Todas las claves para entender el caso Desireé, la niña asesinada por su madre en Muimenta

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

GALICIA

Los protagonistas del caso: Ana Sandamil, madre de la niña (a la izquierda); Desirée Leal (en el centro), y José Manuel Leal, su padre (a la derecha).
Los protagonistas del caso: Ana Sandamil, madre de la niña (a la izquierda); Desirée Leal (en el centro), y José Manuel Leal, su padre (a la derecha). LA VOZ

La muerte de la pequeña fue el trágico desenlace de un asesinato que conmocionó Galicia hace ya tres años. Ahora, el TSXG ha ordenado que el juicio se repita 

23 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Desirée Leal Sandamil murió el 3 de mayo del año 2019. La pequeña, de siete años, fue asesinada por su madre, Ana Sandamil, que la asfixió tras tratar de envenenarla con un somnífero. El conocido como crimen de Muimenta (la localidad lucense en la que sucedió) conmocionó a la sociedad gallega. Desde entonces, las autoridades y los juzgados han tratado de resolver una sola pregunta: ¿Sabía la madre lo que estaba haciendo?

Nadie pone ya en duda la autoría del crimen, ni siquiera el abogado de la madre. La cuestión es si el estado mental de la acusada era lo suficientemente grave como para no ser consciente de sus actos en el momento de los hechos, algo que la haría inimputable a ojos de la Justicia. 

Fue arrestada poco después como presunta autora del crimen. Desde entonces, ha estado en prisión. Las pruebas contra ella siempre han sido contundentes: había sangre en el pijama de Desirée, su historial informático reveló que buscó venenos por Internet, escondió pruebas en su casa, trató de administrarle un somnífero a su hija aquella noche...

Sin embargo, ella nunca ha reconocido su culpabilidad. Lo máximo que admitió lo dijo en la última jornada del primer juicio que se celebró contra ella, en febrero del 2022, cuando afirmó que «si hice lo que hice, fue porque mi cabeza no estaba bien».

A pesar de haber sido juzgada y condenada a prisión permanente revisable a principios del año 2022, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ordenó repetir el juicio, por lo que la pregunta más importante de toda la historia sigue sin tener respuesta.

Una historia que viene de lejos

Para entender lo ocurrido, hay que remontarse a la década de 1980. Ana Sandamil nació en el año 1977 y se crio a caballo entre la capital provincial y los municipios de Meira y Cospeito, a pocos kilómetros de la ciudad amurallada. Tuvo una infancia normal, según sus allegados, y no mostró síntomas de ninguna afectación mental hasta que fue adulta. A raíz de la separación de sus padres, cuando tenía 24 años, empezó a tratarse psicológicamente. Vivió de nuevo con su madre en su casa de Muimenta, la misma en la que terminaría matando a su pequeña hija Desirée. Pasada la treintena, conoció a José Manuel Leal, su exmarido y padre de Desirée. Poco después, comenzaron una relación, y terminaron casándose y teniendo a la pequeña.

Problemas en la relación acabaron desembocando en su separación. Entonces, empezó su deriva mental. En los meses previos al crimen, muchos testigos explicaron que comenzó a ser «más protectora» con su pequeña. No la dejaba ir a excursiones, la mantenía alejada de la vida social de la comarca, la ocultaba de su familia... Incluso llegó a llevarla a un curandero.

El 3 de mayo del 2019 ocurrió la tragedia. Según la investigación, Ana Sandamil estuvo planeando el crimen con antelación. Había hecho pesquisas sobre venenos y había mezclado unos somníferos con agua en una botella. Esa noche, le dijo a Desirée que durmiese con ella, en su cama. En algún momento entre las 5 y las 8 de la mañana, la asfixió hasta la muerte. Llegó a darle de beber el somnífero que tenía en la botella, pero no fue suficiente para adormilarla, por lo que recurrió a la violencia. 

Un suceso cruel y violento

Asfixia mecánica. Se cree que la asfixió con sus propias manos o con algún elemento ligero de la habitación, como un cojín, o incluso alguna pieza de ropa. La niña falleció por la oclusión la vía respiratoria. En la autopsia, encontraron heridas en sus manos y en la cara, lo que evidencia que opuso resistencia. 

Entonces, Ana Sandamil se levantó de la cama, salió de su habitación y alertó a su madre. «Desi... Morreu». Estas palabras desataron la tormenta. A partir de ahí, la abuela de la pequeña, María Novo, entró en pánico y llamó al 112 casi sin poder articular palabra, pidiendo que vinieran a socorrer a su nieta, que no respiraba.

Arranca la investigación. Al lugar acudieron los equipos de emergencias y la Guardia Civil, que se entrevistó con la madre y el resto de testigos y analizó la escena de lo que, en ese momento, descubrieron los primeros indicios de que había sido un crimen. Ana Sandamil fue trasladada al hospital de Lugo porque, mientras llegaban los facultativos, se tomó una serie de pastillas para tratar de quitarse la vida. Unas semanas después, fue arrestada.

Durante la fase de investigación, que duró desde el verano del 2019 hasta finales del 2021, se descubrieron detalles importantes, como que Sandamil buscó datos sobre un veneno, la estricnina, antes de la muerte de Desirée. También se sometió a la madre a diversos análisis psiquiátricos que buscaban hacerse una idea de cuál era su estado mental en el momento de los hechos. Algo que, a la postre, ha resultado ser el quid de todo el procedimiento.

Seis jornadas para el juicio más mediático. A principios del 2021, la Audiencia fijó las fechas del juicio. En seis extensas jornadas, más de medio centenar de testigos y peritos pasarían por la sala Segunda de lo Penal para contar su parte de la historia. 

La Fiscalía publica su escrito de acusación, en el que se especifica que pedirán la pena máxima existente en España para Ana Sandamil. De esta forma, se confirma que tanto el fiscal como las acusaciones popular y particular solicitarán la prisión permanente revisable. 

Un primer juicio revelador, pero que ya no sirve

En febrero, se celebró el juicio. Este giró sobre la afectación mental de la acusada y su imputabilidad. Ella negó haber matado a la niña, pero los testimonios de los peritos y de los testigos terminaron pesando más. Tras una semana, el jurado popular decidió que Ana Sandamil era culpable de haber matado a su hija Desirée. Poco después, el tribunal de la Audiencia ratificó la decisión y le impuso la pena de prisión permanente revisable.

Un final que se ha reabierto

Unas semanas después, el abogado de Ana Sandamil interpuso en el TSXG un recurso contra la sentencia que condenó a su clienta. Esta comparecencia tuvo que posponerse una vez y terminó llevándose a cabo el 30 de septiembre. Las previsiones eran que el tribunal ratificase la sentencia, pero la realidad condujo al caso por el camino opuesto.

El 21 de noviembre del 2022, el TSXG anunció que ordenaba repetir el juicio de manera íntegra. Su motivo: que el jurado popular no dio una breve explicación sobre por qué decidieron que la afectación mental de Ana Sandamil era leve y no grave, un dato clave para discernir si era plenamente consciente de estar asesinado a su hija o si tenía los sentidos lo suficientemente nublados como para no saber qué estaba haciendo. Por ello, anuló la sentencia de la Audiencia Provincial y ordenó repetir el juicio. 

El Caso Desirée, por lo tanto, sigue sin llegar a su fin. En el 2023, Ana Sandamil volverá a sentarse en el banquillo de los acusados por el crimen de Muimenta, el asesinato de su hija. El futuro es todavía incierto.