casos», apunta Carmen Albo—, se toman medidas intermedias. Víctor Noriega explica lo que se hace a día de hoy en el Chuac: «Nosotros tenemos que cumplir las indicaciones de la terapia, obviamente, pero también vemos que hay pacientes que van a responder mal a los primeros tratamientos y serán candidatos en el futuro a las CAR-T. En ese caso empezamos en paralelo con la parte previa de la terapia CAR-T», como la fase burocrática. El objetivo es que pase el menor tiempo posible entre el tratamiento fallido y la recolección de células para su mejora en el laboratorio: «Es lo que denominamos identificación precoz del paciente».

¿QUÉ ES? 

Armar los linfocitos T

Esta terapia supone recolectar linfocitos T de un paciente; «armarlos» en un laboratorio para que luchen contra una proteína concreta que tienen las células cancerígenas; y volver a inyectarlos al paciente. Como son medicamentos vivos se reproducen en el organismo y pueden durar hasta un año. 

Para eso es especialmente interesante atender a los enfermos del propio hospital, porque desde el momento en que entran en el sistema, el hematólogo ya puede pensar en ellos como posibles candidatos a la CAR-T.

Multiplica la esperanza de vida

Esta terapia es una esperanza para los pacientes que no responden bien a los tratamientos. Aunque todavía se han tratado pocos enfermos, Noriega hace una aproximación: «Una persona que lleve cuatro o cinco tratamientos fallidos tiene muy poca esperanza de supervivencia a los 5 años, menos de un 5%. Si se aplica la terapia CAR-T, puede ser de un 35-40% de posibilidades de sobrevivir al cáncer».

Con todo, este procedimiento, como cualquier otro, no deja de tener sus limitaciones: «A veces la enfermedad avanza muy rápido y no puedes tener al paciente dos semanas sin tratamiento para recolectar sus linfocitos, ni pueden esperar tres semanas mientras se mandan al laboratorio», dice Albo. En otras ocasiones, comenta Bello, «cuando un paciente es candidato a la terapia, no se consigue recoger linfocitos porque están dañados por la quimioterapia». Y también puede ocurrir que el plan no funcione, que se rechace el tratamiento.

Los linfocitos solo atacan a las células malignas

Uno de los efectos de la quimioterapia más conocidos es la muerte de células benignas porque los fármacos arrasan con todo, y eso se traduce en problemas de diferente tipo, especialmente en el tracto digestivo o en el sistema inmunitario.

Con las células CAR-T la situación es diferente aunque también tienen efectos secundarios. José Luis Bello comenta al respecto que «estos linfocitos armados solo atacan a las células que tengan en su superficie una molécula con una proteína concreta [la CD19], pero a la vez activan un mecanismo en el cuerpo que genera efectos secundarios, que tanto pueden ser neurológicos, como afectar a las plaquetas o al hígado, aunque ya hay algún medicamento que palía estos efectos». Esto ocurre en la primera semana o diez días de la infusión de las CAR-T, y a partir ahí el paciente se recupera. 

El uso en tumores sólidos, difícil por su variedad celular

Invariablemente, cuando se habla de avances en el tratamiento oncológico surge la pregunta de cuándo se podrá usar con otros tumores. En este caso, no cabe duda que habrá ampliación de las indicaciones de las CAR-T, pero tal vez se empiece por dolencias autoinmunes, como el lupus o la artritis reumatoide, o infecciones por virus o por hongos.

«Los tumores sólidos tienen una variabilidad en las células del cáncer que no favorecen esta terapia» que podría atacar a unas células pero dejar vivas otras, especifica José Luis Bello; este especialista señala, además de la falta de una «diana clara», que «la penetración de los linfocitos T es más difícil por el microambiente del propio tumor».

El futuro: crear moléculas universales

Víctor Noriega estuvo recientemente en Gran Bretaña y vio en directo cuál es el futuro de la investigación de las CAR-T: la creación de células alogénicas, es decir, linfocitos T tratados con la terapia pero de un donante universal, que se mantengan congelados hasta que se implanten en el enfermo. «Sería lo ideal —apunta el médico coruñés—. Imaginemos que se detecta una recaída de un paciente un miércoles y a los diez días empiezas con la terapia. Será un avance tremendo, sin duda». 

 

Galicia puede convertirse en fábrica de células «armadas»

El próximo año comenzará a funcionar en Santiago el instituto de investigación de terapias avanzadas, donde se desarrollarán programas de pioneros, y uno, muy importante, tiene que ver con esta terapia inmunológica.

España permite la comercialización de las terapias CAR-T a las compañías Novartis y Gilead, pero también la desarrollada desde el hospital público barcelonés; el hospital Sant Pau, también en Barcelona, está en fase de ensayo. Los equipos de investigación de ambos centros llevan muchos años trabajando en estos fármacos, y el Clínic ya terminó todo el proceso. «El que más ha investigado es el Clínic —comenta Bello—, que trabaja en varias enfermedades, y el Sant Pau se centra en el linfoma de Hodking». Pues bien, se ha firmado un acuerdo entre Galicia y estos centros —realmente entre las consejerías— para que estos fármacos se fabriquen en Galicia para la demanda gallega.

«Esto situará a Galicia en la vanguardia de la medicina del futuro», ya que como se ha visto lo más probable es que las indicaciones de este tipo de terapia aumenten en los próximos años.

Hay que tener en cuenta que Galicia fabricará y aplicará, no se encargará del diseño de los fármacos: «La práctica totalidad de las investigaciones de fármacos —puntualiza Albo— empiezan en la universidad, pero después exigen un proceso muy lento y complicado, y normalmente es cuando se vende a la industria farmacéutica. En el caso del Clínic y Sant Pau no ha sido así, pero no es lo habitual».